La habitación se volvió insoportable. El silencio, las luces frías, el corazón latiendo con violencia. mantenía los pies firmes en el suelo, las lágrimas estaban empañando mi mirada, pero no pensaba moverme, tenía bien clara mi decisión.
Yo iba a quedarme con mi madre y con mis hermanas.
—No me voy a ir —dije con voz temblorosa, aunque llena de convicción—. No me vas a arrancar de aquí.
No cuando apenas esta iniciando un nuevo comienzo para mí, no cuando necesito respuestas de mi madre y sobre todo no cuando estoy conociendo a mis nuevas hermanas.
Él me miró con el rostro endurecido, la tormenta ardiendo en sus ojos. Dio un paso hacia mí, tan cerca que pude oler su aroma, el aroma del sándalo que tanto amo, que aún quedaba en su ropa.
—No me dejas opción —respondió en un murmullo áspero.
Antes de que pudiera reaccionar, él me rodeó con sus brazos. No como un amante, no como un protector, sino como un soldado que ejecuta una orden. Forceje golpeando su pecho, gritando su nombre, suplicando entre sollozos.
—¡No! ¡Por favor! Déjame aquí, necesito verla, necesito quedarme con ella. ¡Es mi madre! —mi voz era desgarradora.
Quise escapar de sus brazos, pero me sentía sofocada, no podía moverme bien, la fuerza de el era superior a la mía, no pude contener mis sollozos ¿Por qué el no puede dejarme por una vez en su vida? Tratar de darme una solución, el me vio sufrir por una madre que no conocía y ahora…
—Por qué me haces esto—No pude evitar murmurar con dolor tratando de verle el rostro.
Ese rostro que estoy empezando a odiar.
Él cerró los ojos con fuerza, pero no aflojó el agarre.
—Perdóname, Lenny... —susurró, y me apretó contra sí, como si con ello pudiera protegerme del mismo daño que me estaba causando.
Luche hasta quedarse sin fuerzas, mi cuerpo hundiéndose en el de él, rota por la impotencia. Y finalmente James me levantó del suelo como muñeca de trapo, como si no fuera nada para él.
Quizás si no me estuviera secuestrando hacia mi casa, la escena seria encantadora.
Me llevó afuera del hotel, dejando mis cosas ahí, mis compras y mi vida, mis sollozos eran el único sonido que acompañaba sus pasos.
Lo que James está haciendo es traición.
Esta traicionando mi confianza, y mis ordenes, pero nadie es superior más que mi padre que lo contrato.
El aire frio de la noche nos envolvió a los dos, pero ninguno dijo ni una palabra, me encerró en un coche negro con seguro, y mientras lloraba en silencio, lo observe caminar de nuevo al hotel, solo caminaba con la mandíbula apretada.
Perdiéndose de mi vista en segundos.
Restregué con fuerza mis lágrimas, tratando de calmarme, todo mi teléfono del bolsillo de mi falda, fue un milagro que no se me cayera cuando me tomaron en brazos.
Marque al numero de Zoey, mi única persona de confianza.
—¿Hola?
—Zoey—no pude evitar hipar, con las ganas de llorar de nuevo, pero tenía que terminar rápido por si el vuelve— se que apenas nos conocemos y todo, pero te enviare una habitación con el número de habitación, solo quiero que mires si hay cosas como rota o accesorios, si es así ¿podrías quedártelo?
—Está bien. Pero Leonie ¿estas bien? Te oigo, em, algo mal.
—Un problema en casa, nada importante.
—Bueno, si es solo eso, no te preocupes te las guardare hasta que regreses.
—Gracias y por favor mira por nuestra madre.
—Ya se Leonie— dijo con voz cálida— te llamare si sucede algo aquí.
—Gracias por todo Zoey, espero verte pronto.
—Y lo harás, tenemos que conocernos.
—Adiós.
—Que tengas buenas noches Leonie.
Sonreí un poco, pero al ver la ventana tuve que colgar, espero que ella no piense que soy maleducada, pero era necesario colgar, no quería que me preguntara con quien hablaba, no lo merece.
Observe la figura de James salir del hotel, caminar hacia el automóvil, guarde mi celular y me aleje de la puerta derecha del carro, cubriendo mi cuerpo con mis brazos tratando de protegerme.
El se subió sin decir nada y condujo, hasta el aeropuerto.
No traía nada, por lo que mis cosas las encontrara Zoey, menos mal que ella me ayudara, había tantas cosas bonitas que había comprado y seria un desperdicio si quedan abandonadas, espero que James no las haya tirado.
Me quede observando la ventana, solo mirando el paisaje hasta que estaciono en el aeropuerto, quise aferrarme al asiento, pero James no me dejo y termino jalándome hacia él, tomando mi brazo y arrastrándome, tuve la tentación de gritar por ayuda, pero la mano en la boca interrumpió mi plan.
—Ni lo intentes, no hagas que sea peor.
Le lamí la palma para que la alejara y quito con una mueca de asco su mano.
—Suélteme, le hare caso señor. —dije neutral, sin mostrar alegría ni furia.
El intento decirme algo y por fin pude soltarme de su brazo, aferrándome a mi misma, espere que el avanzara y seguirlo, al final acepte mi destino, volver a Londres.
La casa se sentía como una prisión. Cada pared, cada pasillo, cada rincón me recordaba que estaba allí contra de mi voluntad. Había vuelto, sí, pero no por decisión propia. Había sido arrancada de los brazos de mi madre ingresada, separada de la única oportunidad de mirar a mi madre, aunque fuera a través de los tubos y las máquinas.
Mis hermanas que empezaba a conocerlas, de mi amiga.
Recibí mi castigo, me encerraron en otra habitación, por días sin poner un pie fuera, y solo hace un día es que podía salir, pero en compañía, vigilada por la seguridad de la casa, por Katerina o Helene. Ni aun así he salido, no quiero verlos, no cuando ya no son mi familia.
Ya no discutía. No gritaba. No reclamaba. Simplemente me callaba.
Los días pasaban y apenas salía de mi habitación. No contestaba a las llamadas, específicamente de Zoey y Gaby, había un número desconocido que supongo seria Amber o quizás no, quien sabe, simplemente quería no hace nada, no probaba ningún bocado de comida, dejaba que se pudriera en la mesa que me colocaron, apenas dormía. Solo me sentaba junto a la ventana, con la mirada fija en el cielo, como si buscara en él un camino de escape.