Cuando le pediste casarte con ella, gritó y te besó ante mi atenta mirada y la de todos.
Entonces supuse que esto era el fin de esta vida.
Tú estabas comprometido y yo con un bebé en camino.
Tras besaros ella fue a comentarlo con las demás mujeres de allí, y tú en vez de ir con los hombres, viniste hacia mí.
Nos dirigimos de nuevo al árbol para recostarnos otra vez pero sin bebida de por medio.
Me miraste y tomaste mi mano para después sonreírme y besarme levemente los labios.
-Te esperaré en nuestra otra vida, donde solo seremos nosotros.
-Donde yo solo te amaré a ti, Alessandro.