Deauville, 13 de marzo, 2020.
Desde que tengo memoria nunca supe lo que era recibir el amor de tu familia.
Mis adorados padres siempre se ausentaban por culpa del trabajo y me dejaban sola con mis dos hermanos mayores.
Ellos eran los más consentidos mientras que yo era la ignorada.
Sólo había una persona en el mundo que me defendía de ellos, mi nana.
Me cuidaba todos los días, ella me protegía de mis hermanos regañándolos. La quería mucho.
Hasta que un día, sin previo aviso, ella había desaparecido de mi vida. Supe que mis padres eran los culpables de todo gracias a que mis hermanos se quejaban del trato que recibían por parte de mi nana.
Me dejó sola.
A medida que pasaban los años, mi cuerpo fue cambiando ocasionando que los hombres se fueran fijando en mí como sí fuera un trozo de carne.
Lo odiaba.
Hasta que finalmente sucedió lo que me temía.
No dormía, ni comía lo suficiente, fue algo que marcó mi vida por completo y no podía contárselo a nadie, sentía que nadie me creería y me llamarían loca.
Decidí usar ropa holgada desde ese entonces para lograr salir sin sentir miedo pero nada funcionaba.
Lograron lastimarme de la peor manera.
Y así fue hasta que cumplí dieciocho años, me sentía más segura, poco a poco fui perdiendo el miedo.
Me resguardé en una coraza difícil de romper y empecé a confiar en personas que no debía pero que me hacían sentir importante cada que vez que ganaba cada competencia en la que me inscribían, era la mejor.
Si... yo también me sorprendía a veces.
—¡Azul! ¡Baja a desayunar!
—¡Voy!
Tomo mi mochila y salgo de mi habitación cerrando la puerta detrás de mí.
—Hola...— saludo apenas veo a mi familia.
Mamá me ve con el ceño fruncido y me hace una seña para tomar asiento.
—Escoge otro asiento, no quiero que se me peguen tus pulgas— sisea con odio, Thyre.
—Pulgas tienen tu séquito de novias— respondo de mala manera.
—No quiero que hables así, Azul— me regaña mamá colocando una taza de café frente a mí.
—Perdón, mamá, me disculpo por hablar mal de Ashley... espera, creo que se llamaba Megan— la miro fingiendo duda— ¡No! Era Cindy— le sonrío.
Bebo un sorbo del café y me dispongo a salir de la casa para no escuchar sus gritos innecesarios.
Tomen esa.
Me coloco mis audífonos y empiezo mi caminata hacia el instituto.
Según los libros, es aquí donde choco con un chico y él me atrapa en sus brazos evitando mi caída para luego mirarnos fijamente, enamorarnos y tener hijos.
Sonrío divertida por mis pensamientos.
Creo que debo dejar de leer libros amor esto me está afectando bien fuerte.
Llego a mi destino observando a los estudiantes ingresando, el aire se me va de repente por culpa de los nervios. Respiro profundamente y sacudo mi cuerpo para alejar la tensión.
Último año. Tú puedes, Azul.
Camino distraída evitando pensar que estoy en la mira de todos y en especial de...
—¡Eh, fea!
Ellos.
No hago caso y sigo mi camino.
—¡Owens, detente!
Ignorado.
—¡Te estoy diciendo que te detengas, fea!
Suelto un suspiro pesado y los volteo a ver, me hacen muecas burlándose de mí a lo que sólo me limito a sonreír para después enseñarles mi dedo corazón en señal de que sus comentarios ya no me afectan.
Esto borra las sonrisas de sus rostros y empiezan a acercarse a mí, retrocedo lentamente con la vista fija en ellos y sin que se lo esperen, corro.
Genial, ya los provocaste.
Escucho sus pasos rápidos detrás de mí persiguiéndome, por suerte, logro meterme entre la multitud de estudiantes perdiéndolos de vista.
Con la respiración agitada, busco mi casillero para sacar algunos libros hasta que alguien choca con el casillero de a lado, me sobresalto por el susto y estoy por fulminar con la mirada a esa persona pero me encuentro con unos ojos verdes conocidos.
Suelto un suspiro de alivio al ver a Flynn, mi mejor amigo.
Debo admitir que estuve enamorada de él por un tiempo. Fue mi primer flechazo y mi primer rechazo.
A pesar de que arruiné nuestra amistad confesando mis sentimientos, logramos arreglarla luego de un tiempo.
Le sonrío y él me corresponde de la misma forma, se apoya en el casillero golpeado sin apartar la mirada.
—No me esperaste en la entrada— hace un puchero.
—Bueno...tuve un pequeño percance con los del equipo de básquet.
—¿Qué hicieron ahora?— frunce el ceño.
—Sólo hicimos una carrerita— le sonrío inocente.
—¿En serio?— pregunta divertido— ¿Quién ganó?
—Yo.
—No esperaba menos de ti— revuelve mi cabello riéndose.
Golpeo su brazo alejándolo de mí.
—Idiota, ¿sabes cuánto me cuesta peinarme?
—¿Te peinas?— alza una ceja burlón.
—Eres un tonto, Williams.
—Bien, bien, perdón.
Ruedo los ojos cerrando mi casillero y empiezo a caminar hacia la primera clase.
—Tranquila, no te enojes.
—Es que a veces me sacas de quicio.
—¡Ya sé! Se comieron tu helado y por eso estás de mal humor.
—Si no me aguantas, vete con tu noviecita, tonto— gruño entre dientes.
—Cindy está ocupada— susurra.
Aún no entiendo que le ven a Cindy, si tan sólo Flynn se enterara que su novia anda con mi hermano y con otros más, todo sería diferente.
Por otro lado, no sé que haría Thyre si se enterara que su noviecita hace de las suyas sin él presente.
—No soy su reemplazo.
—No lo eres, en ningún momento lo dije así que...
Me detengo a mirarlo.
—Dejemos las cosas así ¿bien? No quiero discutir contigo por culpa de alguien que no vale la pena.
Asiente y seguimos nuestro camino en silencio hasta llegar al salón de química.
Tomo asiento con él a mi lado sin decir nada, me recuesto en la mesa y cierro los ojos esperando a que el maestro llegue lo más pronto posible pero el sueño me va venciendo poco a poco.