Callen bajó de su vehículo y trago saliva. Había pasado un largo de tiempo desde que no veía a sus padres.
Caminó con pasos lentos hasta la casa y rascó su cabeza antes de tocar la puerta de la entrada.
Dio tres golpes para alejarse unos centímetros de la puerta a la espera de ser atendido.
Con los nervios a flor de piel y sus manos temblando, observó la puerta, con completo miedo a que no quieran recibirlo.
Callen comenzó a frotar sus manos, una clara señal de temor.
Un sonido provino de exterior para seguidamente entreabrirse la puerta.
—¿Quién es?— se oyó una voz femenina del otro lado.
Avanzó unos pasos hacia la puerta.
—Soy yo mama, Callen— respondió intranquilo.
La mujer abrió la puerta de par en par, para seguidamente llevar ambas manos a su boca con asombro, y sus ojos no tardaron en cristalizarse.
—¿Realmente eres tú?— interrogó la mujer completamente pasmada.
Los ojos de Callen se cristalizaron de igual forma y la mujer avanzó hacia el para envolverlo en un abrazo.
—No puedo creer que seas tú— comentó con las palabras entrecortadas.
—Siento no haber venido antes— se disculpó mientras correspondía su abrazo.
—¿Quién era, Cyrene?— se oyó desde adentro la voz de un hombre mayor.
El hombre avanzó hacia la entrada principal para seguidamente quedar inmóvil al observar a Callen.
—¿Callen?— indagó el hombre para posteriormente avanzar unos pasos hacia el—¿Eres tú?
Callen asintió repetitivamente mientras una lágrima caía por su mejilla.
—Soy yo, papa.
Y el hombre rápidamente se unió al abrazo mientras que una lágrima se formaba en sus ojos.
Se adentraron en la casa y Callen examinó cada rincón de ella. No la visitaba desde que había decido mudarse.
—Nada ha cambiado, ¿verdad?— interrogó Cyrene mientras preparaba tres tazas de café.
Callen sonrió ante la pregunta y es que todo se encontraba tal como lo recordaba.
—Todo se mantiene igual— respondió mientras observaba los retratos familiares en los que solía sonreír junto a ellos.
—Incluso tu habitación continua de la misma forma, ¿quieres ir a echar un vistazo?— ofreció Darien, su padre.
Callen levantó la mirada hacia el segundo piso, en donde se solía encontrar su habitación para seguidamente asentir.
Con pasos lentos avanzo hasta el segundo piso y observó la entrada de la habitación que aún llevaba un cartel con su nombre en el.
Caminó hasta la puerta para seguidamente tomar la perilla y girarla con lentitud.
Se adentró en la habitación para posteriormente cerrar la puerta.
Examinó con gran nostalgia cada rincón de ella y se detuvo en la litera. Observó debajo de ella la manta y almohadilla que solía compartir junto con su madre.
Tomó asiento sobre ella y observo en la mesilla, junto a su lado, una fotografía de el. Una fotografía en la que podía observarse sonriente junto a la casa del árbol en el patio de la casa, que su padre había construido para el.
Se acercó hasta la ventana frente a el y corrió la cortina para llevar la mirada hacia la casa en el árbol que aún se mantenía allí.
—Todo continua de la misma forma— pensó en alto.
Se acercó hasta el ropero en el que solía resguardar sus prendas y lo abrió con curiosidad. Estaba vacío a excepción de un juguete, un oso de peluche.
Callen se agachó a la altura del juguete, para seguidamente tomarlo y un dolor de cabeza invadió su mente.
"—¿Te gusta? Lo he comprado para ti"
Oyó una voz femenina mientras se tomaba la cabeza con ambas manos y caía hacia el pavimento.
El juguete se desprendió de sus manos y el dolor desapareció.
La respiración de Callen se había descontrolado y recordó lo que sus padres le enseñaron cuando estuviera en una situación en la que no pudiera respirar correctamente, levantar ambos brazos hacia arriba para lograr normalizarla.
Lentamente, su respiración se fue normalizando y cuando pudo notarlo, las lágrimas se deslizaban por su rostro.
—¿Qué está ocurriendo?— preguntó para si mismo.
Callen retomó la postura y salió de la habitación para seguidamente regresar con sus padres.
—¿Te encuentras bien?— interrogó Darien.
—Estoy bien— respondió con una sonrisa forzada—Solo que es un poco abrumador todo esto.
La señora Cyrene ubicó las tasas de café en medio de la mesa en la sala y se acomodaron a su alrededor.
—Aún te sigue gustando el café, ¿verdad?— interrogó Cyrene.
—No lo has olvidado— respondió con una mueca.
—¿Cómo va todo en el trabajo?— interrogó Darien mientras degustaba su taza de café.
—Honestamente, están algo complicadas últimamente.
—Hemos oído en las noticias que han atrapado al reciente asesino— acotó Cyrene.
—Bien, entonces saben a qué caso nos recuerda. Merecen obtener respuestas, ¿qué desean saber?
—Sabes que solo nos importa como te has sentido. Fue realmente difícil, ¿verdad?
—Mentiría si dijera que no lo fue y que no lo es. Sobre todo porque la persona a la que encerraron, no es el verdadero asesino.
Sus padres lo observaron con asombro.
—¿No lo es?
Callen negó con la cabeza.
—Inculparon a alguien inocente porque las autoridades mayores quería cerrar el caso lo más antes posible y es por eso que incriminaron a alguien inocente.
—No puede ser posible— se quejó Darien.
—Es por eso que mi equipo y yo estamos tratando de atrapar al verdadero asesino.
Cyrene se acercó hacia Callen para posteriormente rodearlo en un abrazo.
—No debes soportar todo por ti mismo, Callen. ¿Por qué no has venido antes?, sabes que te hubiéramos acompañado en desde el inicio— Cyrene se alejó de Callen para seguidamente apoyar una de sus manos sobre su rostro—¿Por qué no has venido con anterioridad?
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Editado: 21.08.2022