Somos ira

Capítulo l

AMARA
Nunca imaginé que estaría aquí. Teniente Amara Moreli. El uniforme me quedo ajustado, las insignias frías contra mi pecho, y alrededor, todos los ojos fijos en mí. Susurran: “Solo llegó aquí por ser hermana del General Supremo”. Ridículo. Hoy demostraré que no necesitan saber nada más que la verdad: he trabajado para esto.
—¡Teniente Moreli! —la voz del capitán Rivera cortó el murmullo del pelotón.
Avancé con pasos medidos. La base estaba impecable, las banderas ondeaban y los soldados en formación parecían estatuas de disciplina. Al fondo, Zarek. Mi hermanastro. Siempre firme, serio, sin mostrar favoritismos. Ningún privilegio; desde el primer día nos enseñó que la disciplina es igual para todos.
Rivera sostuvo la mirada unos segundos y dijo:
—Teniente Moreli, reciba su rango.
Respiré hondo y subí al podio. Miré a los soldados, a mis compañeros, a los curiosos. Y entonces hablé:
—𝐏𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐮𝐞ñ𝐨𝐬 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧 𝐞𝐧 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐲 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐚𝐬í 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐬𝐨, 𝐡𝐨𝐲 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐲 𝐚𝐪𝐮í. No fue suerte ni un regalo por ser hija de o hermana de. Es el fruto de mi Esfuerzo y disciplina. La patria me trajo aquí y por ella juro que los defenderé con honor y convicción.
Sin más que agregar cierro con nuestro lema que desde el primer día ha sido mi motor: siempre vencer, Nunca rendir. Acepto el cargo con honor y convicción.
Un murmullo de aprobación recorrió la formación. mientras bajaba del podio.

Tras los saludos, caminé al comedor del cuartel. Allí estaba Isabela, mi mejor amiga desde el día uno. Ella también era teniente nombrada el año pasado.
—¡Amara! ¡Lo lograste! —exclamó abrazándome—. Teniente… suena increíble.
—Sí… —sonreí, dejando escapar un suspiro—. Finalmente es real.
—Brindemos por eso —dijo, sacando dos latas de bebida—. Por tu rango, tu esfuerzo y porque nadie puede decir que no lo mereces.
Nos sentamos en un rincón, riendo y recordando los días más duros del entrenamiento. Sus palabras eran un bálsamo.
—Gracias, Isa —dije, chocando mi lata con la suya—. Esto es solo el comienzo, pero tenerte a mi lado hace que todo valga la pena.

Cuando la base quedó en silencio y el cielo se cubrió de estrellas, caminé hacia la colina donde Zarek solía estar.
— me encanto tu discurso —dijo él, sin una sonrisa—. Que tus palabras se reflejen en tus acciones. No hay atajos, Amara. Solo disciplina y resultados.
—Lo sé —respondí—. No habrá manera de que olviden que merezco estar aquí.

FLASHBACK
Los reflectores me quemaban la piel como soles artificiales. El aire dentro del teatro olía a perfume caro, laca y sudor nervioso. El suelo de la pasarela brillaba como si fuese de cristal pulido, y cada flash de las cámaras me atravesaba como un disparo de luz. Caminaba recta, impecable, con las alas gigantes desplegadas a mi espalda, pero dentro de mí había un torbellino que ni el maquillaje perfecto podía ocultar.
Cada paso estaba medido: cadera alineada, mirada fija, labios apenas curvados en una sonrisa que debía ser provocadora, pero no vulgar. El desfile de Victoria’s Secret era el sueño de muchas chicas. El mío también, aunque en este momento lo sentía vacío, como un cascarón dorado. Todo el glamour, los aplausos, las cámaras… nada llenaba ese hueco que me acompañaba siempre.
De repente, un destello me golpeó y la música ensordecedora se esfumó. En su lugar escuché un murmullo conocido, un idioma cantado que me erizaba la piel: español caribeño. Estaba de nuevo en Santo Domingo.
El calor húmedo se me pegaba en la piel como una segunda ropa. Corría descalza por las calles polvorientas, escuchando los pregones de los vendedores ambulantes, oliendo el pescado fresco mezclado con gasolina barata. Mamá reía, aunque sus ojos mostraban un cansancio que no entendía entonces. Ella había aguantado todo por mí, hasta que decidió partir.
“Nos vamos, Amara”, recuerdo que me dijo una noche, mientras empaquetaba ropa con manos temblorosas. Yo tenía nueve años. No entendí nada hasta que la vi llorar frente a un boleto de avión. “Encontré el amor de nuevo”, explicó, con voz suave, como si eso justificara arrancarme de la tierra que me había visto nacer.
Recuerdo el aeropuerto. El piso frío, el olor metálico de las máquinas, las voces en inglés que se me hacían extrañas. Y luego él. El hombre que sería mi padre. Alto, imponente, con sonrisa franca. Abrió los brazos y mamá corrió hacia él. Me abrazó después, fuerte, con una calidez que aún recuerdo. Esa fue la primera vez que volví a sentir lo que significaba un padre.
Zarek se convirtió en mi hermano. No de sangre pero si de corazón. Ha primera vista, era todo lo que no era yo: serio, disciplinado, implacable. Y, sin embargo, nos entendimos. Compartíamos miradas que decían más que palabras. Él me enseñó que la fuerza no es solo física; es carácter, disciplina y mente.
El modelaje me ofrecía fama y dinero, pero no me llenaba. Entré al ejército buscando un camino que llenara mi vida. Los primeros dos años fueron un infierno: entrenamientos que quemaban cada músculo, pruebas que ponían a prueba la mente y el espíritu. Cada noche consolidó mi carácter. Zarek estuvo ahí, no como un protector indulgente, sino como un mentor exigente y un hermano que no te permite rendirte.
Aprendí a amar la disciplina, a confiar en mis instintos y a liderar con respeto, no con miedo. Todo me llevó hasta hoy: el uniforme, el rango, la promesa de ser más que una figura decorativa.
FIN DEL FLASHBACK
De regreso al presente, el cielo estaba oscuro y frío, pero las luces del cuartel brillaban en la distancia. La radio de Zarek vibro. Al tomar el dispositivo: una alerta de inteligencia de alto nivel.
“Rusia ha lanzado un ataque aéreo no autorizado sobre bases estratégicas estadounidenses. Se declara estado de emergencia militar.”
Mi corazón se aceleró. Esto no era un ejercicio. Esto no era una simulación. La guerra que todos temíamos había comenzado.
Ŧ
Graciassss por leerme 💣.



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En el texto hay: militar, comedi

Editado: 23.09.2025

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