A la mañana siguiente, salió a la escuela, con la sombrilla morada.
La escuela fue lo mismo de siempre; clases, recreos leyendo libros y más clases. Rara vez estaba en compañía.
—Hola, Alis.
Dijo un joven de cabello negro frente a ella, llamándola de un diminutivo.
—Oh. Hola, Connor. ¿Ocurre algo?
Dice la joven apartando el libro y mirándolo a los ojos.
—No, sólo te vi muy solitaria y quise acompañarte.
Responde el chico.
—Oh... No era necesario... Pero gracias...
Después de ésa charla, el día continuó igual que siempre... Sólo que esta vez con una, muy agradable para la joven, compañía.
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