Sonic & Shadow: El renacer de María

Capitulo 1 "Entre sombras y luces"

​El silencio en el Sector Omega de GUN no era un silencio de paz, sino de anticipación. Las computadoras zumbaban en una frecuencia casi imperceptible, procesando terabytes de datos recuperados de los diarios encriptados de Gerald Robotnik. En el centro de la sala, un enorme cilindro de cristal blindado contenía un fluido de color ámbar que emitía su propia luz.

​La Directora Rockwell observaba el tanque con una expresión de triunfo. En sus manos sostenía el cristal vacío que antes contenía el chip de conciencia.

​—Niveles de Energía Caos estabilizados al 98% —anunció un técnico, con la voz temblorosa por la emoción—. Los datos neuronales de la sujeto "María" han sido integrados con éxito en la estructura orgánica del espécimen amarillo.

​Dentro del fluido, la eriza de pelaje dorado movió una mano. Sus ojos se abrieron lentamente. No eran los ojos de un arma, sino unos ojos azules cargados de una confusión infinita. A través del líquido, veía sombras moviéndose, siluetas que le resultaban extrañamente familiares y a la vez aterradoras.

​—¿Dónde estoy? —intentó preguntar, pero de su boca solo salieron burbujas.

​De repente, un pulso eléctrico recorrió el tanque. Rockwell no quería una niña confundida; quería un soldado. El sistema empezó a proyectar imágenes directamente en el nervio óptico de la eriza: fotos de la destrucción de la base de GUN de hace 50 años, imágenes de Shadow desatando su furia y, finalmente, un mensaje grabado por una voz sintética que imitaba a la de Gerald: "Él es el peligro. Él causó el fin. Detén al erizo negro".

​La eriza amarilla cerró los puños. Su aura empezó a brillar con una intensidad solar, haciendo que el fluido del tanque hirviera. María the Hedgehog acababa de nacer, y su primer recuerdo era una mentira diseñada para odiar a quien más la amaba.

​A miles de kilómetros de allí, en la apacible colina que vigilaba el pueblo de Green Hills, Shadow se encontraba solo. Sonic, Tails y Knuckles estaban en el pueblo ayudando a Tom con los preparativos para el festival local, pero Shadow prefería la soledad del viento.

​Llevaba puesta la bufanda roja, un poco más oscura por el tiempo, pero impecable. Se sentó en una roca, mirando cómo el sol empezaba a ocultarse. De repente, sintió una vibración en su muñeca izquierda.

​El reloj plateado, aquel objeto que María le regaló y que no había emitido ninguna señal desde la explosión de la base, empezó a brillar. No era el brillo rojo de la Energía Caos de Shadow. Era una luz dorada, cálida y rítmica, como un corazón latiendo después de un largo sueño.

​—No... no es posible —susurró Shadow, poniéndose de pie de un salto.

​Su pecho se apretó. Podía sentir una firma de energía en el aire. Era débil, lejana, pero inconfundible. Era la misma "frecuencia de alma" que solo María poseía. Shadow cerró los ojos, tratando de concentrarse. Por un segundo, en la oscuridad de su mente, vio un destello amarillo y escuchó un susurro: "Shadow... ayúdame".

​—¡Shadow! ¡Oye, Shadow! —la voz de Sonic rompió el trance. El erizo azul llegó corriendo, dejando una estela de chispas—. ¡Maddie hizo pastel de chili y Knuckles ya se comió la mitad! ¿Vienes o te vas a quedar aquí hablando con las nubes?

​Shadow no se movió. Su mirada estaba fija en el horizonte, hacia el norte, donde las tormentas siempre parecían formarse.

—Sonic... algo ha despertado.

​Sonic se detuvo, notando la seriedad en el rostro de su amigo y el brillo inusual del reloj.

—¿De qué hablas? ¿Otro robot de Eggman?

​—No —respondió Shadow, con la voz cargada de una emoción que Sonic nunca le había escuchado—. Es ella. Siento su presencia.

​De vuelta en la base, el tanque se vació. María the Hedgehog cayó de rodillas sobre el suelo de metal, respirando con dificultad. El aire se sentía pesado, y su pelaje dorado goteaba el fluido ámbar. Rockwell se acercó y le ofreció una mano, que María rechazó instintivamente.

​—¿Quién soy? —preguntó la eriza amarilla. Su voz era idéntica a la de la María de hace 50 años, pero con una fuerza nueva, más vibrante.

​—Eres nuestra mejor creación —dijo Rockwell con una sonrisa maternal y falsa—. Te llamas María. Eres la protectora de este mundo, y tu misión es corregir los errores del pasado. Un erizo llamado Shadow ha regresado, y planea terminar lo que empezó hace décadas.

​María miró sus manos. Concentró su voluntad y, de sus palmas, brotaron pequeñas esferas de luz solar. A diferencia de las explosiones destructivas de Shadow, su energía se sentía pura, pero Rockwell la estaba entrenando para usarla como una flecha.

​—Pruébame —dijo María, con una determinación que nacía del miedo a lo desconocido.

​En los días siguientes, María fue sometida a pruebas brutales. Descubrió que podía levitar impulsándose con ráfagas de luz bajo sus pies y que su velocidad podía rivalizar con la de un rayo. Pero lo más extraño ocurría cuando estaba sola en su celda: a veces, el nombre "Shadow" no le producía odio, sino una punzada de dolor en el pecho, un eco de una risa y el aroma a galletas de jengibre.

​En el taller de Tails, el ambiente era de máxima alerta. El joven zorro estaba frente a sus pantallas, analizando una anomalía energética que el reloj de Shadow le había ayudado a triangular.

​—Es increíble —dijo Tails, ajustándose los lentes—. Hay un pico de energía en las coordenadas del Ártico. Es una firma de Energía Caos, pero invertida. Shadow es el polo negativo, y esta señal... esta señal es el polo positivo. Son como dos imanes buscándose.

​Knuckles se cruzó de brazos, mirando el mapa.

—Si GUN está detrás de esto, no es nada bueno. El Comandante Wolters ya no tiene el control total; Rockwell ha tomado las riendas de los proyectos negros.

​Sonic miró a Shadow, quien permanecía en la esquina más oscura del taller, puliendo sus guantes.




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