AVISO:
⁉️En este capítulo habrá alto contenido sensible, aviso por si pueda causar cierta inquietud.
•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••
Parte II
Algo estaba pasando.
Algo estaba por pasar...
Alguna maldición estaba derramándose.
Algo muy oscuro se acercaba.
Aquella noche ningún sueño fue pasajero...
Todas las almas que habitaban sobre aquellas tierras tuvieron una misma pesadilla en sus cabezas...
Algo malo, muy atroz ocurría.
Dicen que la sangre llama a la sangre.
Cuán cierta serán estas palabras...
La nieve comenzó a caer abrigando todo rastro de felicidad a su paso.
El invierno llegó mucho más rápido.
Las escasas calles verdes y pintorescas desaparecieron con el hielo, y el gélido ambiente se esparció en todo el lugar.
Pero aquella noche, aquella noche hacía un frío diferente.
Lograba sin razón alguna hacer sonar los dientes de una manera incluso parecida a la demoníaca.
La humedad cubría todo vidrio.
La luna se bañó de sangre tan fácilmente que todo el que la llegó a observar invocó a la luz.
Pero la luz se había alejado...
Había ido muy lejos...
Guiaba un camino desconocido...
Los animales huían despavoridos a sus refugios, las aves recorrían el cielo huyendo lo más lejos posible.
Y desde lo más alto de la colina montañosa, el hombre de muy mal aspecto soltó la colilla de su tabaco a la blanca nieve que se tiñó oscura.
Markus Baumgärtner abandonaba su casa a hurtadillas con una capa negra, recorriendo el pequeño sendero que lo llevaría por última vez en muchos siglos a la encrucijada de...
¿Muerte?
A lo lejos de la noche una cabellera roja casi como el fuego se alzó con el viento.
Alguna clase de palabras intercambiaron.
Y algo más allá de nuestra vista y entendimiento.
Sólo después se habría sabido lo que realmente sucedió en ese momento.
Un abrazo un tanto sentimental los fundió a lo lejano, en donde a simple vista parecían dos amantes secretos, a medianoche, a luz de luna, aunque una muy sangrienta...
Fue entonces cuando el mismo camino fue recorrido nuevamente, donde aquella dama de la noche lo observó perderse entre los árboles y la niebla.
Y justo en ese instante Markus sintió algo extraño, una leve corazonada, y temió por su vida y por la de su hermano.
Levantó la vista al cielo con alguna esperanza de vida, pero la luna roja lo hizo desfallecer en sus intentos de salvación.
Así que cerró sus ojos y de manera autónoma caminó hasta la casa donde se aseguró de cerrar hasta la más mínima ventana y cortina.
Todos estaban encerrados en sus habitaciones.
Menos Edmond, que por el tiempo que le llevaría el camino hacia Polonia se encontraba seguramente pisando Szczecin.
Mucho más allá de la frontera...
Markus caminó entonces hacia el mirador donde la luna iluminaba todo de un color rojo en aquella habitación.
Sus ojos casi se ahogaron.
Y fue entonces cuando un ruido lo descolocó.
Su padre le seguía.
Y tan solo bastó una mirada para saberlo.
Algo muy malo pasaría esa noche.
Decidieron estar en vela, para cuando el reloj resonó de una manera tan fuerte sus corazones se aceleraran.
Markus jamás había ido a la guerra.
Mucho menos a una batalla sangrienta.
Sí había observado peleas normales, también las había experimentado, pero jamás las vivió a carne viva como su padre, como Edmond.
Fue entonces cuando Hiemrick Baumgärtner caminó hacia el despacho, que todo por afuera ocurría de manera silenciosa.
Hombres de montaña, vestidos casi como los vikingos se camuflajeaban en la noche.
Lentamente degollaban cuellos de todo aquel que se encontraban.
Eran infinitos.
Más de veinte hombres se encontraban en aquel lugar.
Caminaban de una manera tan silenciosa que ni el crujir de sus botas contra la nieve se escuchaba.
Y así lo rodearon todo, lentamente.
Mientras la pequeña Greta temblaba en su pesadilla...
Pequeños jadeos se escapaban de sus labios, sintiendo la necesidad de despertarse pero sin poder hacerlo.
Dedrik se estremeció de pronto, abriendo sus ojos como platos.
Y apartando las mantas que lo cubrían caminó de manera equivocada hacia la ventana, donde notó como entonces miles de personas; a su parecer, envolvían su hermoso castillo.
Notó el color rojo que se esparcía en la blanca nieve haciéndolo arrugar su gesto, pero no entendía nada.
Era muy pequeño, e inocente...
La hermosa Agatha fruncía su cejo con gran fuerza mientras sus sueños reflejaban la misma pesadilla una y otra vez.
La luna se pintaba de rojo, la daga atravesaba el corazón latente, la sangre se esparcía en la nieve...
Adeline lloraba.
Aún no podía detenerse.
Aún en sueños lloraba a su hijo.
Lloraba a sus padres.
Lloraba a sus hermanas.
Lloraba por su esposo.
Lloraba por todo.
Creyendo que la vida ya era injusta...
Markus caminó entonces hacia la biblioteca donde un sobre blanco descansaba en la mesa.
Lo abrió tragando en seco sabiendo las palabras que encontraría.
"Querido Ed..."
No había acabado de leerla cuando sus músculos se tensaron y decidió esconderla en el libro más olvidado de aquel lugar.
Sí algún día alguien la encontraba...
Bueno, si eso pasaba.
Tomó el pequeño frasco que la dama de la noche le había dado, e ingiriendo su líquido arrugó su cejo.
Y fue entonces cuando el sonido de la noche interrumpió mientras el sabor amargo se esparcía por su paladar.
Fue como si de pronto una gran carga hubiese sido derribada...
La gran puerta de su casa fue abierta con un estruendo.
Editado: 29.04.2023