Soñadora de imposibles

RESCATE DE MI MEMORIA

 Noviembre 

Si hay algo que no existe, es el olvido. 
Jorge Luis Borges 

Valoro como nunca el dolor y el milagro de sentir. Los tacones me duelen, me duele la gastritis y es indescriptible el ardor en mis ojos por pasarme en vela con  otra más de mis columnas para la revista donde trabajo. 


Me dirijo la oficina, platico con mis compañeros y tarareo alguna canción en ciertos ratos. Al finalizar la jornada me atrapa uno de mis arranques románticos y decido irme a parar a Paseo de la Reforma para rondar entre las ofrendas que desfilan en nombre de nuestras tradiciones. Al salir del metro Insurgentes me mezclo entre ejecutivos trajeados que salen a borbotones de las calles. Son casi las siete. 


Aunque suene delirante, me gusta sumergirme entre esos alborotos de la ciudad, no importa el ruido citadino que retumba en mis oídos, los vehículos que chillan tras irse los altos, ni el smog que se aspira aunque se contenga la respiración. Yo estoy en reforma, sentada en una de esas bancas curiosas en que todos quieren retratarse.  


Miro la luna, siento frío y entonces me acuerdo. 


Silencio. Los dos meses que se perdieron de mi memoria regresan para instalarse de manera casi perfecta en mi interior. Casi, porque no consigo descubrir quién es a quién me atreví no solo a besar. Brincan recuerdos como pelotas de ping-pong en una de las locaciones de mi cabeza; un día, otro, una semana completa, otra a medias…Desesperación. Impotencia. Ruido. 


El resto de noviembre me atormenta. A mitad de un día de trabajo, para distraerme de los fantasmas rutinarios, hago lo que a veces me sale, escribo. Garabateo las siguientes líneas en una hoja que encuentro en mi mochila. ¿Por qué siempre hay misterios que me sacan de quicio en mi bolsa? 


Se me hace melancolía en la boca, se me antoja andarte recordando, quiero agarrarte a indiferencias y devorarte con olvido. 


Desdoblo la hoja para encontrar otro espacio que me permita escribir algo más. Pero no hay más que letras y más letras tatuadas en el papel. Alcanzo a leer a la mitad de la hoja: 


dulce y perverso... ¿en qué estas pensando? 


En usted. Quiero besarla otra vez debajo de la lluvia y no dejarla ir. ¿Se puede? 


La respuesta no es de mi autoría, no es mi letra, no es el mismo tono de tinta. La hoja tiene su aroma. 
Tengo que encontrarlo. Se añade un imposible más a mi lista de deseos. 
  

Continuara...



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En el texto hay: fantasia, poesia, amor

Editado: 15.08.2019

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