Somos una Mentira

Capítulo 13

No aceptaba nada de esto, no hui de casa para que ella se niegue a darnos respuesta, no hice toda esta locura solo para verla esconderse en su caparazón, no quería sonar desesperada, no quería aferrarme a ella, se supone que vine a aquí a verla y conocerla, luego vivir mi vida a mi manera.

Pero era mi madre de quien hablamos.

Me incliné sobre la cama como si acercarme un centímetro más pudiera atravesar la distancia que ella misma había creado. Había pasado toda la noche pensando en cómo formular la pregunta sin romperme en mil pedazos, y ahora que la tenía despierta y tan frágil, las palabras salieron sin anestesia.

Necesitaba respuestas para no culparla.

—Mamá —empecé, con la voz hecha trapo—. ¿por qué no puedes mirarnos? ¿por qué no quieres vernos? Por favor, dinos una respuesta—suplique aferrándome a sus manos.

Ella respiró como si cada sílaba le doliera, y al abrir los ojos vi algo que no esperaba: un recuerdo clavado en su mirada, algo viejo y punzante.

—Hay cosas que no se olvidan —dijo al fin, con un hilo de voz—. Hay un niño que no pude proteger.

Las tres quedamos en silencio, como si el nombre que no pronunciaba fuera una bomba lista para estallar.

Acaso es…

—¿Un hermano? —preguntó Amber, la furia contenida transformándose en un nudo en la garganta.

Ella asintió lentamente, las manos que yo sostenía temblaron. Si esto fuera antes de ver la foto, no sabría que existiera alguien más, que un nombre sin voz rondara la casa como un fantasma, pero vi esa foto en una caja escondida.

Mi madre, mi padre y mi hermano; Michael. Sentí que todo tomaba forma en ese instante.

—Era nuestro hijo —murmuró—. Su hermano menor. Yo... creí que podía con todo hasta que no pude. Pensé que un niño arreglaría lo que estaba roto en mí, que me daría sentido y cuando lo perdí… fue como si me vaciaran por dentro.

Zoey apretó los labios. Amber dejó escapar un sollozo ahogado, mientras tanto yo sentí una mezcla de sorpresa, de rabia y de una tristeza tan antigua que dolía en músculos que ni sabía que tenía.

—¿Lo perdiste? —logré decir, porque necesitaba decir algo, cualquier cosa—. ¿Cómo pasó?

La madre cerró los ojos y por un momento pareció retroceder años, a una versión de sí misma que tal vez nunca habíamos conocido.

—Hubo una noche mala. Fue un accidente, fue mi culpa, no lo deje en su cuna, lo traje conmigo, por mis decisiones tomadas con miedo… y no supe protegerlo. Lo recuerdo: Esa fatídica noche, estaba sola, su padre estaba trabajando, me sentía sola, con tres niños—jadee sorprendida, ¿éramos nosotras? —Estaba embarazada de otro niño—ella sollozo— y por mi culpa los perdí a los dos, no pude soportar la culpa. Desde entonces, cada vez que veo una cara que me recuerda a ese niño, siento el puñal. —nos miró— Verlas a ustedes fue como ver ese rostro que fallé en salvar. Y no pude soportarlo. Me castigaba, por a ver abandonado a dos niñas primero y luego me fui de esa casa creyendo que era lo mejor.

La habitación se llenó de un silencio denso. No imaginé que detrás de su abandono hubiera tanto terror y tanta culpa, una culpa que no era solo por habernos dejado, sino por una ausencia mucho peor para ella.

—Eres igual a él... —susurró con voz quebrada, apartando la mirada—. Igual a tu hermano.

—¿Lo soy? — pregunte dolida.

¿Soy la viva imagen de mi hermano menor? A ese hermanito que murió a tan temprana edad, soy igual y por eso mi madre no soporto verme más, si era así, entonces eso dolía más.

La madre cerró los ojos, como si cada recuerdo la desgarrara.

—No lo protegí... no lo salvé. Y ahora estás aquí, mirándome con los mismos ojos... los mismos que me persiguen en cada pesadilla—susurró, casi como un lamento—Las abandoné para sobrevivir... y aun así perdí lo más valioso. Perdí a tu hermano...

Se me rompió el corazón y no evitar soltar un sollozo.

—¿Y eso te justificaba? —preguntó Amber con la voz rota—. ¿Tu dolor te daba derecho a borrarnos?

Mamá me miró entonces, y por primera vez en la conversación hubo menos evasión y más arrepentimiento.

—No lo justifico. No pido perdón para limpiar mi alma; pido perdón porque hice daño. Yo era joven, asustada y egoísta en mi manera de protegernos: me protegí de enfrentar el dolor… borrándolos de mi vida. Fue cobarde y sin corazón.

Zoey se llevó una mano al rostro, tratando de contener su propia mezcla de ira y compasión, yo no sabía si quería golpearla o abrazarla, sentí el peso de la verdad y, con él, algo que se parecía a la comprensión. No la aprobación, pero sí la posibilidad de entender qué tipo de mujer nos había dejado atrás.

—Entonces —dije con voz baja—, ¿esto es por él? ¿por ese niño que no conocimos?

Ella asintió, lágrimas surcando sus mejillas, pequeñas y honestas.

—Sí. Por eso me doy la vuelta cuando ustedes me miran. Porque me recuerdan lo que perdí y lo que no supe evitar. Y eso me avergüenza hasta el tuétano, me segué demasiado en dar un heredero varón a mi esposo que olvidé amar a mis propias hijas.

Amber se derrumbó en la silla, y Zoey dejó escapar un suspiro largo, apoyé la frente contra la palma de su mano y, sin saber bien por qué, susurré:

—No podemos cambiar lo que pasó, pero estamos aquí ahora y si puedes, quédate, si no puedes, al menos déjanos intentar comprenderte.

Ella apretó mi mano con fuerza, como si fuera a aferrarse a algo real por primera vez en años.

—Lo intentaré —murmuró—. No porque crea merecerlo, sino porque no quiero que mi silencio siga rompiéndolas.

La verdad era una herida y también una puerta, no cerró de golpe nada entre nosotras, ni devolvió el tiempo. Pero al pronunciar ese nombre sin decirlo —al admitir al niño que nos rondaba en su culpa—, mamá abrió por primera vez una rendija hacia algo que podría, con suerte, convertirse en reparación. Las tres nos quedamos allí, sosteniendo un silencio diferente: uno que ya no era sólo reproche, sino la posibilidad de reconstrucción, lenta y dolorosa, pero real.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.