Habían pasado más de dos semanas desde la visita de Freddy a la estación, y Fabiola había invitado a una cena a Raíza y su esposo. La cena sería un día sábado, así que ninguno de los dos tendría excusa para no asistir. Ellos no querían ir para no ver al otro, sin embargo Fabiola fue bastante persuasiva y logró convencerlos a ambos para que asistieran a la cena.
A eso de las seis de la tarde, el ocaso se veía hermoso, y una brisa fresca cruzó por las mejillas de Raíza. Ella estaba parada viendo al sol y no decidía si tocar o no la puerta en la casa de su hermano. De pronto, una voz tosca gritó su nombre desde la casa, una voz que ella ya conocía, puso los ojos en blanco y fue a la puerta de la casa, donde su hermano la esperaba con los brazos abiertos.
—¿Qué haces tan temprano en casa? La cena no es sino hasta las nueve –dijo abrazándola con fuerza.
—¡Suéltame que me estás matando! –gritó con voz entrecortada.
—Lo siento, cuando me emociono no mido las fuerzas.
—Gracias. Vine para ayudar a Fabiola a ver que necesita.
—El matrimonio te sentó bien, ahora vienes a ayudar y todo.
—Eres el mismo idiota de siempre, desde que tengo memoria ayude a mamá con estas cosas.
—Ella está en la cocina, espero que no se moleste porque metas tus uñas en el asunto.
—Idiota.
—Cerdo, hermanita, Cerdo –dijo mientras veía la espalda de Raíza que se alejaba.
En la cocina todo se veía perfectamente controlado, había un pavo relleno en el horno, una olla burbujeante en la hornilla, y en la mesa estaba Fabiola preparando bandejas de canapés. Al ver a su cuñada entrar por la puerta, se levantó rápidamente para recibirla.
—Gracias a Dios que llegaste temprano, estoy loca por hacer esa salsa de ciruela para el pavo, a ti te queda espectacular.
—¿Sabes para qué nos reunió aquí Rodrigo?
—No sé absolutamente nada, no quiso decirme, tan solo me pidió que prepara la cena, y que nos tiene a todos una sorpresa.
—¿De verdad no sabes qué será?
—No amiga, hasta me amenazó con fastidiar a uno de mis amigos en la estación.
—¿Crees que haya descubierto alguna falla en las pruebas de ADN?
—No lo sé Raíza, y estoy como loca, ese hombre está hermético.
—Apuremos la cena, así salimos más rápido de esta locura tan desagradable.
En la sala de la casa, sentado plácidamente en un cómodo sillón, Rodrigo sostenía un pequeño vaso de Whisky con hielo que hacía ruido al moverlo. Se había levantado optimista, había hecho lo imposible por salvar el matrimonio de su hermana, y esperaba tener éxito en lograrlo. Por su lado, Freddy estaba sentado en la cama de su estudio, con apenas la toalla en su cadera, y su pelo empapado mojaba toda su espalda. Estaba pensando si debía o no aceptar la invitación de Fabiola, para él sería muy duro verle la cara a la que todavía era su esposa, aún se le encogía el corazón al recordar la traición, y de que serviría saber si era capaz o no de embarazarla, ¿sería una artimaña de Rodrigo para fastidiarle más su vida? Sin embargo, desde que conoció a Rodrigo, él siempre se mostraba como una persona alejada de los problemas de la familia y bastante neutral cuando lo incluían, ¿qué podría ganar con humillarlo más todavía? Tomo un enorme respiro y comenzó a prepararse para la cena, no quería que volvieran a buscarlo con la policía para llevarlo a la casa de Rodrigo con todo y sirena.
En la cocina, cuando Fabiola le daba un respiro, Raíza también pensaba en las razones de su hermano para que viera frente a frente al hombre que la había dejado por otra, y que usó unas pruebas de ADN para salirse con la suya. En ese momento pensaba que había sido mala idea haber parado el divorcio, había sido una locura detenerlo, quizás ahora con suerte estarían divorciados, y si Freddy hubiese cumplido con su palabra, le habría dejado a los chicos y no tendría que verlo nunca más. Sin embargo, su corazón latía más rápido cuando lo veía en sus pensamientos, quería lanzarse a sus brazos, y al mismo tiempo abofetearlo, no estaba segura que haría cuando lo viera de nuevo y eso la asustaba.
El sol había terminado de ocultarse y un pequeño arco brillante mostraba la luna creciente. Freddy seguía nervioso en su estudio, no quería ver a Raíza, ella lo había traicionado, pero al mismo tiempo quería sentir el sabor de sus labios y el tibio calor de su cuerpo, no sabía qué hacer, su corazón latía de esperanza y al mismo de miedo por todo lo que le había dicho. ¿Si los chicos realmente eran de él? ¿Si Rodrigo demostraba que las pruebas de ADN se equivocaban? ¿Ella lo perdonaría? No, no lo haría, pensaba Freddy, ¿por qué lo haría si él no la había perdonado en aquel amargo momento? Tragó saliva, volvió a peinarse y tomó las llaves de su auto para ir a la cena donde la vería de nuevo.