La cena de beneficencia era un espectáculo de lujo y poder. Desde el momento en que llegamos, las luces de los flashes iluminaban cada movimiento de la familia Montclair. Las cámaras captaban la imagen perfecta: mi madre y mi padre al frente, impecables, saludando con sonrisas bien ensayadas, mientras Zarek permanecía junto a ellos con su porte serio y dominante. Zayron y yo los seguíamos, como piezas perfectamente acomodadas en un tablero de ajedrez.
Nos dirigimos a nuestra mesa designada, un lugar privilegiado en el centro del gran salón, rodeados de políticos, empresarios y figuras influyentes. Mientras mis padres y Zarek se sumergían en conversaciones con los socios, Zayron fue llamado para unirse a ellos, dejándome sola por unos momentos. Saqué mi teléfono para distraerme y sentí cómo mi cuerpo se tensaba al ver un mensaje inesperado.
"Te ves preciosa con ese vestido".
Fruncí el ceño. ¿Cómo podía Mael decirme eso si no había subido ninguna foto? Antes de que pudiera procesarlo, llegó otro mensaje.
"Te ves maravillosa".
Mi corazón latió con fuerza. ¿Estaba aquí? No era posible. Este evento era privado y solo los invitados con credenciales podían entrar. De repente, sentí un susurro cerca de mi oído.
"Cuando te frustras, tus labios se ven demasiado comestibles".
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me giré de inmediato y ahí estaba él, con esa sonrisa suya y sus ojos azul profundo observándome con calidez.
"Mael", susurré sorprendida.
"¿Qué haces aquí?", pregunté, aún procesando su presencia.
Se inclinó y dejó un beso suave en mi mejilla que dejó mi piel ardiendo.
"Zayron me consiguió una invitación y mandó por mí", respondió con naturalidad.
No pude evitar sonreír. Mi hermano siempre tan astuto. Sin pensarlo mucho, tomé su mano cuando me ofreció un baile y me dejé llevar. Bailar con él se sentía ligero, casi como si todo el peso de la noche desapareciera por unos instantes. Pero la magia se desvaneció en cuanto una voz familiar interrumpió nuestro momento.
"Buenas noches, familia".
El tono de voz me hizo tensarme de inmediato. Connor estaba detrás de mí. Zayron y Zarek dirigieron sus miradas hacia él con claras intenciones de acabar con su presencia. Sentí la mano de Mael apretando la mía con suavidad, dándome valor. Él sabía quién era Connor, le había contado sobre nuestra relación y cómo terminó. Hasta ahora no se habían encontrado cara a cara. Connor, un chico de élite, jamás se rebajaría a cruzarse con alguien como Mael... hasta hoy.
"Buenas noches", respondió Zarek con tono seco.
"Vaelis, estás muy hermosa", dijo Connor, tomando asiento frente a nosotros.
Mi voz apenas salió en un susurro cuando respondí: "Gracias".
Mael presionó mi mano con más firmeza y, sin previo aviso, dejó un beso en mi mejilla. Su voz resonó con arrogancia cuando dijo:
"Sí, está preciosa. Mi chica es hermosa".
Connor se tensó.
"¿Tu chica?", preguntó con obvia confusión.
"Sí". Mael extendió su mano con una sonrisa desafiante. "Un gusto. Soy Mael, el novio de Vaelis. ¿Y tú eres...?".
Una risa baja y burlona salió de los labios de Connor. "Soy Connor Querales".
Apreté los labios para evitar reír. Mael realmente sabía cómo sacar a la gente de sus casillas. Connor apretó la mano de Mael con más fuerza de la necesaria antes de soltarla.
"Voy a seguir saludando a los demás", dijo levantándose de la mesa. "Un placer". Y se alejó.
Por un momento, pensé que finalmente Connor estaba madurando, pero la sensación no duró demasiado.
Más tarde, me dirigí al baño, aún con una sonrisa en los labios. Era la primera vez que disfrutaba de un evento de la alta sociedad sin sentirme sofocada, y todo era gracias a Mael. Pero cuando salí, mi felicidad se esfumó al instante.
"No sabía que te gustaba estar en listas".
La voz de Connor me sorprendió al salir de la nada. Me giré con fastidio.
"¿Qué quieres?", pregunté con frialdad.
"Solo entender cómo una chica como tú terminó en los brazos de alguien como ese tonto".
Rodé los ojos. "No es tu problema, aléjate".
Él se acercó más, bajando la voz. "¿Segura? Porque conmigo nunca estuviste en ninguna lista. ¿Acaso ya te contó todas las que llegaron después de Carla?".
Mi cuerpo se tensó.
"¿Cómo sabes de Carla?".
Connor sonrió con autosuficiencia. "Vaelis, no seas ingenua. ¿Realmente crees que no investigué a tu nuevo entretenimiento? Eres una Montclair. No puedes darte el lujo de jugar con tipos como él".
Sus palabras se quedaron en mi cabeza incluso cuando regresé a la mesa. Mael me sonrió, pero yo apenas pude responder. Me sentía extraña, revuelta, con mil pensamientos enredados en mi mente. No sabía si lo que Connor decía era verdad, pero la inseguridad se enredó en mi pecho como una espiral peligrosa.
Me senté, sintiéndome demasiado indispuesta para seguir allí. Zayron me miró con preocupación, pero no dije nada. Simplemente me levanté y murmuré:
"Voy a irme".
Zarek me miró con el ceño fruncido, pero Zayron asintió. "Te acompaño".
Mael se levantó de inmediato. "Voy contigo".
Quise protestar, pero al final no encontré la fuerza para discutir. Salimos juntos de la fiesta. Aún sentía las palabras de Connor retumbando en mi cabeza.
Y lo peor era que una pequeña parte de mí temía que tuviera razón.
…...........
Llegamos a casa y Mael bajó primero, abriéndome la puerta y ayudándome a salir. Cerró la puerta del auto con suavidad y entramos en la mansión, envueltos en un silencio denso que parecía consumirnos. El peso de las palabras de Connor seguía en mi mente, como un eco persistente que no lograba ahuyentar.
—¿Qué ocurre? —preguntó Mael, su mirada fija en la mía—. ¿Qué pasó en ese baño?
Mis ojos ardían, luchando contra las lágrimas que amenazaban con caer. Pero Mael no me dejó escapar. Se acercó a mí, tomándome por los hombros y girándome hacia él, obligándome a enfrentar su mirada intensa y preocupada.