Somos Veneno.

Epílogo.

Ryan:

Estoy temblando, atado a una cama.

Lilith se ha dedicado a torturarme, diciendo que me haría más fuerte. Que mi propósito en la vida está por llegar. Me arrepiento tanto de haber aceptado lo que ella dijo... Tendría que haber muerto.

¿Y Victoria? Ella no vendrá por mí jamás, lo tengo en claro, ya ha pasado mucho tiempo. Me han abandonado.

— ¿Cómo te encuentras hoy, pequeño? —pregunta Lilith entrando en la habitación.

—Q-Quiero agua. —Mis labios están resecos y mi garganta igual, no he bebido nada en dos días.

—Creo que ya estás listo —dice y chasquea los dedos.

Personas enmascaradas entran con algo entre sus brazos envuelto en mantas y lo depositan alrededor de la cama sin colchón donde estoy. En total son tres objetos colocados de forma que componen un triángulo.

Los desconocidos asienten ante Lilith y se marchan.

—Deberás preguntarte el porqué estaba tan interesada en un humano simple —dice ella parándose fuera del triángulo—. Tienes el mismo tipo de alma que alguien que conocí muchísimo tiempo atrás. Alguien que está muerto y lo necesito en este momento para algo importante.

Me retuerzo en la cama, con miedo.

—Eres el recipiente perfecto para recibirlo. —Sonríe—. Así que pasaremos a ello.

Dice algo en un idioma que no comprendo y oigo una especie de grito provenir de esas figuras envueltas en el suelo. Líneas compuestas por luz forman el triángulo.

— ¡No, por favor! —exclamo retorciéndome—, ¡Déjame!

Todo mi cuerpo parece arder y temblar, hasta que mis ojos se cierran.

Veo algo acercarse a mí en la oscuridad. Una especie de figura humana iluminada de tal forma que no puedo distinguir sus facciones.

— ¿Q-Quién eres? —pregunto con terror.

—Mi voluntad no es corromper el cuerpo de un niño. —Su voz se escucha grave, retumbando en el lugar donde estoy—. Pero supongo que podemos lograr un acuerdo.

—A-Aléjate —balbuceo retrocediendo.

—Es inevitable, Ryan, ya estoy aquí —dice y niego.

—No te dejaré entrar...

—No es tu decisión.

Entonces siento muchísimo calor, como si ardiera en llamas. El ojo que me lastimé me duele muchísimo y grito con fuerza. 

Trato de resistirme de alguna forma, pero no puedo y mis ojos se abren, ambos, sin que yo pueda controlarlo.

La luz cesa en la habitación y Lilith parece eufórica. Las cadenas que me sostenían se deshacen y mi cuerpo se levanta sin que se lo ordene.

En verdad me están poseyendo...

—Finalmente, Lilith. —Mi voz suena diferente, más grave, más adulta.

Ella se acerca y desliza su mano por mi pecho.

—Bienvenido otra vez, Adán.

 




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