Sombrío Contrato

Capítulo 1: Si la muerte nos separa

San Francisco/Estados Unidos.
Viernes, 10:00am.

—Estoy por llegar Dorian. —Contestó detrás de la línea caminando a paso apresurado hacia el estacionamiento del aeropuerto. Con la maleta en mano y su fino caminar, las miradas se posan sobre Roger Taylor conforme buscaba la salida. 

—Tenemos media hora para llegar a la junta, sabes que detesto ser impuntual Roger. —Reprochó con disgusto, un suspiro lleno de diversión se escapó de sus labios imaginando su inexpresivo rostro malhumorado. 

—¡Que gruñón que eres!

Dorian resopló. 

—Camina idiota, me voy con o sin ti. —Colgó la llamada generando diversión en él, apresuró el paso entre las personas sin darse cuenta de la mujer que tenía de frente. Quien al igual que él, atendía el teléfono.

—No tengo tiempo para hablar ahor... —-La mujer se vio interrumpida por el impacto que generó el cuerpo de Roger. Sus ojos bicolor se posaron sobre el suelo con mensurada rapidez en busca de su maleta la cual había caído cerca.

—¡Discúlpeme Señorita! —Él tomó ambas maletas disculpándose con la mujer.

Observó sus finas facciones que parecían talladas con la mayor delicadeza sobre su rostro, sus ojos poseían una peculiaridad encantadora, sus iris tenían un color distinto. Elizabeth Pierce consternada alejó un mechón de su cabello aceptando su maleta de vuelta, una rápida sonrisa se posó sobre sus labios color carmín.

—Gracias. —Dijo y se alejó apretando el paso. La mirada de Roger se pasea sobre las caderas de la misteriosa mujer quien sigue su camino sin mirar atrás, y acordándose de su cita regresó a la salida en busca de su mejor amigo.

—He esperado un siglo aquí afuera. —Exageró Dorian dándole la bienvenida.

                                    ***

En el estacionamiento de su empresa Roger Taylor verifica que su traje se vea impecable, ante la mirada retadora de Dorian Hesseh decidió buscar entre la maleta un par de gemelos para su camisa. Al abrir la maleta se sorprendió al ver ropa de mujer perfectamente doblada y organizada en secciones, aquella maleta no era suya sino de la mujer que había chocado con él media hora antes en el aeropuerto. Se sintió estúpido al no poner atención en el color de la maleta, la suya era azul, y se preguntó por un instante si la mujer se habrá dado cuenta del malentendido. 

—¿Qué sucede? —Cuestionó Dorian ante su mirada inquieta medio divertida. 

—Me he equivocado de maleta —dijo—. ¡Joder! 

Su mejor amigo se aproximó a la maletera del auto y se percató de la lencería femenina, una sonrisa maliciosa se dibujó sobre los labios de Roger imaginándose a esa hermosa mujer dentro de la fina tela de encaje. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la llamada del deber, tenía una reunión de accionistas en la planta alta de su edificio y estaba por llegar tarde siendo el anfitrión. Posiblemente aquellas imágenes sobre su cabeza volverían a recordarle lo jodido que estaba, rogando volver a ver una vez más a esa impactante desconocida. 

Ambos hombres subieron al ascensor descendiendo en el piso cuarenta y tres frente a la sala de conferencias, los hombres y mujeres integrantes de la unión accionista estaban impacientes por recibir al presidente de Taylor Studios. La esposa de Dorian, amigos y familia le esperaban dispuestos a discutir sobre la unión entre dos de las empresas más antiguas de la industria, pues la familia Taylor y Pierce poseían una fructífera historia juntos a través de las décadas. 

—Buenos días damas y caballeros —saluda—, tengo frente a mí una disminución considerable de las acciones este último semestre, los porcentajes de recaudación han decaído un quince por ciento referente a la estadística de la auditoria interna —su voz resonó sobre la sala mientras ojeaba los documentos del expediente, se colocó en el extremo de la mesa retirándose el saco con grata elegancia —, quiero escuchar los detalles. —Prosiguió. 

—Señor las estrategias de marketing no han sido factibles para la empresa durante el último periodo, las recaudaciones de las grabaciones no han superado la suma estimada con respecto al aporte capital de los socios y se registra a día de hoy una baja considerable. —Afirmó uno de los subordinados sumiendo la habitación en un vacío silencio, Roger quien mantuvo la calma agradeció la información que le había brindado el empleado. 

—Necesito un director de marketing para el periodo próximo, dejaré las estrategias a cargo de Samael y le confío las entrevistas para el puesto —señaló al hombre de la cabellera castaña—. Señores necesito que se eleve el precio de las acciones e incrementen las recaudaciones con respecto al periodo anterior, quiero resultados y eficacia a la hora de ejecutar las siguientes grabaciones en los estudios, no quiero despedir a nadie...todavía. —Objetó. 

—¿Han habido avances con el tema de la unión con la Cartier Pierce? —Cuestionó Ellise Hesseh, la esposa de Dorian y una de sus prioritarias accionistas. Una sonrisa llena de alegría iluminó su rostro al tiempo que le daba la palabra a Samael Pierce. 

—Por el momento es un tema pendiente, internamente estoy decidiendo quien cederá la presidencia de la firma y mientras se toma la decisión, aplazaremos la unión del convenio empresarial. 

—Si ha sido todo por el momento, nos vemos el mes próximo para agendar los resultados de la estrategia, buen día a todos. —Finalizó poniéndose de pie, los presentes en plena emoción caminaron hacia el bufet charlando entre sí fuera del salón. Ellise y Dorian se acercaron cómplices mientras Roger adjuntaba los documentos por firmar, quien distraído entre sus pensamientos no se percató de la presencia de sus amigos.  

—¿Qué te han robado la maleta Roger? —Sorprendió Ellise con su mirada pizpireta, el hombre fijó la vista sobre sus mejillas y labios que parecían compartir el color rojizo entre sí. Y de manera inevitable su corazón latió desenfrenado, no obstante, no sintió el mismo escalofrío que había recorrido su cuerpo al admirar los curiosos ojos de la guapa desconocida en el aeropuerto. 




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