36.
Punto final.
Michaela.
Antes de llegar a casa le dije a Austin que quería hacer una cosa primero. Al principio pensé que le molestaría, pero se mostró comprensivo. Sabía que era necesario. Pero ante todo, él ya sabía que yo ya era suyo y él era mío. Ese era el poder de la confianza. En el cual la duda desaparece, y la certeza de que volverás a estar entre sus brazos existe.
Me acercó al bar que le había pedido y justo antes de marcharse me informó de lo siguiente:
—¿Podrías pasarme el número de tu papá?
Aquella pregunta me pilló desprevenida.
—¿De mi papá?
—De mi suegro, exacto. —Me reí ante su respuesta.
Aquello sonaba realmente bien.
—Claro, pero, ¿para qué?
—Quisiera hablar con él. —arqueé una ceja y él agregó: —. Prometo que iremos un día juntos a visitarle. —Me apoyé en la puerta ya abierta del coche, mis ojos entornados—. Espera, ¿acaso no me conoce? ¿Sabe que existo, no?
—Sabe perfectamente quién eres, Austin.
—Ah, bueno—resopló, calmado.
Pensé un poco, manteniendo el silencio y al final me decidí por confiar en él.
—De acuerdo—asentí, haciendo el amago de cerrar la puerta—. Solo recuerda que pensará que eres un cantante egocéntrico que se echará flores de vez en cuando por la fama que tienes.
—¿Eso piensa de mí?
Yo reí.
—Solo… no la cagues—sonreí, chismosa. Estaba gastándole una broma, pero creo que de verdad le había asustado. Su rostro se tornó pálido—. Austin, chill, todo va a ir bien. Luego te envío un mensaje para saber cómo está todo, ¿okey?
Me observó asustado y eso me hizo reír más.
—Te ríes de mis miserias. No es justo—comentó.
—¡Yo también te quiero! —grité caminando hacia atrás y dirigiéndome hacia el bar cerca de mi apartamento.
Observé cómo arrancó y de inmediato le envié el número de teléfono de mi padre por mensajes.
No sabía que haría o le diría, pero ojalá y todo torne bien. No quiero otra cosa que se llevasen bien.
***
Estuve un cuarto de hora esperándole en el bar desde que le envié un mensaje y el acabó por aceptar. Mientras tanto ‘Juice’ atronaba por la sala con la maravillosa voz de Harry Styles doblándola. Minutos después de que el camarero me trajese una coca cola zero él decidió aparecer.
Mark vestía una camisa blanca y unos pantalones oscuros de vestir. En definitiva volvía de trabajar. Su cabello castaño estaba un poco desordenado y tenía pequeñas ojeras casi imperceptibles bajo sus ojos marrones. En seguida que me vio se acercó. Andaba formal, pero su rostro no daba nada a concluir. No sabía cómo se sentía al respecto de esta quedada improvisada. Al igual que yo tampoco sabía comportarme.
Cuando se encontró a mi lado nos miramos fijamente, sin saber muy bien cómo comportarnos. No podía levantarme y darle dos besos, sería muy raro. No podía darle un beso en los labios, yo ya tenía un novio que me daba esos que yo tanto adoro. Tampoco podía darle un abrazo, ambos nos encontrábamos tensos. Se sentía raro no estar atraído hacia él. Parece ser que Austin había cambiado mucho en mí. Ahora todo mi amor incondicional ha viajado a su persona. A su increíble persona.
¿Qué narices hacía entonces? ¿Le saludaba casual?
—Hola—hablé primero desde que vi que él no tenía mucha iniciativa en hablar mucho o ser el primero en conversar.
Sonrió forzosamente, no sabiendo muy bien cómo sentirse.
—Hey—dijo finalmente—¿A qué se debe esto?
—Siéntate—empecé dando palmaditas en el asiento a mi lado en la barra—. Solo serán unos minutos. No te quitaré mucho tiempo. Sé que no querrás estar aquí conmigo, probablemente me odies, y…
—No te odio, Michaela—me interrumpió, sus cejas fruncidas.
Alcé una ceja, —Yo me odiaría a mí misma si fuera tú.
Apoyó ambos brazos, cruzados, sobre la barra y comentó, —Vale, sí, puede que al principio estuviese muy cabreado. Eso creo que debería de ser comprensible, pero igual, lo que más predominaba era el dolor. Sigue escociendo esto, igual. No sé porque me has llamado.
Asentí, entendiendo su posición, y él, sin cesar, prosiguió.
—Me dolía tener que escuchar aquello, pero… Sabía que era necesario. Me di cuenta que hacía ya tiempo que no era lo mismo. Yo lo sabía. Tú lo sabías. Pero nos equivocamos ambos. Tú porque no tenían claros tus sentimientos y me diste esperanzas de recuperar la normalidad; nuestra normalidad. Yo porque estaba ciegamente enamorado de ti que no me aceptaba a mí mismo que el ‘nosotros’ desapareció el día que…
—Que Austin llegó—completé cuando se calló de inmediato, inseguro si decirlo en alto o no—. Puedes decirlo.
—Sí, va a ser eso—suspiró— ¿Puedo hacerte una pregunta?
Su voz era tranquila, pero tampoco tanto como para declararse cálida. Algo había cambiado entre nosotros. No sabía si era a bien o a mal. Lo que sí sabía era que al menos no parecía odiarme. Sinceramente, hubiera esperado lo contrario.
Asentí ante su pregunta.
—¿Qué te da él que yo no te pude dar, Michaela? —sus ojos se entornaron un poco al frente, huyendo de mi mirada. Igualmente, supe que aquella pregunta le había hundido bastante al decirlo. Como si el dolor todavía no hubiera desvanecido por completo. Se notaba que la herida era reciente. Pero necesitaba cerrarla. Yo quería ayudarle a entender que él no hizo nada mal. Él no era el problema. Los sentimientos fueron distintos. Y esa fue la principal causa de nuestro desliz.
—Mark—le llamé, él me miró a los ojos. Los suyos castaños parecían resquebrajados de angustia—. Mark, tú no hiciste nada mal. No faltó nada que no pudieses darme. Diste todo lo que pudiste. Fui yo una gran parte de lo que sientes ahora. Tuve una gran culpa en todo esto. —Él me observó paciente, como siempre, esperando a que yo prosiguiera. —Siempre me quisiste, y yo también lo hice. Lo hago. Solo que ahora no de la misma manera que antes. Con el tiempo, desgraciadamente, aminoraron esos sentimientos. Fue real, Mark, no pienses que te engañé durante tanto tiempo, porque no fue así. Nunca hiciste nada mal. Y, Mark—le llamé, su semblante se mostraba derrotado—, eres precioso de amar. Siempre lo has sido, y siempre lo serás. Tienes un gran corazón, y me lo diste a mí con buenas intenciones. Ambos estábamos enamorados. Pero ahora te lo devuelvo—le toqué su brazo y lo froté en forma cariñosa—, para que se lo des a alguien que de verdad valga la pena de tu amor. Para alguien que te corresponda esos sentimientos tan fuertes y bellos que sientes cuando amas y estás enamorado. Solo tienes que darte tiempo para salir allá afuera. No será fácil, pero si necesitas que esté aquí para ayudarte a hacerlo no tienes más que pedírmelo. Si quieres hacerlo solo, eres completamente libre. Eres fuerte, Mark, mucho. Siempre he admirado eso de ti.