Somnus

M U S E O

Noticiero matutino, estación Beazley.

—Un pequeño niño de nueve años, llamado Jayden, ha desaparecido el día jueves en el centro comercial Siduk alrededor de las nueve de la noche. El pequeño se encontraba de compras junto con su madre, quien en un momento de descuido, no notó la ausencia del pequeño— informó el conductor de un programa de noticias.

—Como podemos observar en la grabación, el pequeño sigue su camino hasta el carrusel para seguidamente ir tras una mujer con un vestido rojo y un gorro de verano negro— informó su compañera.

—Una grabación en la tienda frontal al centro comercial, se puede observar nuevamente a Jayden caminando detrás de la mujer, pero esta vez, la misma se detiene y se gira hacia el pequeño para posteriormente tomar su mano y caminar con total naturalidad.

—Si alguien ha visto a Jayden o recuerda haber visto a la mujer en el centro comercial, les pedimos su colaboración.

Una foto de Jayden Bassinas fue expuesta a un lado de la pantalla.

—La policía local está ofreciendo una recompensa a quien brinde una información útil, al teléfono que aparecerá en pantalla.

—Esperamos su colaboración para poder encontrar rápidamente al pequeño Jayden.

—Y esas fueron las noticias de la mañana, nos encontramos el día de mañana en otra emisión más de Noticias Matutinas, mi nombre es Jan Goumas.

—Y yo soy Shira Klein. Gracias como siempre por estar del otro lado y le deseamos que tengan un buen día. 

El Equipo Uno se encontraba frente al televisor de la estación con gran expectativa ante la noticia.

—Wow, ¿no es genial mi hermana?— alardeó Sabas.

—Lo es, bien hecho— felicitó Buckley.

—Buen trabajo, Sabas— se sumó Callen.

—¿No vas a felicitarme?— indagó a Lain mientras fruncía su rostro.

Lain se acercó hacia el y lo observó de cerca.

—Por casualidad, ¿tienes alguna dolencia en el rostro?— indagó con diversión.

Sabas lo observó con molestia.

—Ni quería que lo hicieras— se quejó.

Lain frotó el cabello de Sabas con fervor.

—¡Buen trabajo! ¡Nuestro pequeño ha hecho un gran trabajo!

Los presentes rieron ante la escena, al igual que Sabas.

—Bien, lo próximo que haremos es ir de visita al museo para hablar con Keb Bailen— ordenó Buckley.

—¿Haremos?— interrogó Athan—¿Iras con ellos?

—Si, fui invitado a los recorridos, ¿recuerdas?. Mi cómoda silla me está comenzando a molestar.

Los presentes desviaron la mirada, mientras que Callen inclinó la cabeza avergonzado.

—Recuérdenme que trate mi temperamento en las sesiones terapéuticas.

—Bien, vámonos— ordenó Buckley.

Los cuatro salieron hasta la entrada de la estación.

—Esperen un momento aquí— pidió Buckley.

Los tres asintieron y quedaron a la espera de Buckley, quien apareció al cabo de minutos con una camioneta familiar nueva que contaba con siete asientos.

Buckley bajó de la camioneta.

—Nos la han dado finalmente— informó Buckley en referencia a la camioneta.

Sabas corrió con emoción hacia el vehículo y rápidamente examinó el interior.

 —¡Wow, es increíble!— esbozó con exaltación para seguidamente ubicarse en uno de los asientos y ponerse el cinturón de seguridad—¡Ya estoy listo, vámonos!

Lain y Callen sonrieron ante la emoción de Sabas.

—¿Nunca ha visto una camioneta antes?— indagó Buckley con diversión—Una cosa más agente, Klein.

Sabas lo observó extrañado y bajó del vehículo.

Buckley extendió las llaves del vehículo hacia el.

—Sé que mueres por conducirla, por eso te confiaremos nuestras vidas. Conduzcamos con extrema precaución, ¿de acuerdo?— pidió.

—Yo paso, aún me queda mucho tiempo por vivir— bromeó Lain.

—¡Ni siquiera le he hecho un rasguño a tu coche!— se defendió.

—No es lo mismo cuando tú estás frente al volante y yo de acompañante.

—Ve por tu cuenta entonces.

Sabas se dirigió hacia el asiento del conductor y nuevamente se colocó el cinturón de seguridad para seguidamente encender el vehículo y tocar bocina.

—¡Vámonos!— pidió.

Buckley y Callen subieron al vehículo para posteriormente colocarse los cinturones de seguridad y luego de pensarlo momentáneamente, Lain imitó su acción.

Sabas formó una sonrisa de triunfo al observar a Lain subiendo a la camioneta.

Durante el camino, Athan se comunicó con Buckley, quien puso la llamada en modo altavoz.

—¿Qué has hallado, Athan?— interrogó Buckley.

—El museo se llama Belle Arts, fue inaugurado en el año mil ochoscientos noventa y seis, por el director Duprat. Cuenta con un total de cuatro pisos y un estacionamiento subterráneo. Cuenta con un total de sesenta empleados distribuidos a lo largo del edificio. Cuenta con un total de doce mil setecientos trece obras, pero solo setecientos cuarenta y siete se encuentran en exposición. Hubo reportes acerca de que alrededor de diez obras han desaparecido del museo.

—¿Diez obras?— interrogó Callen.

—Si, las obras están valuadas en aproximadamente diez mil dorales, al menos las más accesibles.

—Bien, ¿qué puedes decirnos acerca de Bailen?

—Ingresó como empleado en el museo hace tres años como guardia de seguridad del sitio, es toda la información que hay sobre el.

—De acuerdo, te lo agradecemos, Athan.

La llamada finalizó y el equipo había arribado al lugar para seguidamente estacionar el vehículo en el estacionamiento subterráneo.

—Nos separaremos para cubrir los cuatro pisos, en la búsqueda de Bailen— ordenó Buckley.

Los tres asintieron.

Callen se encargaría del último piso, mientras que Lain cubriría el tercer piso, Buckley el segundo y Sabas el primero.

Callen tomó el elevador hasta el último piso para seguidamente adentrarse en un largo pasillo que exponía algunas obras realizadas en pintura.




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