En esos días lluviosos, al llegar de la escuela, nuevamente usando la sombrilla. Los padres la regañaron una vez más por usar la sombrilla púrpura.
— ¡Esa sombrilla es para días realmente necesarios!
La niña sólo se limitó a asentir y dirigirse donde estaba su padre para distraerse un momento de la fuerte lluvia.
El padre estaba demasiado ocupado para jugar o incluso hablar con ella.
La joven se puso triste, subió a su habitación. Sólo quería estar sola...
A la hora de la cena, llamaron a la chica que estaba, como todos los días, mirando la ventana y las gotas que caen de la lluvia. La joven bajó a cenar, silenciosamente continuó.
No hubo gritos, regaños, sólo silencio. Lo que la extrañó, pero decidió ignorarlo.
— ¿Alissa, por qué tan callada?
Le preguntó su padre.
La joven al escuchar su nombre se espantó. Pero se relajó al escuchar lo demás de la pregunta.
—N-no tengo ganas de hablar, es todo.
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