Shawn.
Mi cabeza a veces lo complica todo.
Muchas veces siento que no puedo, que no soy capaz de hacer nada por voluntad propia. Me siento un títere manipulado por mi padre, y es la realidad.
Siempre he complacido a papá en todo lo que él desea, jamás he hecho algo que me haga feliz a mí, que me haga sentir pleno. Siempre he vivido bajo su sombra y sinceramente no se cuando eso terminará.
Duele.
Quema.
Arde.
Sentir todas esas emociones es algo horrible, sentir que el mundo se te viene encima no es nada agradable. En ocasiones he llegado a pensar en acabar con el sufrimiento y la agonía a la que le llamo vida, pero luego mi conciencia me hace entrar en razón.
Sentirte insuficiente es algo que no deseo que nadie más sienta. Las personas no comprenden que estás haciendo lo mejor que puedes, que estás poniendo todo el empeño en seguir y no caer ante ninguna situación.
Últimamente me he sentido así, que no valgo nada y que papá hace conmigo lo que quiere. Quisiera hacerle saber que quiero ser libre, que quiero disfrutar mi vida y trabajar lo que realmente quiero, pero luego recuerdo como reaccionará y pongo mis ideas a un lado.
Y además hoy no ha sido el mejor día de mi vida, ver a mi hermano entablar una buena conversación con Bella me hizo sentir un poco ¿Incómodo? ¿Celoso? Realmente no sé cómo explicar lo que sentí en ese momento.
Y luego Laura sale con esa estupidez de que está interesada en ella, es como si todo estuviera en mi contra. Estar alejado de mamá me ha afectado mucho, ella me hace demasiada falta pero se que dónde está se encuentra bien.
El silencio de la habitación me hace sentir en paz, es lo único que puedo sentir al llegar a casa y entrar en ella, en mi lugar seguro. El lugar en el que guardo muchos recuerdos de mi infancia y de mamá.
Me levanto de la cama y observó por la ventana de la habitación, el jardín luce muy lindo, con un montón de flores de colores que mamá sembró hace años y que cada semana el jardinero las viene a regar y a asegurarse de que estén en buen estado.
Dos golpes en la puerta me hacen voltear y dirigirme hacía ella, la abro y me encuentro con nada más que Camila, la chica que desde hace dos años trabaja como nuestra ama de llaves.
Camila siempre que Steven o yo nos encontramos mal nos escucha y nos da consejos. Ella sin duda es esa amiga incondicional que siempre nos apoya, la que nunca pone ninguna excusa para cualquier cosa que necesitemos.
Ella es muy linda, ojos café, piel bronceada, cabello por lo hombros de color negro, cómo de un metro sesenta de altura y rostro hermoso. Una nariz perfilada, pómulos y mandíbula marcadas, pestañas y cejas pobladas.
Si, ella es muy linda.
Me observa por unos segundos y luego habla.
—¿Puedo pasar?— su voz es aguda, pero muy linda, al ver qué yo no respondo vuelve a hablar — o mejor me voy y luego hablamos.
Se voltea para emprender su camino pero algo dentro de mí la necesita, necesito hablar con alguien de confianza y sacar todo aquello que me atormenta.
Algo dentro de mí hace clic y voy detrás de ella, la tomo por una mano y ella me observa con el ceño fruncido, le regalo una sonrisa y comienzo a caminar y ella me sigue el paso.
Entramos a la habitación y ella se sienta en un pequeño sofá que está cerca de la ventana, yo me siento en el borde de esta y observó a la nada.
Nos quedamos en silencio por unos minutos, pero es un silencio muy cómodo, no es necesario decir algo porque ambos nos entendemos con solo mirarnos o sonreírnos.
Pero siento que debo hablar, soltar esto que me está carcomiendo y desatando algo dentro de mí que no se cómo explicar.
Volteó y la observó, la luz que se cuela por la ventana hace resaltar su piel y ojos, es como un sueño, la persona que tenga el privilegio de ser parte de su vida es muy afortunado.
Y de la nada las palabras abandonan mi boca.
—¿Cómo haces para sentirte en completa calma?.
Ella me observa de inmediato, su ceño está un poco fruncido y sus labios un poco separados, hace esa expresión cuando está confundida o algo no le cuadra.
—Depende de la situación o lo que quieres expresar — se oye calmada.
Suena tan fácil decirlo, suena fácil viniendo de ella.
Vuelvo a mirar por la ventana y un nudo empieza a formarse en mi garganta, uno grande que está a punto de explotar.
No quiero llorar, no delante de ella. No quiero verme débil pero en serio estoy cansado, estoy harto de todo.
Una lágrima escapa de mi ojo y comienza a descender por mi rostro, ella al notarlo se levanta y me toma por el rostro. Noto confusión, pero también preocupación.
Sus ojos se mueven de un lado a otro, observando cada expresión en mi rostro y sin dudarlo un segundo me abraza.
Sentir el calor de su cuerpo contra el mío me hace poner un poco nervioso, pero eso no es lo importante ahora, lo que realmente importa es que ella está aquí.
—Por favor no llores Shawn — su voz suena muy baja — te pido que no llores.
—Estoy cansado — digo entre sollozos y la abrazo fuerte — siento que no puedo más, todo es una mierda y siento... Siento que no voy a llegar a dónde quiero, que no haré lo que quiero.
Ella se aleja un poco de mí y noto que sus ojos están cristalizados, su rostro está contraído en angustia y se que es por mi.
—Tu si puedes — trata de darme ánimos — desde que te conozco tu siempre has podido con todo y estoy segura que saldrás de esto que tanto de atormenta.
Y vuelve a abrazarme, a juntar nuestros cuerpos y convertirlos en un apoyo mutuo.
No sé cuánto tiempo nos quedamos así hasta que ella decide separarse y me toma de la mano, me guía hasta la cama y se sienta haciendo espacio para que yo me acueste, lo hago y apoyo mi cabeza sobre sus piernas.
Ella comienza a trazar círculos sobre esta y a secarme las lágrimas, luego de unos segundos deja un pequeño beso sobre mi cabello y habla.
Editado: 15.05.2023