Oye. Oye, despierta y sigue mi aguda y alegre voz que el show está por comenzar, ¿sí? Y no querrás perdértelo, es tu momento para volver a sonreír, ja, ja, ja. Anda, abre los ojos… o bueno, al menos mueve la cabeza para saber que me escuchas. Bien, así me gusta.
¿Dónde estás, preguntas? Es un secreto, mi bien. Pero guarda la calma que no voy a hacerte daño. Bueno, no lo haré si no me obligas, claro está. Hey, cálmate y deja de gritar, desde luego que no puedes moverte porque tus manos y piernas están atadas a una silla de eléctrica. Junto a ti hay una palanca que activa la electricidad con el movimiento, y si te mueves demasiado la tocarás y te convertirás en un hermoso trozo de carbón. No queremos eso, ¿o sí?
¡No puedes verme porque tus ojos están vendados! ¿Qué pregunta es esa? Pero si quieres le mostraré a tus sentidos quien soy, lo haré hablando bajo, en un susurro para que no te asustes. Voy a desatarte la mano derecha para que puedas tocarme, pero te lo advierto, si haces algo indebido te cortaré la mano con el filo de este cuchillo que estoy pasando por el borde de tu garganta. Siéntelo, es frío, afilado y podría hacerte sangrar con la más mínima presión, mas no busco eso.
Ahora siénteme y deja que tus dedos vean por ti, que perciban la textura áspera y pastosa de mi cara a causa del maquillaje que estoy utilizando. ¿Lo sientes? Los vellos están recostados por debajo de esta capa grasosa que se extiende uniforme desde la barbilla hasta la frente; y aquí, en las cuencas de mis ojos está esa zona rugosa, rasposa, más dura que una cicatriz queloide ubicada en ambos costados de mi cara, ¿lo notas? También está aquí junto a mi boca, con sus vértices gruesos y extendidos casi hasta las orejas, zurciendo los cuajos de lo que alguna vez fue mi piel.
¿Mi aroma también lo detectas? No me ofenderé de tu respuesta, pero si no quieres decirlo solo asiente con la cabeza. Así me gusta. Es tenue pero pesado de respirar y te hace toser si me acerco tanto como ahora, lo sé; sobre todo porque al estar tan cerca como para que sientas mi aliento en el vello de tu nuca para ti es como meterle la nariz a una botella llena orines humanos, ¿sí? Y sobre todo hace que te erices al sentirme, que tu corazón se acelere de nerviosismo, de miedo. No sabes lo que planeo ni por qué te traje aquí. Calma, ya te dije: no te haré daño. Por el contrario, estoy aquí para ayudarte a ser feliz de nuevo, solo para eso nací. Voy a contarte una historia muy graciosa y espero que te rías mucho. Si no lo haces tendré que coserte una enorme y hermosa sonrisa. Una como la mía.
Vaya, de pronto te has callado. Debe carcomerte la emoción por escuchar mi historia, ¿no es así? Sí, sí, sí, es emocionante. Te estoy atando la mano de nuevo para que no hagas ninguna locura como quitarte la venda, luego me alejaré y daré comienzo al show, ¡serás la quinta persona afortunada en conocer el mejor espectáculo de Slippy, el creador de la alegría! Es una bendición, ja, ja, ja, ja.
Comencemos, mi bien. Espero que te rías mucho, porque la vida es mejor con una sonrisa.
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Editado: 05.07.2019