Somos Únicos

1. Mariposas en el estómago

El aroma a cítricos invade todo el auto, observo con diversión el aromatizante en forma de naranja colgado en el espejo retrovisor y sonrío recordando como Connor se alteró por haber tirado el anterior, alegando que olía mucho mejor.

 

-¿Por que sonríes Arley?- preguntó Connor con curiosidad.

 

-Solo recordé lo alterado que estabas cuando tiré tu horrible aromatizante -reí.

 

-Ah eso- bufo- aún no puedo creer que te hallas atrevido a cambiarlo, a las chicas les gusta lo varonil, ahora mi auto huele a niña- dijo fingiendo frustración.

 

-Tu lo has dicho, lo varonil, no el olor a pasta de dientes.

 

-¡Es menta!- comentó indignado.

 

-Como sea, era todo menos varonil- dictaminé divertida

 

Me sonrió divertido y alargó la mano para revolver mi cabello, para después volver la mirada al frente mientras conducía a casa.

 

Al llegar encontramos a papá en la sala viendo un partido de fútbol, quién suspiró aliviado al vernos.

 

-Al fin llegan, muero de hambre- apagó el televisor y se acercó hacia nosotros.

 

-Buenas tardes papá- dijimos al unísono mientras nos dirigíamos a saludarlo.

La puerta se abrió y dio paso al último integrante de la familia, cargando aquel maletín negro de siempre, él sonrió al vernos se acercó a saludarnos y darle un beso a papá.

No todas las familias eran iguales, eso lo entendí al pasar los años, la nuestra era única. Mientras los niños llegaban a la escuela de la mano de papá y mamá, Connor y yo llegábamos de la mano de papá y papá.

 

Alberth y Christian Ferth.

 

Nuestros padres adoptivos.

 

-Yo voy- abrí la puerta en cuanto escuché el timbre - Hola Noah - dije al verlo frente a mi casa.

 

-Hola- contestó ajitado, sus mejillas estaban sonrojadas y su cabello rubio se pegaba a su frente debido al sudor, parecía que había corrido todo un maratón.

 

Noah era mi mejor amigo desde la primaria, eramos sólo los dos antes de conocer a Charlotte unos años después. Quién terminó siendo mi mejor amiga y la de Noah, así que ahora éramos los tres.

 

-Vengo de casa de Charlotte- intentaba controlar su respiración

 

-¿Y?- pregunté confundida

 

-Código rojo, ella nos ha mentido.

 

En secundaria a Noah se le ocurrió inventar una especie de códigos de amigos, puesto que teníamos una sola regla:

 

No mentir entre nosotros.

 

El código rojo significaba que alguien había roto nuestra única regla, al parecer ese alguien era Charlotte.

 

-¿Como sabes eso?

 

-Fui a su casa a dejar algunas cosas que me encargo mamá, estando allí pregunté por ella, su madre me dijo que había ido a comprar el regalo para la fiesta de Susan.

 

-Se supone que hoy viajaría a visitar a su padre, además ¿desde cuándo se lleva bien con Susan?

 

-Ves, ella nos está ocultando algo, arreglarte pasó por ti a las ocho- él se dio vuelta

 

-¡A donde iremos! -grité mientras lo veía correr de regreso a casa

 

-¡A la fiesta de Susan!

 

Cerré la puerta con un suspiro recostandome sobre ella.

 

¿Qué ocultas Charlotte?
 

 

...
 

El auto de Noah se estacionó frente a la casa de Susan, todos la conocíamos puesto que era una de las mejores estudiantes en la universidad, había invitado a todos, así que no necesitábamos de una invitación.

 

Tal como lo imaginaba, el lugar estaba a reventar de estudiantes, encontrar a Charlotte iba a ser más complicado de lo que creímos.

 

-¿la ves? - pregunté elevando la voz por la música mientras él solo negaba.

 

-Iré por algo de beber mientras la buscamos- gritó mientras se abría paso a la multitud, seguramente en dirección a la cocina.

 

Me acerqué a la mesa llena de regalos y puse el nuestro, no íbamos a venir a un cumpleaños sin un regalo, aunque sea solo para encontrar a la chica que rompió nuestro código de amistad.

 

Me senté en uno de los sofás de la sala esperando por él, y buscando con la mirada alguna señal de mi amiga.

 

El celular en mi mano vibró anunciando un nuevo mensaje.

 

De Noa:

"En la cocina"

"Ahora"

 

Corrí en dirección a donde él había ido atravesando la bola de estudiantes bailando y bebiendo, al llegar vi a Noah quién me dio una mirada que no pude descifrar en aquel momento.

 

-¿La encontraste?- pregunté extrañada por su actitud

 

El asintió y me señaló una puerta que parecía dar a la parte trasera de la casa.

 

Abrí la puerta con cuidado aún sin entender la situación, mi vista cayó en la chica rubia quién reía, abrazada de un chico a los que reconocí perfectamente...

 

Charlotte, mi mejor amiga.

 

Y Alfred, mi novio.

 

Ella enredó sus brazos en el cuello de Alfred y dejó un beso en sus labios mientras ambos reían, aún sin darse cuenta de mi presencia.

 

Mis ojos se cristalizaron, y un nudo se me formó en la garganta, gire mi rostro para ver a Noah detrás de mi sin saber que decir, me tomó de la mano y me sacó de ahí.

 

Prefería irme, en vez de enfrentarlos y escuchar seguramente sus estupidas excusas sin sentido.

 

Nos subimos al auto en silencio pero con miles de cosas por decir.

 

-Llora- dijo tomándome de la mano -puedes hacerlo.

 

Y sólo eso basto para romperme por completo y darme cuenta que en realidad siempre fuimos Noah y yo.

 

Sin ella.




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