Somnus

M I E D O

Al adentrarse en la puerta de Jayden, una gran centro comercial le dio la bienvenida. El centro comercial "Siduk", de donde había desaparecido el pequeño.

Callen, tomó el teléfono y buscó la hora.

 

"Ocho de la noche"

 

Se encontraba en el segundo piso, cerca de la tienda en la que se encontraba la madre del pequeño al momento de la desaparición.

Caminó hasta la tienda de ropa, pero la madre aún no se encontraba allí. Examinó su alrededor, sabía que el hombre sin rostro tenía que estar cerca.

Al otro lado del centro comercial, pudo encontrar al hombre, sin embargo, este no estaba solo, había una mujer que llevaba un vestido rojo como atuendo, junto a él, pero no era la mujer que había visto con anterioridad, tenía una extraña sensación al respecto.

Callen caminó hacia ellos y al observar a la mujer, notó que esta tampoco tenía rostro, sin embargo, le resultaba extrañamente familiar.

—¿El segundo hombre?— preguntó en un susurro.

—Ya sabes qué hacer— esbozó el segundo hombre.

Y comenzó a caminar en dirección hacia el carrusel, mientras que el primer hombre se dirigió en dirección contraria hasta la tienda de ropa y se acomodó a un lado de la misma, como si esperase por alguien.

Callen tomó nuevamente el teléfono.

"Ocho y media de la noche"

—¿Podemos ir al carrusel?— interrogó la voz de un pequeño.

Buscó al dueño de la voz y observo a Jayden junto con su madre, quien bestia un tapado y debajo de el, un vestido rojo, mientras subían al segundo piso por las escaleras mecánicas.

—Claro que si, pero antes debo realizar otras compras que no tomaran mucho tiempo— respondió la madre con una amplia sonrisa.

Ambos caminaron hasta la tienda de ropa.

—¿Quieres esperar aquí fuera?— interrogó la madre a Jayden— Sé que te resulta aburrido el verme comprar ropa.

Jayden asintió en respuesta.

—Bien, pero no quiero que te alejes demasiado, ¿de acuerdo?— pidió.

—No voy a alejarme, mama.

—Volveré lo más rápido posible— y la madre acarició el cabello del pequeño para seguidamente adentrarse en la tienda.

No pasó mucho tiempo hasta que el pequeño comenzó a caminar por si solo en dirección al carrusel.

El hombre no se inmovilizó cuando el pequeño pasó por su lado y simplemente permaneció en la misma posición.

—¿Qué está esperando?— se preguntó Callen.

Observó al pequeño frente a la atracción, mirándola con completa ilusión y así se mantuvo momentáneamente.

A la distancia, observó al segundo hombre con el vestido rojo y esta vez estaba acompañado de un gorro de verano.

Se ubicó cerca del pequeño y este llevó la mirada hacia ella.

Comenzó a caminar en dirección a la salida y el pequeño fue tras él.

Callen quiso seguir los pasos del pequeño, pero no fue posible.

El primer hombre caminó hasta la tienda y con cautela, cerró la puerta de entrada mientras ponía una traba temporal en ella.

El hombre caminó en dirección a la salida y fue allí que Callen pudo avanzar.

Al salir al exterior del lugar, encontró tanto al segundo hombre como al pequeño. 

—Has dicho que podíamos ir al carrusel— se quejó el pequeño.

El hombre se gira hacia el pequeño.

—¿Quieres jugar a algo aún más divertido?— interroga el hombre imitando una voz femenina.

—¿Qué pasó con tu voz?— interroga el nene con curiosidad.

—No te preocupes por ellos. Entonces, ¿qué dices?, ¿quieres jugar a algo superdivertido?

El niño asintió con emoción.

El hombre extendió la mano hacia Jayden y este la tomó sin dudarlo mientras que el hombre caminaba tras ellos.

Llegaron hasta un vehículo que Callen había visto en las puertas anteriores.

—¿De quién es este auto?— preguntó el pequeño.

El primer hombre tomó de uno de sus bolsillos un líquido en conjunto con un pañuelo y seguidamente llenar el pañuelo con el líquido. 

Tomó a Jayden por detrás y presionó el pañuelo sobre la nariz del pequeño.

Metieron al pequeño en la parte trasera del vehículo y ambos hombres se adentraron en el vehículo.

El vehículo se encendió y Callen observó como se alejaba.

Buscó la puerta de salida y la encontró a la distancia, pero al adentrarse en ella, apareció en las escaleras del sótano de la residencia en donde comenzó a oír el mismo silbido.

—¿Es necesario acabar con su vida?— oyó que pregunto un pequeño niño.

Callen bajó las escaleras del sótano y observó al pequeño que vio en la residencia de Neil y la señora Ros.

—¿Ailan?— interrogó el segundo hombre.

A lo que el pequeño asintió.

—¿Se llama Ailan?— Callen se extrañó al oírlo.

—¿Quieres que lo dejemos con vida?

El pequeño volvió a asentir nuevamente.

—¿Por qué habría de hacerlo?

—Es como yo, no tiene la culpa de lo que hacen los adultos.

—¿Qué hay entonces del mensaje?

—No será un inconveniente. No ha visto nuestras caras, no va a traernos problemas.

—¿Tomarás la responsabilidad si eso sucede?

—Prometo hacerlo.

—Te escucharé por los viejos tiempos.

Callen lo observó con desacierto.

—¿A qué se refiere con los viejos tiempos?

El hombre comenzó a pincelar al pequeño con cera mientras se aseguraba de no cubrir sus fosas nasales.

—¿Es por eso que no lo asesinó?

Callen regresó hasta las escaleras para seguidamente salir por la puerta del sótano y en su lugar, se encontró en un extraño lugar.

Apareció de pie en medio de un ancho pasillo decorado con carteles, anuncios, dibujos y a sus lados, podía observar una larga fila de casilleros y unas cuantas puertas.

—¿Un colegio? 

Callen se acercó hasta una de las puertas y observo a través de la ventanilla transparente que tenía sobre ella.




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