Somos Este Momento

CAPÍTULO SIETE

Lo vio desde las escaleras. Él estaba en el patio, tan seguro, tan despreocupado y tan ajeno a todo con lo que ella tenía que lidiar. Igual que siempre, estaba rodeado de sus amigos. No los jugadores de fútbol, ni los tipos que fumaban hierba en el estacionamiento del boliche, o los chicos buenos que eran miembros del comité estudiantil. Estos eran los del equipo de atletismo.

Reían cada vez que uno de ellos les mostraba la pantalla de su teléfono.

—¡Zack! —a Kate le tembló un poco la voz. No por nervios, exactamente, sino por la extraña mezcla que llevaba acumulando desde el viernes: confusión, expectativa, la pequeña ilusión tonta que no se apagaba por completo.

Él alzó la vista. Como por dos segundos y medio no hizo nada, pero después su expresión se volvió amigable. Le lanzó una sonrisa amable y levantó la mano para saludarla. Kate leyó un «Hey» en sus labios.

Eso fue todo. Zack volvió a lo que estaba haciendo antes, y Kate detestó darse cuenta de que, si no era ella la que se acercaba primero, simplemente él jamás lo haría.

Pudo haberse dado la vuelta y dejar las cosas como estaban: inconclusas. Pero entonces jamás tendría la certeza de nada, y en la próxima fiesta él haría lo mismo y Kate sentiría lo mismo. El ciclo nunca terminaría.

Tuvo que tomar valor para respirar hondo, enderezar los hombros y caminar hacia él, aunque la parte racional de su ser le suplicara que no lo hiciera.

—Zack —lo llamó cuando estuvo delante de él.

Los amigos de Zack se callaron abruptamente, volviendo el momento aun más incómodo. Noel Bishop, un chico corpulento y también el capitán del equipo, la miró de arriba abajo y cruzó los brazos, como si esperara que lo que fuera a decir valiera la interrupción.

—Hola, Kate —Zack todavía estaba riendo cuando la miró.

Y esa estúpida sonrisa en su cara la venció. De repente olvidó todo lo que quería decirle.

—¿Puedo hablarte un segundo?

Los chicos intercambiaron miradas de complicidad y risitas burlonas. Zack les lanzó una mirada sería. ¿Era tensión lo que Kate veía en su rostro por primera vez?

—Sí… —balbuceó alejándose de sus amigos algunos pasos— ¿De qué?

Kate bajó la mirada un segundo. Tenía claro lo que quería decirle, pero no sabía cómo hacerlo sin sonar demasiado intensa. Y cuando estaba a punto de empezar, los amigos de Zack volvieron a estallar en carcajadas.

—¿De qué se ríen? —Kate se sintió expuesta de repente.

—¿No lo has visto? —preguntó Zack, buscando algo en su teléfono—. Alguien se lo envió a Noel hace rato. En serio es bueno.

Le mostró la pantalla del teléfono, donde aparecía una imagen de Derek, con su guitarra y… algo más. Kate reconoció la foto de inmediato. Fue tomada el año pasado, donde él y su banda cerraron el festival de primavera con un acto al estilo punk rock, que resultó muy aplaudido por la mayoría de la escuela. Lo recordaba muy bien. Pero lo que no recordaba eran esos pechos en la guitarra y las manos de Derek tocándolos.

—¿A quién se le pudo haber ocurrido algo así? —Zack parecía demasiado divertido con el Photoshop.

—Es grotesco —soltó Kate.

A Zack se le borró la sonrisa.

—Es cierto —admitió y guardó su teléfono en el bolsillo—. Bueno. ¿Qué ibas a decirme?

—Es por el viernes… —tomó aire—. Lo que pasó en la fiesta.

Zack la observó con más atención. Quizá un poco alerta.

—¿Sí?

—No estoy molesta —mintió—. Solo he estado pensando. Mucho.

Zack asintió despacio, invitándola a seguir hablando.

—Y no lo sé —dijo Kate—. Pensé que me escribirías o algo.

Temió que su voz hubiera sonado vulnerable.

Zack desvió la mirada un instante. No parecía culpable, sino incómodo.

—Estuve ocupado —respondió con suavidad. No fue defensivo, fue cuidadoso.

—Sí, lo imaginé —susurró con una sonrisa débil. De verdad pensó en esa posibilidad, por muy ridícula que fuera.

Una ola de viento levantó algunas hojas sobre sus pies. Zack se pasó una mano por el cabello, un tanto nervioso, como casi nunca se le veía.

—Kate… —empezó Zack— no fue que no quisiera hablar contigo. Solo no sabía si tú querías.

Eso sí fue una sorpresa. Kate casi quería reír, incrédula.

—¿Yo? —preguntó—. Zack, nos besamos.

Zack bajó la visita. Las comisuras de sus labios se curvaron y una expresión muy sutil de satisfacción floreció en sus ojos. ¿Estaba sonriendo o burlándose?

—Y no me arrepiento —respondió en voz baja.

El corazón de Kate dio un salto brusco en automático al escuchar esas palabras.

—Pensé que hablaríamos después de eso.

Zack la miró fijamente.

—Claro —dijo—. Pero no quise hacer las cosas incómodas. Además, estamos hablando ahora.

Kate asintió, aunque en el fondo esa respuesta no le daba tranquilidad. Más bien, sintió una decepción suave, pero decepción al fin. Sin embargo, si era honesta consigo misma, podía sentirse un poco menos atormentada, porque eso no había sonado a rechazo. Fue torpe y e indiferente —tan propio de Zack—, pero no fue un rechazo.

—Entonces…¿estamos bien? —preguntó él finalmente.

—Tú dímelo.

Zack dio un paso hacia ella.

—Claro que sí, Kate —le enrolló un mechón de cabello que volaba contra su rostro y lo puso detrás de su oreja—. Siempre.

No era lo que esperaba. No era lo que quería. Y, aun así, sentía que él acababa de darle apenas lo suficiente para mantener sus ilusiones a flote. Algo bastante diminuto a lo cual aferrarse… pero, al final, era algo.




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