Soledad.
Rechazo.
Desespero.
Esa era la vida de la rara.
La "Niña rara"
Insultos. Humillación.
"La niña que perdió a su mami"
Todo lo que comienza de apoco termina mal, muy mal.
¿Qué puedo decir de lo que hice?
La venganza era dulce y venenosa.
Un día esa niña rara que se escondía detrás de ropa ancha y soledad, decidió abrir su caparazón.
Toda mi vida había servido como inspiración.
Por cada burla escribía cinco versos, por cada humillación diez poemas, por cada maltrato veinte narraciones.
Y así me convertí en lo que jamás imaginé.
Y cree de mis miserias algo realmente dulce.
Fue el libro más vendido, y ahora mismo, seguía estando en el puesto de los diez más vendidos.
La niña "Rara" así era titulado el libro, mi libro.
Decidí crearlo con un seudónimo, y cuando medio instituto hablaba del libro, mi libro, un sonrisa cruzaba mi rostro al saber que todo lo que leían era lo que ellos eran.
Entonces comprendí que la personas tenían esa doble moral.
Se pintaban buenos y santos, como las personas más brillantes del mundo, depende de la situación y con quiénes se rodeen son diferentes personas, capaces de todo, como si nada fuera imposible, porque todo lo pueden, todo lo son.
Y detrás de esa mascarilla se encontraba la putrefacta alma que algún día los condenaría.
También comprendí que nadie era condenado.
Uno mismo se condena y solo uno mismo se libera.
Uno mismo decide qué clase de persona ser.
Para no tener esa doble moral simplemente se debe ser inteligente, tan fácil como pensar antes de hacer las cosas o siquiera decirlas, o reconocer en algún momento de nuestras vidas lo que hemos hecho mal, en lo que nos hemos equivocado, y lo que debemos corregir.
Pequeñas normas que pueden hacer de nuestras vidas un triunfo.
Por eso antes decía, no tenía amigos, la soledad siempre me acompañó, y fui feliz, y por más que quise explotar, me mantuve firme, y fui aún más fuerte, y descubrí la gran capacidad de nuestro ser.
Como un solo arte, que expresa lo que el corazón esconde y lo que el alma grita en el silencio.
Las tormentas de la vida.
Las tormentas del corazón.
Lo que esconde el silencio detrás de cada acción.
Todo lo que jamás decimos.
Todo lo que pensamos o queremos hacer y no nos atrevemos.
Así mismo como un boceto, que fue creado pero jamás proyectado en lienzo, pincel y mano.
Lo que cobra vida en el vacío.
A lo que le damos vida en el silencio.
Todo lo que algún día pensamos, quisimos y nunca accionamos.
Y con ese pensamiento abrí mis ojos.
Encontrándome un hermoso amanecer.
El sol se veía en el ocaso y el color naranja se mezclaba creando un morado que iba acompañado de algo rosa.
Era hermoso.
Una sonrisa se dibujó en mis labios y pude sentirme aún más feliz.
Removí mi cabello y fue entonces cuando estiré las piernas que me di cuenta de dónde estaba.
Recordé la melodía que habitó por todo el lugar...
Mi piel se estremeció de solo recordarla.
Y como un instinto valiente me puse de pie dejando caer la pluma y la libreta sin darme cuenta.
Caminé entonces hasta las escaleras, donde sigilosa bajé.
Y en una sola dirección me acerqué hacia aquel lugar, que me llamaba a gritos.
Al pasar por el gran reloj admiré que eran las cinco de la mañana.
Y al caminar en absoluta penumbra hasta aquella habitación mi corazón se aceleró.
Complemente descontrolada abrí las puertas, las manillas heladas me recibieron con un grato escalofrío.
Cuando a mí vista estuvo aquel prepotente piano un suspiro abandonó mis labios.
Era curioso, que la tapa que antes estaba abierta estuviese cerrada.
Fue entonces cuando confirmé todas mis sospechas.
No sabía quién, cómo, ni dónde, pero estaba segura de que aquí habitaba, o cada noche entraba a tocar la misma canción y a la misma hora.
Y tendría que tomar la valentía para hacerle frente.
Levanté la tapa y acaricié las teclas.
Y entonces la escala de tonos resonó.
Estuve segura de que en todo el lugar se hubo escuchado.
Y queriendo saberme artista tomé asiento en el banquillo.
Moví mis manos a lo largo, y realmente era inmenso, creo que sin problema alguno dos o incluso tres personas podrían tocar este instrumento al mismo tiempo.
Toqué varias notas seguidas y cuando se escuchó completamente horrible solté una carcajada.
- ¡Dios que no nací para esto! - Pero seguí intentando tocar algo.
Y cada vez que se escuchaba mal soltaba una carcajada, era inevitable.
Sonaba realmente desafinado y horrible.
Y me preguntaba cómo se escuchaba un piano desafinado, y solo yo tenía la capacidad para hacer que así sonara.
Cuando estuve dispuesta a rendirme me sentí observada.
Y entonces ignorando aquella sensación tomé la iniciativa a lo único que el instituto me enseñó.
En el acto de grado tuvimos que tocar una canción, estuve en clases de música unas veinte veces hasta que por fin la pude aprender.
Así que moví mis manos cantando y tocando lo único que sabía en piano.
- Wise man say...- Susurré mientras movía mis manos en los acordes.- Only fools rise and... But I can't help, falling in love with you...- Sentí la mirada, aún más fuerte, aún más intensa, e inevitablemente toda mi piel se erizó.
Así que cerré mis ojos y me concentré en la canción.
- She'll I stay, would it be I see. If I can't help falling in love with you...- Suspiré y entonces tomé el aire suficiente para lo que venía.- Like a river flows, should it to the see, darling so I goes, something are me to be...
Para cuando repetí toda la melodía mi piel estaba tan erizada que ardía.
La mirada era cada vez más insistente.
Y sin poder aguantar más detuve todo de pronto y salí corriendo hacia donde quiera que me observaban.
Editado: 29.04.2023