Somnus

A F R O N T A R

Nuevamente, Callen se encontraba recostado sobre el diván frente al doctor Neila.

—¿Como estas sobrellevando la muerte de tu compañero?

—Con culpabilidad. Si lo hubiéramos atrapado con anticipación, no habrían querido deshacerse de él.

—Sin embargo no has sido tú el responsable de su muerte. Puedes sentir tristeza y aflicción, pero no es algo de lo que debas responsabilizarte. Ante situaciones similares, es normal pensar en que si hubiéramos cambiado los factores, tal vez hubiera sido diferente, pero tal vez no. Hay muchas interrogantes que no tendrán jamás una respuesta, como por ejemplo, si lo hubieran atrapado, encontraba la forma de escapar, ¿cómo estás seguro de que no hubiera tomado represalias en su contra o en cualquiera de ustedes? 

—Tal vez, no era Sabas quien debía ir aquel día. Podría haber sido alguien más y se hubiera sentido de la misma manera— respondió con la voz apagada. 

—Como agente policial, deberías saber que en el camino perderás gente a tu alrededor, incluso tú estás expuesto al peligro.

—Lo sé, es solo que no es justo.

—¿Hay muertes justas?

—No me molestaría que alguien que causó gran daño muera.

—¿De esa manera se revertirán las situaciones?, ¿las víctimas volverán a la vida?, ¿o las víctimas quienes han sufrido gran daño dejaran de sentirlo y olvidaran lo ocurrido?

Callen se silenció ante su pregunta.

—¿No crees que es injusto que simplemente dejen este mundo en vez de que paguen por sus crímenes?. Si me lo preguntas, pienso que el simple hecho de que tengan ese beneficio, únicamente hace que lo que hicieron simplemente desaparezca junto con ellos, ¿qué hay de las víctimas entonces?

—Aun así, eso no hará que Sabas regrese a la vida.

—No lo hará, pero hubieran hecho justicia por él. Es por eso que deben hacer su mayor esfuerzo por atraparlo. 

—¿Y si no podemos hacerlo?

—Deberías tener más confianza en ti y tus compañeros. 

—No es eso, es solo que nunca habíamos tratado con alguien así.

—No puede esconderse por siempre. 

—No esté tan seguro.

—He seguido el caso de cerca, y personas como él se aburren con facilidad si no son atrapadas.

—¿Entonces porque no nos facilita su encuentro?

—Porque eso lo haría más aburrido y progresivamente su aburrimiento aumentara hasta que decida entregarse por si solo, pero para entonces habrá un sin fin de víctimas. Piénselo de esta manera, todos los criminales tiene algo para decir, ya sea hacia las autoridades, la sociedad o alguien en especial.

—¿Como un mensaje?

—O algo que quieran demostrar.

—¿Cree que por eso asesinó a Neil Bonzo?

—Piense en ello detenidamente y encontrará la respuesta por si solo. 

Callen asintió.

—Tal vez no nos estamos esforzando lo suficiente.

—Invierte los roles, no pienses como un agente, piense como él y entonces podrá darle otro rumbo a la investigación.

—Lo intentaré, se lo agradezco, doctor. 

—Respecto a tus problemas para conciliar el sueño en literas, ¿lo has trabajado?

—No puedo hacerlo, simplemente no puedo y odio no saber la razón.

—Recuerda que muchas veces, debido a situaciones particulares, nos apegamos a objetos o lugares que no hacen sentir protegidos. ¿Te sientes de esa forma?

—Tal vez, nunca he indagado al respecto. Lo he hecho desde pequeño, por lo que no es extraño para mí.

—Una situación o varias han desatado ese tipo de hábito. ¿Ha hablado con su madre al respecto?

—Decía que tal vez estaría relacionado con la convivencia. Si las discusiones eran habituales, es probable que me refugiara debajo de la litera.

En ese momento, un dolor de cabeza invadió a Callen, por lo que la tomó entre sus manos hasta que el dolor se fue desvaneciendo con lentitud.

—¿Se encuentra bien?

Callen levantó el rostro hacia el doctor Neila con una mirada completamente inocente.

—Lo recuerdo— comentó Callen—Ahora lo recuerdo.

—¿Lo recuerdas? ¿Qué es lo que recuerdas?— interrogó Neila con desentendimiento.

—La razón por la que dormía debajo de la litera.

Neila lo observo con cierto interés.

—¿De repente lo recuerdas?

—Usted sabe mejor que nadie que nunca había intentado recuperar mis recuerdos, por lo que supongo que su ayuda está siendo efectiva.

Neila asintió con cierta desconfianza.

—¿Qué recuerdas?

—Ese día— en su rostro sé lucia una mirada afligida.

Neila se encontraba completamente pasmado ante sus palabras y observó de reojo la cámara con la que suele grabar las sesiones de los pacientes.

—Hace un momento no lo recordabas.

Callen no emitió respuesta alguna.

—¿Puedes contarme lo que recuerdas de ese día?

Callen fregó sus manos entre si y agachó la mirada.

—Está bien, puedes tomarte el tiempo que necesites— consoló Neila.

Callen levantó la mirada.

—Como cotidianamente lo hacía, aquella mañana debía asistir al colegio. El estaba frente al televisor mientras que ella se encontraba trabajando en una escultura y los oí discutiendo desde mi habitación acerca de quien iría por mí en la tarde, pero ninguno de ellos podía hacerlo. 

La mano de Callen comenzó a temblar ligeramente.

—La discusión comenzó a acalorarse y me resguardé debajo de la litera. Oí un grito, un grito de dolor y luego un golpe, no sé dé qué, pero continúe debajo de la litera hasta que tiempo después las voces dejaron de oírse y mis ojos comenzaron a cerrarse.

Los ojos de Callen se cristalizaron.

—A la mañana siguiente, camine hasta la cocina y observé a mi madre frente a la encimera. La llamé incontables veces, pero no obtuve respuesta alguna y sabía que algo no andaba bien. Recordé lo que la señora Bailen me había dicho una vez, que si sentía que algo no andaba bien, que llamara a la policía y me ayudó a memorizar los tres dígitos, fue en ese momento que tomó su teléfono y llamé a la policía. 




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