Somos Paralelos

Capítulo 1

De repente, su recuerdo llegó a él, estaba tranquilo, sentado y leyendo aquel libro superficialmente, desde hace unas horas, ya que no había podido terminar de leer el primer párrafo, hasta que eso volvió. Recordó su sonrisa, su toque, sus ojos, a él…

Suspiro, intentó reprimir aquel sentimiento que iba floreciendo en su espíritu y se movía despreocupadamente creando un camino profundo y tortuoso hasta su corazón. Le resultaba difícil lidiar con ello, pues era algo profundo que deseaba que no existiera, y justo cuando iba a extinguirse su voluntad, escuchó el sonido de un camión.  

—¡Lucius! —llamó su padre, desde el piso de abajo, de aquella vieja casona. Ese lugar, donde había pasado mucho en poco tiempo. 

—¿Qué sucede? —preguntó, bajando aquellas escaleras que rechinaban por el tiempo, intentando ignorar los recuerdos a flor de piel que aun lo atormentaban. 

—Parece que tendremos vecinos —informó su padre, con una botella de vino en su mano. Él se acercó a uno de los ventanales, y lo confirmó con un simple asentimiento—. Vamos a saludarlos —y entonces, inconscientemente, supo que era una de las formas de retrasar, todo lo que pudiera, sus recuerdos, por ello no dudó en decir que sí. 

Caminó con sus padres al frente, sentía la brisa fresca, y el sol caliente del verano en su piel tostada. Y aun con sus gafas de sol, no podía mirar mucho al cielo. Intentó ignorar todos aquellos episodios, que pasaban por su mente, pero no podía evitar tener esas cenizas de recuerdos interrumpidos. 

Llegaron antes de lo esperado, y a pesar del desastre, el sonido del camión y las personas caminando, saliendo y entrando con cajas de cartón, podía sentir las vibras de algo familiar, casero, incluso se asemejaba a su propia casa. 

Su padre, estaba algo indeciso sobre si pasar o no, por que no quería parecer atrevido, para su alivio, el sonido de unas pisadas, llamó la atención de los tres. Un joven, de cabello castaño y ojos verdes, había parado su caminata, justo cuando sus ojos se encontraron con los de la  cabeza de la familia. 

—¡Hola! —saludó muy animado. Y se acercó con intención amistosa, invadiendo su espacio y abrazándolos, como cuando veía a un viejo amigo, después de pasar los años. 

—Hola, vecino —saludó su padre, aún sorprendido por la amistosa intromisión.

—Vivimos en la casa de al lado, y quisimos darles la bienvenida —aclaró su mamá sonriendo. Pero Erick, supo que esa sonrisa, parecía más artificial que nada, pero no dudo en seguir con su cálida bienvenida

—Mi nombre es Leandro y ella es mi esposa, Elena, y mi hijo Lucius —presentó mientras el último mencionado, miraba todo el curioso lugar.  

—Es un gusto, mis padres están atrás, comeremos pronto, me encantaría darle detalles, pero lo único que sé, es que es carne —aseguró, y los guió al patio de atrás, lejos de la entrada—. Mamá, papá. Llegaron nuestros vecinos —la energética forma de ser de aquel joven muchacho le recordaba a un perro, y no podía evitar comparar. 

Ambas familias se presentaron, Leandro y Samuel pronto empezaron a hablar de su trabajo, mientras que Malena y Elena empezaban a comentar el lugar, en el intercambio de palabras, la familia de Lucius, quedó gratamente sorprendida, por la actitud  familiar y muy íntima que poseían. Mientras le explicaban, las cosas lindas del lugar, y todas las ventajas que tenía aquel pueblo viejo. 

—Entonces, su hijo —intentó sacar la conversación, pero Malena, solo sonrió y asintió.

—¿Cuál de todos? —preguntó, sorprendiendo a sus invitados—. Nosotros tenemos tres hijos, Erick es el mayor y… Hablando del rey de Roma —se interrumpió, y justo llegó el mencionado, con una sonrisa algo apenada. 

—Me di cuenta, que no nos presentamos correctamente —comentó—. Mi nombre es Erick y soy universitario, estudio dos posgrados de historia griega y latina. —dijo orgulloso de sus palabras, con los ojos brillantes y  un apretón cálido de manos no se hizo esperar. 

—Hijo, ¿dónde están los demás? —preguntó Malena, acariciando el cabello liso de su hijo. 

—Dylan, no sé, y respecto a Joshua, no quiero saber, estamos peleados —informó y sin esperarlo, Sam, su padre, le dio un suave golpe en su nuca, dejando los utensilios para la comida. 

—¿Por qué estarían peleados ustedes dos ahora? —preguntó su madre. Y esa última palabra, le retumbó en su mente. Lucius miró ciertamente desconcertado, «¿Ahora?» pensó, intentando entenderlo. Erick, quien como buen observador, se dio cuenta de lo desconcertante que resultaban las palabras de su madre, decidió aclararlo. 

—Es que ambos tenemos ideas diferentes sobre lo que sucedió con Pompeya —aclaró, como si no fuera la gran cosa. Leandro, el padre de Lucius, supo que frente a él, estaba un joven culto que intentaba no demostrarlo, entonces empezó a ver a Erick como alguien tímido de sus saberes, era que lo sorprendía. 

—¿Hablan de la erupción del volcán? —preguntó Leandro, intrigado con escuchar las palabras que diría. 

—Es sobre la gente, ambos creemos que los habitantes sabían lo que iba a suceder, pero tenemos ideas diferentes del porque siguieron sus vidas, aun sabiendo lo prematura que sería. Yo considero que, los pompeyanos, siguieron con sus vidas por el miedo al futuro, el enfrentar la vida fuera de su lugar y de todo lo que conocían, temían que no los aceptaran en el mundo. Y por eso decidieron enfrentarse a la muerte —aclaró, y todo el mundo quedó en un silencio reflexivo, pensativo y con aires filosóficos. 



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En el texto hay: boylove, amigos reales, romance y libros

Editado: 29.02.2024

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