Es mejor no alterar las cosas
La humanidad tiene muchas historias que contar, pues nuestros ancestros han dejado marcas, leyendas, artes y tesoros, desafortunadamente no pensamos igual, existen lugares que fueron diseñados para ser descubiertos, otros para no salir jamás, pues las consecuencias serán catastróficas.
En el mar atlántico un grupo de pescadores en plena tormenta, su barco parecía que en cualquier momento se voltearía, estaban trayendo la última pesca, apenas se podía ver, el viento era fuerte, la lluvia inmensa y el cielo oscuro solo iluminaba el océano y a sus alrededores, sin embargo, la tormenta parecía disminuir, pues atraparon algo, algo que se les salió de control.
El marinero trajo una linterna, al parecer era un sarcófago, de un color rojo con líneas doradas en forma de fuego y en el centro una mano, estaba llena de algas y algunas conchas marinas.
Cuando la tormenta se calmó, el barco regreso, estaban cercas de la orilla con la pesca, pero todos dejaron la pesca aun lado, se enfocaron en el botín que encontraron, estaban viendo el sarcófago que era grande 2.10 metros de largo y de ancho 80 cm, lo abrieron, para su sorpresa estaba un cuerpo lleno de oro, diamantes y rubies. El cuerpo estaba bien conservado, parecía ser un nativo con piel roja, los marineros se lanzaron hacia el oro, había un descontrol, pero el capital hizo un disparo en el aire.
-Caballeros manejemos de manera civilizada, se repartirá lo que hay ahí, vayan a contar la pesca si no quieren ser alimentos para tiburón. - El capitán estaba apuntando a todo lo que lo miraba, mientras que fumaba un puro, sus hombres lo obedecieron pues era un hombre de temer, pero si era justo- ¡Wade! –. miro Wade a como dando una orden, él lo comprendió.
- ¡A sus puestos mariquitas! - Wade se acercó junto a su capitán a ver lo que había en el sarcófago-Vaya, eso es mucho-. sonriendo.
Semanas después se contactaron con un museo, aunque claro solo vendieron el sarcófago y el cuerpo. Llamando la atención a la Doctora Jean Taylor alta, de piel blanca pelirroja y con ojos verdes. lingüística y especialista en idiomas antiguos y su esposo Doctor Noah Jameson, moreno de cuerpo delgado barba de candado de cabello negro, pero ya canoso y ojos verdes, cartógrafo famoso que encontró el mapa del supuesto Atlantis. Contactaron al capitán Green de piel blanca calvo, cuerpo un poco de sobrepeso y ojos marrones, el mismo que encontró el sarcófago, además él conocía la zona. Pero también contactaron también al dueño de varios museos y empresario. Martin Lord un anciano, pero buen conservado, moreno con cabello blanco y rizado. Que invierto para encontrar otro sarcófago ya que hasta el momento es el más valioso que se han encontrado. Pero también contrataron a Drake Hardy alto, de cuerpo atlético, cabello corto negro, ojos azules y con una barba arreglada, un mercenario, de los mejores del mundo junto a su equipo. Que estaban navegando en un enorme, lujoso y tecnológico barco.
Tocaron a un punto del océano, estaba muy silencioso y calmado el único ruido era de la tripulación, se prepararon para instalar una cámara submarina.
Se recostó, trato de acomodarse pues su cuarto se movía un poco, por las altas mareas, de repente cayo en un sueño profundo, pero sentía el movimiento del mar, en unos instantes despertó y todo estaba inundado era de noche, saco su llavero que tenía una linterna pequeña de su bolsillo. No había nadie solo los restos del barco flotando.
Su cama se empezó a hundir salto y se puso a nadar con la parte del barco que todavía seguía en flote, mientras que nadaba, algo enorme nadaba debajo de él. Llego al barco estaba iluminado, pero después vio el mar, vio algo que lo impacto, alumbró donde lo impacto, para su sorpresa en el agua vio, un ojo gigante mirándolo, estaba asustado de repente sintió unas gotas en sus hombros y en su cabeza, después vio una enorme sombra, miro, quedo congelado de terror pues vio una enorme serpiente, su cuerpo tenía ojos, abrió su boca para devorar a Martin. Tiempo después Martin cayo de la cama todo sudado y asustado. Pero seguía escuchando ese aterrador siseo, nunca había escuchado un siseo tan aterrador, acto seguido se escuchó la puerta tocando.