Sonata de Luna Llena

Capítulo 16

Habíamos pasado toda la mañana acurrucados, no hablamos mucho, simplemente él acariciaba mi cabello y yo su mano, la que teníamos entrelazada.

Manig hizo también su aparición, y terminó entre los dos.

También tuvimos que hacerle cariño.

Cuando llegó la tarde cociné para él, quien insistía en querer cocinarlo...

Así que hicimos un trato, que yo cocinaba en el almuerzo y él en la noche.

Y entre risas y conversaciones algo cortas terminamos nuevamente en la cocina.

Me encontraba sentada con las manos recostadas en la barra, mientras lo observaba cortar ágilmente frente de mí.

Se había cambiado de ropa a una más cómoda, yo solo lo veía con unos pantalones negros al cuerpo, y la camisa negra arremangada por los codos, con sus tres botones abiertos, y sí iba más relajado que de costumbre.

— En serio necesito preguntarte.— Dije observando fijamente lo que hacía.

Él se detuvo y me observó.

— ¿Qué? — Arqueó una ceja y sonreí.

Resoplé y fue entonces cuando una sonrisa se comenzó a dibujar en sus labios...

— ¿A caso viste clases en Máster Chef? — Y cuando arrugó la cara sin saber de qué le hablaba, claramente, yo abrí la boca sin palabras.

—¿Debería saber lo que es? — Aún tenía la frente arrugada por su gesto y yo comencé a reír.

— Vale, es un programa, de televisión, donde la gente cocina en un tiempo determinado y gana el mejor plato, es decir, la mejor comida, para eso deben cocinar muy rápido y que les quede muy bien elaborada.— Su expresión se relajó un poco.

Entonces algo en mí surgió con la necesidad de preguntárselo.

— ¿Cuándo fue la última vez que saliste de este lugar? — Dije en un susurro.

Porque aún sentí que eran cosas muy privadas.

Él dejó el cuchillo a un lado y puso ambas manos en la encimera, viéndome fija y completamente.

— En 1896.— Me ahogué con la saliva y comencé a toser como una loca.

Tanto así, que se acercó a mí con agua, y apartó el cabello de mi rostro, el cual estaba caliente.

Tomé el vaso que me tendió y bebiendo todo, quería asimilarlo.

— No tiene porque quedarse en silencio o avergonzarse de decir algo.— Evitó mi mirada en ese momento.— Se debe preguntar qué clase de hombre soy, nadie vive por tanto tiempo.— Dijo las últimas palabras con melancolía.

Y yo tomé su mano.

— Quiero conocerte, y ya sé que has vivido por mucho, solo tengo algo de curiosidad, no logro entender, no aún.— Y mis palabras causan algún buen efecto que hacen que se relaje.

Se devuelve a la barra y comienza a picar.

— Luego de lo que ocurrió...

 Se detuvo un momento y noté su cuerpo tensarse.

—Luego de lo que ocurrió, yo estuve un tiempo afuera, en Polonia. Duré allí varios años, para cuando regresé nada era lo mismo. La alegría se había perdido, no existían los colores vivos, todo era doloroso, así que lo intenté, intenté salir luego de tanto tiempo, pero comenzaron a hablar...

Se detuvo un momento pensativo.

— Las personas aman hablar, más de lo que crees, en este lugar...— Lo noté tragar saliva incómodo.— Durante un tiempo, me llamaron asesino, no tuve de otra que refugiarme nuevamente, en este lugar, y era el más doloroso de los casos, lo evitaba a toda costa, pero a dónde iría...— Mi corazón se aceleraba con cada palabra sin tener idea.— Pasaron años y algo extraño sucedía conmigo. Yo...

Dejó nuevamente el cuchillo y suspiró.

— No tienes que contarme todo hoy, ¿Sabes? — Dije tomando su mano sobre la barra.

Sus ojos grises se entrelazaron a los míos.

— Tenemos mucho tiempo y calma, yo estaré aquí y tú estarás preparado.— Dije sonriendo.

Él asintió y bajó la mirada nuevamente.

— Aún así quiero contarte esto.— Me dijo con la voz muy baja... Sentí que me rompería.

Pero entonces levantó la mirada y continuó.

— Decidí salir. Para cuándo lo hice todo el mundo creyó que me había muerto de pena, o peor aún, me había suicidado por pura culpa.— Resopló.— Ya no quise salir más, lo hacía en la noche, y cuando lo hacía comenzaron a hablar nuevamente, decían que era un ser sobrenatural que acabaría con todo el que saliera de noche.

Tomó una cacerola y echó allí todos los vegetales picados.

— Y en una parte, no se equivocaban.— Apreté mis manos sobre la barra.

Y él lo notó.

— No creas que soy un vampiro, hombre lobo y tantas cosas que decían de mí.— Dijo en un susurro.

Yo abrí los ojos y sin saber por qué me reí.

— Tenías una vida interesante Sherlock Holmes.— Dije de pronto.

Él volvió a observarme con una pizca de gracia.

— Entiendo ese chiste, pero de Holmes nada.— Dijo sonriendo de medio lado.

— Aún así, contándome todo, no te tengo miedo, y jamás lo tendré.— Dije mirándolo fijamente, y observando como sus ojos se oscurecieron un poco.

Y sin decir más nada, se giró y cocinó lentamente todo, observaba sus movimientos, y la manera en la que se tensaban sus hombros al remover la comida.

Un aroma exquisito llegó a mi cuerpo y fue inevitable ronronear como un gato con hambre.

Y al abrir mis ojos, me observaba, había dejado de cocinar.

— ¿Qué ocurre? — El calor se adueñó de mi rostro y abrí mis ojos preocupada por su expresión.

— Ese sonido que hiciste...— Y el cosquilleo se adueñó de mi estómago, como si las náuseas volvieran a mí.

Él se acercó a mí, y queriendo derretirme le aguanté la mirada hasta que estuvo a mi lado, girando la silla para verme con su intensidad.

Yo no dije nada.

Me había quedado expectante.

Y muy nerviosa.

Cuando creí que haría algo, sí lo hizo.

En teoría, me llenó la nariz de harina.

Y solté un grito.

— ¡Cómo se te ocurre! — Y una gran sonrisa se dibujó en su rostro, enseñándome todos sus perfectos dientes.

Fue inevitable detenerme en sus labios, su sonrisa, todo él era tan perfecto.

— ¿Por qué no sonríes más? — Le dije sin poder apartar la mirada, y al subirla a sus ojos estaban negros.



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Editado: 29.04.2023

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