Sombrío Contrato

Capítulo 2: El misterio tras su muerte

Acta de defunción. 

Nombre del fallecido: Samael Evan Pierce. 

Hora del suceso: 5:30pm

Causa de muerte: Impactos de bala contra el pecho.

                                ~~°~~

—¿Qué ha pasado Elizabeth? —Consultó Evan sentado sobre la banqueta, su hermana yacía a un lado suyo con una compresa fría sobre la cabeza y la mirada vacía. 

—Dos horas, hace dos horas atrás estaba con él tomando el almuerzo —murmura—, y de pronto me llega una llamada del hospital diciéndome que papá estaba herido...se ha ido Evan. 

La voz temblorosa de Beth angustió a Evan quien se cubría el rostro con las manos, el mayor de los hermanos tuvo el valor suficiente de presentarse a la morgue del hospital y reconocer el cuerpo de su padre. La policía había estado hablando con el mismo médico que atendió a Elizabeth y ambos hermanos se mantenían en espera de poder saber la verdadera razón tras la muerte de progenitor. 

—Hay cosas inevitables Beth, tan inevitables como la misma muerte. —Reflexionó aún aturdido, todo había pasado demasiado pronto. 

Ella no entendió su comentario pero decidió callar unos instantes, toda esa información aún estaba procesándose dentro de su cabeza y no le dio tiempo suficiente de concentrarse en otra cosa que no fuese la culpa que sentía. Las palabras de su padre resonaban como una dolorosa melodía la cual se había quedado grabada en su mente "Si la muerte nos separa, me iré tranquilo sabiendo que cuidarás de tu madre y hermanos como debe ser". 

¿Acaso él presentía su muerte?

—¿Quién es ese hombre? El doctor... 

—Richard Wood. El hermano mayor de tu amiga Ellise y el médico de cabecera de papá, él era quien trataba su padecimiento del corazón. —Explicó, básicamente el coordinador del área de emergencias del hospital, el médico más joven en el cargo. 

Los pasos sobre el pasillo se hicieron presentes interrumpiendo la conversación entre los hermanos, el detective de la policía se hizo presente con una atípica expresión consternada, podría ser la primera vez en meses que un asunto como este ocurriese en las pacíficas calles de San Francisco. Evan se levantó con elegancia y estrechó la mano del hombre, el cual fijó su mirada en la bella Elizabeth, quien no deseaba escuchar lo que a continuación le caería encima como un balde de agua fría.

—Soy el agente Martin de la policía de San Francisco —se presentó—, me gustaría que me acompañaran a la estación de la central. —Solicitó, aquello sería únicamente el comienzo. 

Frente a la habitación de los interrogatorios el agente los recibió con una serie de fotografías sobre la mesa, en dichas imágenes se observaba la desagradable escena del crimen en el lugar del suceso. Evan reconoció las instalaciones de Taylor Studios, mismo lugar donde ambos se habían reunido para firmar el testamento que él había redactado a petición de su padre, algo no estaba bien y empezaba sospechar sobre ello, ante los misteriosos indicios que Samael les había brindado. 

—Hora de la muerte 5:30pm, recibimos una llamada de emergencias donde se solicitaba una intervención de la policía dentro de los estudios de un set de grabación. El dueño de la empresa se encontraba en su residencia cuando el crimen fue perpetrado, encontramos a Samael Pierce sobre el suelo con tres impactos de balas ubicados en el pecho. —La voz del detective resonó generando eco sobre la sala, Elizabeth hacía un sobreesfuerzo por no mirar a fondo las imágenes del cuerpo de su padre y decidió concentrarse en aquellas que le dieran un indicio de lo sucedido. 

—Las cámaras de seguridad, ustedes deben haber revisado las grabaciones —intervino Evan—. ¿Han encontrado alguna respuesta? 

El hombre menea la cabeza.

—Las cámaras fueron desactivadas a excepción de una de ellas, la memoria interna de la cámara ha sido dañada por una de las balas. Sin embargo, el equipo de informática del FBI intentará restaurarlo y se hará cargo del caso como tal —informó—, hasta el momento no podemos intervenir hasta que sea interrogado el dueño de la empresa en la que su padre fue encontrado sin vida. 

—Roger Taylor... —Dijo Beth, ganándose la completa atención de su hermano. 

                                (...)

—Roger... —Gimió la mujer dejando caer su cuerpo sobre la cama, su mirada descarada recorría el cuerpo de su amante admirando como propiamente llegaba a su clímax. Ella se cubrió el cuerpo con una sábana e intentó besar sus labios, él se alejó rápidamente rechazando el gesto y haciendo rabiar de enojo a su secretaria.

—Conoces las reglas, Alicia. —Sentenció.

Alicia Jones era su secretaria y amante fuera del trabajo, la mujer poseía una belleza exorbitante que contrarrestaba su mal carácter. Para Roger su trabajo en la oficina era considerablemente competente a comparación de sus antiguas secretarias. Se conformaba con su presencia en sus episodios de estrés con una sola regla dentro del juego, prohibía los besos durante el sexo.

—¡Joder Roger! —exclama—. A veces te comportas como un maldito crío. —Refunfuña.

—Los besos Alicia, son una conexión íntima que no deseo propasar contigo. Por lo que agradecería que recogieras tu ropa y te pudieras retirar, pues me duele la cabeza. —Dijo levantándose de la cama camino a la habitación de baño, con total indiferencia hacia la mujer.

Su mente tenía muy presente la imagen de esa desconocida mujer, su memoria grabó en lo más profundo de su ser la curvatura de sus labios, sus peculiares ojos y el aroma delicado de su perfume, atesorando el incidente en el aeropuerto como un regalo inesperado. Sabía a consciencia que la dueña de la maleta había estado dando vueltas sobre su cabeza la tarde entera y no había minuto alguno en el que no pensara en ella.




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