Estábamos todos ebrios, así que llamé un taxi para que os fueseis.
Te acercaste a mí tambaleándote hasta estar nuestros rostros a escasos sentímetros. Cerré los ojos para aspirar tu aroma que venía acompañado de tu aliento que olía a alcohol.
-Te quiero, Nicole- me dijiste para luego marcharte.
Tal vez en otra vida, Alessandro.