Somnus

R O S T R O S

Callen se quedó de pie en medio del pasillo completamente inmovilizado, cuando de pronto vio a lo que parecía ser un pequeño niño al final del mismo.

—Callen— oyó en un eco la voz de un pequeño que llamaba su nombre.

Lo observó con extrañeza y caminó hacia él.

—¿Quién eres?— y el eco de su voz resonó por toda el lugar.

—No puedes saberlo hasta no descubrir quien es él— respondió la voz del niño.

—¿El?— y mientras Callen avanzaba hasta el pequeño, más se alargaba el pasillo.

—Busca entre tus recuerdos, somos parte de ti.

—¿Somos?, ¿quiénes son parte de mí?

—No te duermas, solo así lo descubrirás.

Y el pequeño se desvaneció.

—¡Espera!— gritó Callen, pero fue en vano, ya no había rastros del niño.

Dio una mirada a su alrededor, pero no había nada más que las puertas a los lados.

Se detuvo junto a la puerta que se encontraba frente a la puerta de Lua Basil.

"Neil Bonzo"

—¿Neil?

Y sin dudarlo, se adentró a la puerta de Neil. 

Nuevamente, se encontraba en la calle frente al bar, pero esta vez, el lugar lucia más desolado y rebuscó el teléfono para observar la fecha, cinco de marzo.

—¿Otra vez?

Y buscó la hora en la que se encontraba.

"02:00 de la madrugada"

—¿Por qué regrese nuevamente a esta fecha y hora?— se preguntó a sí mismo.

Corrió hacia el bar y se detuvo frente a la entrada cuando una extraña sensación recorrió su cuerpo y es que la mujer, quien ahora sabia que se trataba de Lua Basil, había pasado como si nada a través de él para perderse entre la muchedumbre.

Esta vez sabia hacia donde se dirigía Lua, la barra de tragos y nuevamente se abrió paso entre las personas para llegar hacia ella.

Al llegar hasta ella, algo había cambiado, esta vez el hombre de la barra, que anteriormente no tenía rostro, contaba con uno y era un rostro familiar, el de Neil Bonzo.

Lua y el hombre se levantaron de la barra de tragos y cuando quiso ir tras ellos, algo lo detuvo, algo que no le permitía avanzar, pero no sabía que era y no pudo hacer más que ver como salían del lugar.

Se giró hacia Neil, quien lucia una alegre sonrisa mientras interactuaba con los clientes del sitio. Callen se acomodó en una de las banquetas y ni hizo más que observar a Neil mientras que el tiempo pasaba hasta que se hizo las cuatro de la madrugada y para entonces, la muchedumbre se había reducido a unas cuentas personas.

—¿Ya te vas a casa?— interrogó uno de los empleados que se acomodó tras la barra mientras Neil tomaba un bolso que acomodó sobre uno de sus hombros.

—Si, realmente estoy agotado— respondió— Solo terminaré de limpiar la barra y luego me iré a casa.

—Ve a casa, yo puedo hacerlo— ofreció el compañero.

—No te preocupes, ya casi termino.

Para cuando Callen observó la hora en el teléfono, las cuatro y media habían llegado. Fue allí cuando Neil se dirigió hasta la salida luego de despedirse de sus compañeros.

Callen imito su acción y esta vez, lo que antes lo detenía, ya no estaba.

Al salir del lugar, una sensación de temor recorrió el cuerpo de Callen y de alguna manera, podía sentir que el hombre sin rostro se encontraba cerca. Lo busco entre la oscuridad de la noche y lo encontró frente al bar, donde había estado con anterioridad, pero se movió una vez que Neil comenzó a caminar por la acera.

El hombre observa a la distancia a Neil, quien se detiene frente a una residencia, en la que Callen ya habia estado, para posteriormente adentrarse a él.

Neil sube las escaleras y el hombre imita su acción, mientras que Callen sube las escaleras luego de ellos dos.

"Casa 31"

El hombre sonríe con malicia y antes de que Neil pudiera cerrar la puerta de la unidad, el hombre la detiene.

Neil lo observa extrañado y atónito, mientras que Callen se acerca un poco más hacia ellos.

—¿Quién es usted?— interroga el joven al observar al hombre quien llevaba una mascarilla que cubría la mitad de su rostro y guantes descartables en color negro, sin embargo, Callen lo seguía viendo como alguien sin rostro.

—Realmente es una lástima, siendo tan joven...— se oye que comenta el hombre.

El hombre empuja a Neil hacia el interior de la unidad y este cae de espaldas hacia la acera.

La puerta de ingreso se cierra, mientras que Callen logra ingresar a la unidad antes de su cierre.

Neil lo observa con el terror apoderándose de su rostro.

—¿Qué está haciendo? ¿Quién es usted?— vuelve a preguntar nuevamente y su respiración comienza a acelerarse.

Y la mujer del vestido rojo y el pequeño nino vuelven a aparecer junto al hombre.

—No es divertido si simplemente lo asesinamos— se oye la voz de la mujer.

—¿Qué deberíamos hacer entonces?— esbozó el hombre en respuesta.

—¿Qué?— respondió Neil con la voz entrecortada.

El hombre soltó una risa divertida.

—Lo siento, pueden ser realmente ruidosos, algunas veces— se disculpó.

Callen lo observa espantado.

—¿De qué habla? ¿Por qué está haciéndome esto?— los ojos del joven se tornaron vidriosos.

—¿Qué tal si jugamos a un juego?— sugiere la mujer.

—¡Qué divertido!— comenta el pequeño con emoción.

—¿Un juego?— interrogó el hombre.

—Te quitas la mascarilla y si te reconoce inmediatamente entonces le concedemos una muerte lenta y dolorosa, si no lo hace, de todos modos lo asesinaremos porque para entonces habría visto tu rostro, pero podemos ahorrarle dolor y concederle una muerte rápida.

El hombre formó una sonrisa.

—También podríamos dejarlo como un souvenir en el lugar en que nos conocimos— vuelve a sugerir la mujer.

—¿El bar?— el hombre suspiró en una queja— Eso arruinaría nuestro mensaje.

—¿Qué importa el mensaje ahora? La policía está detrás de nosotros, divirtámonos un poco y luego continuaremos con el mensaje.




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