Somos Veneno.

07.

Victoria:

Me despierto de repente y cuando miro a mi lado, me encuentro a Zayn recostado en mi cama, con su brazo rodeándome.

Por un momento estoy gravemente confundida, pero luego recuerdo lo que sucedió, cuando subimos se dispuso a curar mi herida (la cual dolía bastante), recuerdo que estaba muy enojada e indignada por lo que sucedió. Recuerdo haber llorado de la rabia y a Zayn consolándome, recuerdo sus brazos rodearme y que me recosté en mi cama junto a él, luego que hablamos hasta que dejé de llorar, que me contó cosas de su vida mientras acariciaba mi cabello para que lograra calmarme.

Y me quedé dormida en sus brazos.

— ¿Zayn? —digo sacudiéndolo suavemente, sus ojos oscuros se abren—. Buenos días.

—Buenos días, linda —dice estirándose y bostezando—. ¿Qué hora es?

Me estiro para tomar mi celular de la mesita de noche que hay junto a mi cama.

—Las nueve de la mañana —digo y me levanto—, tengo una hora para llegar al trabajo.

—Si quieres puedo llevarte —ofrece Zayn mirándome desde la cama—, o podría hacer una llamada a Phanton solicitando mis servicios como cliente premium.

Lo miro con una mezcla de confusión y resignación.

—Lo siento, pero debo hablar con Lilith —digo—, agradezco todo lo que has hecho, pero tengo que ir a trabajar.

Tomo mi uniforme, lo meto rápidamente en una mochila, tomo mi celular, mis llaves y le hago una señal para que se levante.

—Te acompañaré a la puerta —Le digo mientras él se pone de pie y se estira.

—Está bien, pero me mantendré en contacto contigo.

—Como quieras —mascullo abriendo la puerta de mi habitación.

No tengo idea de dónde esté el híbrido, simplemente cuando volví junto con Zayn, Sean y él ya habían desaparecido.

En verdad necesito hablar con Lilith con  respecto a todo lo que ha estado sucediendo.

Guío al rubio hasta la puerta del apartamento y se me queda mirando con las manos metidas en los bolsillos de sus jeans.

—Bien, supongo que nos veremos ésta noche, planeo ir con unos amigos a cenar. ¿Me dirás el disfraz de hoy o prefieres sorprenderme? —pregunta alzando las cejas.

—Te llevarás una grata sorpresa —Trato de sonar menos brusca y deposito un breve beso en su mejilla como despedida—, te llamaré luego. Gracias por todo.

—Para eso estoy, Victoria —Me guiña un ojo antes de encaminarse por el pasillo, hacia el ascensor.

Cierro la puerta, dejo mi mochila a un lado, lista para cuando tenga que irme y corro hacia la habitación de Ryan. Al abrir la puerta, me encuentro a mi hermano plácidamente dormido, abrazado a la demonio, la cual acaricia sus rizos mientras mira algún punto fijo en el techo.

—Lilith, es hora de hablar —digo y ella me mira sin mucho interés.

—Hablemos aquí, estoy cómoda y no quiero despertar a tu hermano.

Quisiera exigirle que lo suelte, echarla de aquí y de ser posible, escupirle en la cara por todo lo que ha hecho. Pero con un solo golpe, podría asesinar a Ryan. No comprendo la obsesión que tiene con él, y mi hermano tampoco parece dispuesto a decírmelo. Solo tiene dieciséis años y ella es un demonio, desde sus diez que se ha comportado rara con él. No puedo hacer nada.

No puedo protegerlo de ella y eso me enferma.

—Es sobre los híbridos, supongo que estarás al tanto de lo que sucedió con Zaphire —Me cruzo de brazos.

—Sí, pero ella se lo buscó, las reglas de Phanton son para protegerlos.

— ¡Para protegerlos a ellos! —exclamo—, son monstruos. Vinieron como si nada y se dedicaron a maltratarnos como si fuésemos perros.

— ¿Y qué quieres que haga, cariño? —masculla rodando los ojos.

—Que hables con ellos, ya es bastante que nos hayan comprado como si fuésemos cosas.

—Cuando en primer lugar te venden como a una cosa, es en lo que te conviertes, nena. Zed pagó por ti, Gravity pagó por Zaphire y así con todos tus compañeros —dice mirándome como si no fuese nada más que basura.

— ¿Por qué tienen que estar aquí? ¿Por qué no podemos estar solos? ¿Phanton no puede protegernos lo suficiente? —espeto acercándome más—, ¡Zaphire casi muere a manos de un...!

Ni siquiera puedo decirlo.

—Están aquí porque quieren estarlo, ¿crees que son mi responsabilidad? El negocio fue hecho, les di lo que querían, me pagaron, yo ya no tengo nada que ver con eso, Victoria —responde—. ¿No les gusta cómo están las cosas? Una lástima, humanos, pero yo no haré nada al respecto porque ya no son mi problema.

—Sal de aquí —suelto y trato de contenerme, pero la cólera que me asalta me lo impide—, deja a mi hermano en paz. No es tu juguete, ¡No es de tu pertenencia! ¡Suéltalo!

La tomo del brazo y tiro de ella con todas mis fuerzas, pero me termina atinando una patada en el rostro, causando que me tambalee hacia atrás. Se pone de pie y me levanta por el cabello, causando que un terrible ardor me posea.

Un chillido se me escapa y le doy un codazo en el abdomen, pero ni se inmuta. Me arrastra, mientras yo grito el nombre de mi hermano en un intento inútil de que se despierte y la detenga.

—Tú no tienes derecho alguno a echarme, humana asquerosa —dice llevándome a través de la sala de estar, mientras me retuerzo y forcejeo—. Entiende tu lugar, no eres ni serás nada nunca.

Me endereza y me da un golpe a puño cerrado en la barbilla que me manda a volar contra la pared del pasillo del piso dónde está mi casa y cierra la puerta luego de arrojarme mi mochila.

Mi cabeza duele muchísimo, saboreo la sangre en mi boca debido al golpe que me dio. La impotencia y la rabia se arremolinan dentro de mí, no quiero rendirme. No quiero dejar que todos ellos se salgan con la suya.

Yo soy una persona, no un objeto. Soy algo en ésta vida y no pienso permitir que me convenzan de lo contrario. 




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