Somnus

E N T I E R R O

Funeraria local, Beazley

—No sé cómo haré para vivir sin su alegría, su optimismo, su frescura y su gran amor. Mi hermano nunca dejó de decirme cuánto me amaba, ni lo importante que era yo en su vida—Blaise intentaba controlar las lágrimas que no dejaban de deslizarse por su mejilla— No sé cómo haré para vivir sin sus palabras de aliento, de confianza y de orgullo.

Blaise observó el cajón que resguardaba el cuerpo de Neil con un gran abatimiento.

—No cambiaría nada de lo vivido con Neil… Sufrimos el abandono de nuestro padre y perdimos a nuestra madre siendo muy jóvenes, aun así siempre mantuvimos el recuerdo vivo de nuestra madre, quien hizo todo lo posible por sacarnos adelante, al igual que intente hacerlo yo con Niel luego de su fallecimiento— Blaise formó una sonrisa melancólica—Espero que desde lo más alto me estés oyendo y me sigas oyendo cada día porque creo que nunca podré dejar de hablar contigo y regañarte por cosas sin sentido.

Los presentes observaron como el cajón que resguardaba a Neil bajaba con lentitud hacia la fosa en la que residiría de ahora en más.

Una vez que el cajón llego al final de foso, Blaise se acercó hacia él con una rosa blanca en manos para seguidamente lanzarla hacia su interior.

—Voy a extrañarte horrores, Neil, pero me consuela el saber que nuestra madre cuidara de ti.

Los presentes imitaron su acción y tomaron una rosa blanca para arrojarla dentro del foso.

Lain y Callen observaron la pasada en silencio, sabían que no tenían derecho de entregarle una rosa blanca a Neil.

Blaise tomó dos rosas blancas y se acercó hacia ellos para posteriormente entregarle una rosa a cada uno.

—Dejen de culparse, en su lugar, hagan todo lo posible para atrapar al monstruo que le arrebato la vida a pequeño hermano— consoló.

Ambos asintieron con total aflicción y fue Callen quien tomó la iniciativa de depositar la rosa. 

Avanzó hacia el cajón con pasos lentos y llenos de culpa. Se posicionó de pie frente a la fosa y observó momentáneamente el cajón.

—Siento haber llegado tarde, Neil, pero prometo que haremos todo lo posible para atrapar al verdadero culpable y nos aseguraremos de que pase el resto de su vida tras las rejas.

Y lanzó la rosa hacia el cajón.

Lain imito la acción de Callen.

—Oíste bien a Callen, ¿verdad?. No descansaremos hasta no verlo tras las rejas.

Y depositó la rosa dentro del foso.

Los presentes observaron con detenimiento como la fosa era cubierta con tierra y una vez finalizado, los presentes comenzaron a retirarse.

—¡Neil!— se oyó una voz masculina desgarradora.

Tanto Blaise como Lain y Callen se giraron hacia la voz.

—¡Neil!— volvió a gritar.

La mirada de Blaise se transformó completamente al observar al hombre parado de pie.

En su rostro, el abatimiento se había mezclado con una furia incontrolable.

Blaise avanzó hacia el hombre con rápidos pasos y un puñetazo fue depositado en el rostro del hombre para posteriormente abalanzarse hacia él.

—¡¿Qué crees que haces aquí?!— Blaise tomó al hombre de su atuendo con gran desagrado.

Lain y Callen rápidamente se acercaron hacia ellos e intentaron detener a Blaise, quien no dejaba de golpear al hombre.

—¡Detente, Blaise!— pidió Callen, pero no tenía planes de hacerlo.

—¡He preguntado que haces aquí! ¿Piensas que tienes derecho a asistir incluso después de abandonarnos a nuestra suerte?— interrogó Blaise con completo frenesí.

Tanto Lain como Callen tomaron a Blaise y lo separaron del hombre, quien se quedó esparcido en el suelo con la sangre deslizándose por sus labios.

—Está bien, Blaise. Merezco ser golpeado incansablemente— se oyó la voz del hombre mientras las lágrimas inundaban su rostro.

—¿Estás llorando?— Blaise intentó safazarse de Lain y Callen, pero ellos lo tomaron con mayor fuerza—¡No tienes derecho a siquiera llorar!— y el abatimiento volvió a tomar control sobre el cuerpo de Blaise, quien comenzó a llorar desconsoladamente—¡Trae a Neil de regreso si quieres hacer algo para remediar el daño que nos has causado!

Blaise se desplomó hacia la acera. Callen y Lain finalmente lo soltaron y se hicieron a un lado. Debian darle espacio para que pudiera desahogarse ante tan inesperado.

Callen se acercó hacia el hombre y estiro su mano hacia él.

—Levántese, señor Lahoz.

El hombre observó extrañado a Callen.

—¿Quién eres?

—Soy Callen Messinas, estoy a cargo del caso de Neil en conjunto con mi compañero, Lain.

El hombre tomó su mano y entre quejidos de dolor, retomó su postura.

—¿El caso de Neil? ¿Qué quiere decir?— interrogó atónito.

—¿No sabe de qué manera falleció su hijo?

El hombre negó con la cabeza.

—No debo ser yo quien deba decírselo. Hable con Blaise y si regresó para quedarse, haga las cosas bien esta vez, de lo contrario, le pido que no le cause más daño a Blaise, ya es suficiente con lo de Neil.

Callen se acercó hacia Blaise y palmeó su hombro.

—Escucha lo que tiene para decir, tal vez no sea demasiado tarde para ustedes dos— sugirió Callen—Llámanos si necesitas algo.

Tanto Lain como Callen se despidieron de Blaise y se dirigieron hacia la estación en búsqueda de Sabas para seguidamente ir de visita a Keen, para ver a la señora Dolz.

—¿Recuerdas algo sobre ella?— interrogó Lain.

Callen negó con la cabeza.

—Ni siquiera recordaba a la señora Bailen. Muchos de los recuerdos se han esfumado, si no era porque nuestra estación se hizo cargo del caso, jamás hubiera podido recordar lo que paso aquel día. En fin, en cuanto atrapemos al culpable, haré todo lo posible por recuperar todos los recuerdos olvidados— aseguró.

Un viaje de cincuenta minutos después, habían llegado al pequeño pueblo de Keen.

—Es realmente pequeño— comentó Sabas al bajar del vehículo.




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