Sombras Y Promesas

CAPÍTULO 10: ESTRATEGIAS Y CONFESIONES

ELIAN

Tomó un trago largo de mi café mientras leo por encima los documentos en mi escritorio.

Jean había enviado una nueva carta; en otras circunstancias me quejaría de lo anticuado que era el consejero de mi padre, pero en estos momentos aplaudía su eficiencia.

Repaso nuevamente las últimas líneas:

“Es factible hacerlo de la siguiente manera: firmando un tratado matrimonial donde se otorgue acceso preferente de Dinamarca a puertos ingleses, al igual que los derechos comerciales exclusivos y la posibilidad de obtener islas para uso político y real del país”.

Un tratado matrimonial…

Lo tenía sopesado desde hace días; sin embargo, saber que es la mejor opción para conseguir esos beneficios que harán que Dinamarca se expanda, hace que sea una decisión sencilla de tomar.

El golpeteo de la lluvia contra el ventanal desvía mis pensamientos.

Arabella.

Ese nombre que no ha parado de repetirse desde que la vi por primera vez entrando al campus. Tan curiosa y reservada ante la atención que inevitablemente atraía.

La imagen de ambos bailando en medio del gran salón llega sin aviso a mi mente. Noté en su mirada ese interés, sabía que no me tomaría mucho lograr que ella se rindiera ante mí.

No la consideraba ingenua, es perspicaz si le dejo entrever lo que deseo que conozca.

Pero sé de antemano que su inexperiencia en las relaciones es una ventaja que tomaré a mi favor.

Es hora de trabajar en el futuro de mi nación, y esta solo será una estrategia de mi plan general.

George es un tema aparte, con él debo ser más calculador y pulcro; puede ser igual de analítico que yo y muy pocas veces algo se le ha pasado por alto.

Mientras la tenga a ella asegurada, la tarea de convencerlo a él no será mía.

Ahora solo debo enfocarme en mis siguientes pasos: aparecer en el momento y en el lugar justo, decir las palabras correctas y doblegar ese carácter rebelde que parece siempre estar alerta ante mí.

Nada hasta ahora se ha salido de mi control, y Arabella Lancaster no será la excepción.

Será mía, y con ella obtendré lo que tanto busco.

ARABELLA

—El agua está en el punto perfecto, esto era lo que necesitaba —la voz cantarina de Celeste me hace fijarme en su sonriente expresión mientras se pasea en el espacio reducido de mi jacuzzi. Ambas decidimos que, después de la ajetreada noche, necesitábamos un momento de relajación.

Sobre todo yo, considerando que volví antes de lo previsto y solo supe de mi amiga hasta hace una hora.

Donde se ha negado a responder mis preguntas y solo ha permanecido con una expresión nerviosa.

Tomó un trozo de fruta de la bandeja que traje al baño, observándola fijamente sin decir nada.

De alguna manera debía meter presión para que confesara su repentina desaparición en la fiesta.

Ella nota mi mirada, esquivándola de inmediato.

—Deja de verme así, estoy organizando mis ideas para contarte todo con lujo de detalle —se excusa jugando con la espuma del agua.

—Eso espero —me recuesto más, hundiendo todo mi cuerpo en el agua, las burbujas flotan a mi alrededor y me siento perceptiblemente más tranquila por el olor a lavanda que inunda la gran habitación del baño.

—¿Recuerdas al chico con el que acepté el primer baile? —me pregunta con la boca llena de uvas—. Bailamos unas tres piezas más antes de que me acercara a su grupo de amigos y me ofrecieran una copa de algo más fuerte que el champán.

La miro incrédula, sabiendo por boca de ella misma de su pésima resistencia al alcohol.

—Lo sé, no debí aceptarlo, pero la estaba pasando bien y me repetí que de vez en cuando no hacía daño. Para resumirlo, enloquecí un poco y terminé yendo al departamento de este chico —su voz baja al decir lo último.

Yo me enderezo abriendo mis ojos de par en par; estaba a punto de decir algo, pero ella me calla levantando la mano.

—No pasó lo que crees, casi sucede, pero fui salvada por la muy oportuna llamada de mi madre. Esa mujer, aunque exasperante, puede tener un radar muy bueno para captar cuando estoy a punto de arruinar mi reputación —la veo desparramarse sobre el agua con mirada cansada.

Paso por alto la manera en la que llamó a su madre, siendo consciente de que no tienen una buena relación. Aunque lo realmente importante es que estuvo a punto de acostarse con alguien que acababa de conocer, y eso pudo haber resultado muy mal.

—Creo que tu propia mente no te ha dejado tranquila, así que no aumentare tu martirio. Lo que sí te diré es que está bien querer liberarnos un rato de toda la carga que llevamos; aun así, en este tipo de fiestas lo peor que podemos hacer es separarnos —le recuerdo.

Ella asiente con los ojos cerrados, como si quisiera golpearse a sí misma por su imprudencia.

—Lo sé, no debí dejarte sola, lo siento mucho, Bella —me mira arrepentida. Yo niego y extiendo mi mano para que la tome.

—Lo decía por ti, yo realmente no tuve una noche alocada; cuando me sentí muy abrumada me regresé a casa. Quizás no es el tipo de experiencia que me gustaría repetir —murmuró, encogiéndome de hombros.

Celeste me da una pequeña sonrisa y, cuando estoy por preguntarle si quiere desayunar por fuera, la observó abrir los ojos de par en par como si recordara algo importante.

—Espera un momento, tú y yo aún tenemos una conversación pendiente —me señala con esa sonrisa triunfal.

Yo giro los ojos al entender a qué se refiere, tomó más fruta intentando parecer casual ante el tema. Pero eso solo hace aumentar la picardía en los ojos de mi amiga.

—No te hagas la desentendida, me parece fuera de lo común la manera en la que Elian te miraba mientras bailaban. Sé que no prestaste atención, pero fueron el tema central de casi toda la noche —chapotea en el agua como una niña.

—¿Por qué tanto interés? Solo fue un baile, Celeste. No es como si los demás no hubieran hecho lo mismo toda la noche —dije con algo de disgusto.




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