Somnus

C A M

Residencia Tous

Callen, catorce años.

 

Cyrene se encontraba de pie frente a Callen, quien acababa de llegar de la Academia.

—He recibido un llamado de la Academia— Cyrene lo observaba con completa aflicción— Fuiste tú, ¿verdad?

Callen la observó con indiferencia.

—¿Por qué me responsabilizan por la muerte de alguien que acabó con su vida por voluntad propia?

—¡Callen...!— la voz de Cyrene se quebrajó.

Un fuerte dolor invadió la cabeza de Callen, lo que provoco que cayera hacia la acera mientras se tomaba la cabeza entre sus manos.

—¡Callen!— Cyrene corrió hacia él en su asistencia.

El dolor fue disminuyendo lentamente y Callen retomó su postura.

—¡No quería hacerlo!— las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y mirada se había suavizado— Lo siento, mama— se arrodilló ante ella—Realmente lo siento, no quería hacerlo, lo siento— se disculpó mientras hacía un gesto de ruego con sus manos— Por favor, perdóname.

Los ojos de Cyrene se cristalizaron y las lágrimas comenzaron a caer incontrolablemente mientras envolvía a Callen entre sus brazos.

Al día siguiente, Cyrene ingresó en la habitación de Callen mientras llevaba el desayuno entre manos.

—Buenos días, cariño— saludó Cyrene mientras apoyaba la bandeja de desayuno en la litera vacía de Callen.

Cyrene se agachó hacia el suelo y buscó a Callen debajo de la litera.

—Callen, cariño— llamó mientras lo agitaba con suavidad, aún se encontraba dormido.

Abrió sus ojos con lentitud y sonrió al ver el rostro de su madre.

Salió debajo de la litera y tomó asiento sobre la litera.

—Asegúrate de comer todo el desayuno, ¿de acuerdo?— Cyrene acarició el cabello de Callen.

Se giró en dirección a la puerta de salida, pero la voz del pequeño Callen la detuvo.

—Mama— llamó con una voz apenada.

Cyrene se giró hacia él.

—¿Qué ocurre, pequeño?

—Hay algo que debo decirte.

Cyrene volvió sobre sus pasos y corrió la bandeja de desayuno para sentarse junto a Callen.

—Fue Cam— esbozó con temor y acto seguido coloco su dedo índice sobre sus labios— Shhh, no debemos hablar alto porque podría oírnos— advirtió.

Cyrene observó a Callen completamente perpleja.

—¿Quién es Cam?

—Alguien malo, muy malo. No, peor que eso, él es perverso y su mirada, ¿has visto su mirada?. El odio se refleja en sus dos azuladas pupilas. La compasión no es una opción si te conviertes en una de sus víctimas— las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de Callen.

— ¡Yo no lo hice, sabes que jamás lastimaría a nadie!

Cyrene no hizo más que envolver a Callen entre sus brazos.

—Lo sé, pequeño. Sé que nunca dañarías a alguien, así no eres tú.

Callen abrazo con fuerza a Cyrene.

—¿Está bien si te abrazo en lugar de Callen?

Cyrene observó a Callen con sorpresa.

—¿Dices que no eres Callen?

El pequeño negó con la cabeza.

—¿Quién eres entonces?

Y con una mirada apenada, el pequeño respondió.

—Soy Ailan.

 

Academia Ward

 

Callen, quince años

 

Callen se encontraba tendido en el pavimento de la parte trasera de la secundaria frente a tres de sus compañeros que no hacían más que burlarse de él.

—Se los ruego, Cam va a enfadarse y no sé qué sea capaz de hacer con ustedes.

Uno de ellos lo observó furioso.

—¿Quién rayos es Cam?— se acercó hacia Callen y lo golpeó en la cabeza.

—Por favor…— insistió con la cabeza gacha.

Un leve dolor de cabeza lo invadió temporalmente y esa fue la última vez que hubo señales del Callen que solían conocer.

Levantó la mirada. Su expresión había cambiado totalmente, el odio se reflejó en sus ojos.

Formó una sonrisa sobradora.

—Aish, que molestos son los idiotas como tú, ¿bravucón?— soltó una sonrisa burlona— No eres más que un imbécil.

Se levantó y se acercó hacia el estudiante que lo había golpeado.

—¿Debería enseñarte lo que es un verdadero bravucón?

El estudiante dio un paso hacia atrás.

—¿Qué está mal contigo?— preguntó con las palabras entrecortadas.

—¿Por qué?, ¿de repente tienes miedo?

El compañero observó al resto.

—¡¿Qué esperan?!, acaben con él— ordenó.

—Claro, espera pacientemente que me encargaré de ti cuando termine con tus perras.

Callen se acercó hacia el estudiante más cercano y cuando estuvo lo suficientemente cerca, con una estampa golpeo fuertemente su pecho y en respuesta el estudiante cayó de espaldas hacia el pavimento llevando ambas manos al pecho en señal de dolor.

Tomó un trozo de escombro que había encontrado en los alrededores y lo destrozo en la cabeza del otro estudiante que comenzó a sangrar al momento del impacto.

Callen comenzó a reír.

—Wow, ¿realmente son bravucones?, tan débiles.

El estudiante observó a sus compañeros quienes gemían de dolor.

—De acuerdo, seré bueno contigo y te daré cinco segundos para que te escondas— levantó su brazo y a mano abierta comenzó a bajar lentamente sus dedos— 5…4…

El estudiante lo observó con pavor y cuando descendió el dedo tres, el estudiante salió corriendo.

Callen se acercó hacia los estudiantes adoloridos y se acomodó a su altura.

—Si quieren vivir, harán todo lo que yo digo por qué deshacerme de ustedes sin que nadie lo note será pan comido y si tienen alguna duda acerca de eso, hagan la prueba y verán lo que ocurrirá— se levantó con una sonrisa en su rostro.

Y corrió en busca del estudiante faltante.

La parte posterior de la secundaria contaba con un depósito, empleado para guardar la utilería u objetos que ya no eran usados como viejas sillas, mesas y estantes.




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