Sombras Y Promesas

CAPITULO 6: UN MEDIO PARA UN FIN

ARABELLA

— ¿Cuándo vienes Ela? Te extraño— la dulce voz de james suena por el altavoz de mi teléfono. Haciéndome sonreír con tristeza

— muy pronto cariño, yo también te extraño mucho, apenas tenga unos días libres agarraré el primer vuelo para ir a verte — le respondo sonando segura de ello.

Me hacía mucha falta el calor de mi hogar y estar rodeada de mi familia, pero al mismo tiempo estoy empezando a encontrarle el encanto a mi nueva rutina y a mi entorno.

— mamá dice que faltan 20 días para el próximo feriado — indica con esperanza — eso significa que si me duermo y me levanto 20 veces, ¿te podré ir a ver? — su pregunta inocente me saca una pequeña risa

— si, pero seré yo la que viaje a verte, así que solo debemos esperar esos 20 días — escuchó como él responde de forma afirmativa — ¿qué hacen mamá y papá? — le pregunto mientras tomo el celular para dirigirme a la cocina a preparar mi desayuno

— papá salió desde temprano con el señor Gustavo y mamá está en el gran salón hablando con sus amigas las arrugadas — lo último lo dice bajito como si fuera un secreto, yo reprimo una carcajada antes de hablar de forma seria

— no son amigas arrugadas James, son las esposas de los duques y los marqueses. No puedes decir eso frente a otras personas por qué no es educado — le corrijo con calma. Él es un niño con pocos filtros y eso ha generado una cantidad de situaciones vergonzosas. Y aunque sé que nunca lo ha hecho adrede no puedo dejar pasar algo cuando no está bien.

— lo siento Ela, no fue mi intención — su vocecita en un tono de tristeza me baja enseguida todo y con ternura le respondo enseguida

— Está bien cariño, solo no lo olvides — él me responde y luego de hablar sobre sus nuevas clases de violín y de mostrarme los increíbles dibujos que me ha hecho, su nana parece entrar en su habitación anunciando que debe prepararse para sus clases de natación.

Yo me despido de mi terremoto, y me concentro en terminar mi desayuno y pensar en lo que haría hoy.

Es fin de semana y aunque celeste me estuvo comentando para ir juntas a comprar ropa, no me sentía muy entusiasmada por salir, hoy tenía especiales ganas de quedarme en casa y hacer una maratón de películas mientras estoy comiendo algo y me acurruco en el sofá con mi pijama y cobija.

El plan suena tan tentador que me apresuro a servir mi avena con frutos rojos, y tomar el bowl para sentarme enseguida frente al televisor y empezar así mi día.

ELIAN

Mi guardaespaldas deja el sobre encima de mi escritorio y se marcha tras una breve reverencia. Mis ojos no se han despegado de la pantalla del computador mientras tecleo la última parte de un discurso que daré en Princeton la próxima semana, un favor que me pidió un amigo muy cercano a mi padre.

Sin embargo, cuando desvío la mirada y observo el nombre del remitente en el sobre, mis manos se detienen.

Lo tomo con rapidez, abriéndolo en el proceso. Llevaba días esperando esta información.

La pulcritud de la letra de Jean, el consejero de mi padre, resaltaba sobre el blanco papel. El contenido de aquella carta era lo verdaderamente llamativo para mí: tenía toda la información de la familia real Lancaster.

Información que no se podía conseguir en portales de noticias ni en artículos informativos. Era un retrato de la situación actual de la realeza inglesa, desde sus movimientos políticos hasta los próximos eventos importantes, también la información más pertinente de Arabella, como sus gustos, sus pasatiempos y otros detalles que me servirán para más adelante.

Hace una semana había tenido una llamada con mi padre. Él quería que regresara a Dinamarca para iniciar con toda mi agenda real: viajar a las principales ciudades y reunirme con los encargados de la imagen política del país.

Me negué. No iba a irme ahora que Arabella había llegado, no cuando ya me había quedado atrapado por su singularidad. Pero lo más importante, lo verdaderamente esencial, era que no iba a irme porque necesitaba llevar a cabo algo que cambiaría el rumbo de mi futuro gobierno.

Tuve que exponerle mis razones a mi padre; no iba a aceptar mi reticencia sin un motivo de peso.

Él estuvo de acuerdo, incluso celebró mi estrategia. Cómo no hacerlo, si fue él quien se encargó, desde que yo era un niño, de inculcarme la mentalidad de utilizar a quien fuera y como fuera, con tal de alcanzar mis objetivos.

Y Arabella solo sería un medio para un fin.

O al menos, eso era lo que debía ser.

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Adoro a James 🥹

Gracias por leer 💞




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