Sonrisa de Mil Demonios

Capítulo 4

Narra Allison

El sábado cuando abrí los ojos el dolor de cabeza no era tan fuerte, las pesadillas no fueron tan malas y Jess pasó toda la mañana con mal humor.

Luego de pasar el fin de semana con toda la familia y Jess, quien ocupa un puesto grande en mi familia, todos se fueron a sus casas el domingo por la tarde. 

Mí tía Anabelle me comentó todo lo que sería el instituto y cada una de las pautas y esas cosas que debería saber...

 Al menos Jess estará allí, y ese es mi consuelo, del resto no recuerdo tener más amigos de pequeña.

Es lunes, y eso implica un nuevo comienzo, tener sueños extraños no me hará dudar nuevamente, y seguramente mi madre sería feliz si fuera tan buena estudiante, y mi padre si los dejara sorprendidos.

Así que es en lo único que pensaré. Concentrarme en los estudios.

Termino de alistarme y bajo a la cocina donde están sentados mis abuelos charlando animadamente y mi tía Ana terminándo de servirles café.

 La señora María se encuentra cocinando por como huele; algo maravilloso con huevos y tocinos, así que entro con buen ánimo.

— ¡Buen día para todos! – Todos voltean a mirarme y sonrientes me responden.

— Mis días son más bonitos contigo así, radiante y hermosa.– Exclama mi abuela abrazándome.

Le beso la mejilla y hago el mismo procedimiento con mi abuelo y mi tía. Le regaló una sonrisa a María y me siento junto a mí tía a desayunar.

Me concentro totalmente en las delicias que saboreo mientras todos hablan de negocios y como tener mejores inversiones...

— Lucecita.– Dice mi tía llamando mi atención.– Nos vamos en diez minutos para no llegar tarde y que puedas conocer todo antes de que entren los demás.

Asiento y ella me sonríe levantándose de la mesa.

– Por cierto... Dejé un bolso color negro en tu habitación, ahí está todo lo que necesitarás.– Le sonrío y termino el desayuno lo más rápido que puedo.

Le entrego los platos a la señora María y me dirijo hacia la habitación a buscar lo que me falta.

Al bajar las escaleras Anabelle me espera mirando su teléfono.

— ¿Lista? – Pregunta al notarme.

— Pues como siempre, sí.– Sonreímos y mi abuela sale de la cocina con un paquete.

— ¡Eh! Te preparé unas galletas para tu primer día, y déjale un poco a Jessica que me ayudó...– Sonrío.

— Puedo tener a las mejores en mi vida.– Me abraza y luego subo al auto donde me espera mi tía.

Luego de unos veinte minutos admirando las coloridas calles de Portland llegamos a Portland Adventist Academy el High School en el que cualquiera quisiera estudiar según toda mi familia.

Sin duda alguna es el instituto más famoso de Portland y el mejor...

Sus estructuras te dejan asombrada y ni hablar de su decoración. Las escaleras hasta la entrada se mantienen llenas de estudiantes esperando la hora de entrada. 

¡Tanto tiempo sin venir a este lugar! 

La última vez tenía catorce y entraba de la mano de Bartók y Aleldy. Pero ahora todo estará bien. Porque esto es un nuevo comienzo para mí.

Todo estará bien.

— ¿Vamos? – Dice mi tía bajándose del auto.

— Sí, vamos.– Bajo junto a ella y mientras vamos subiendo las largas escaleras todos me observan.

Se pueden admirar las distintas "categorías" de amigos.

 Y ya me imagino donde calificarán a Jess... La loca que no le importa nada ni nadie, por esa razón la adoro así, libre.

La mañana pasó normal, mejor de lo que creí. Me presentaron en todas las clases y la mayoría fue amable, aunque la teoría de Jessica es que saben de qué familia soy y por eso el interés de ser amables conmigo.

Ella no tiene filtro.

Luego de pasar la mañana adaptándome a los profesores y sus personalidad, Jess se fue a su casa y como tiene su propio auto me dejó en la mía con la advertencia de que vendría en la tarde para hacer alguna cosa diferente.

Mis abuelos no estaban en casa y mi tía estaba algo ocupada dejándome así más tiempo sola, en el cual organicé todo lo que había visto en el High School y disfruté de la presencia de María.

Ethan no sé dónde demonios estaba, pero la casa se sentía llena conmigo.

(...)

El sonido insistente del teléfono me hizo abrir los ojos y desear que me tragara la tierra.

¡Estaba muy cómoda durmiendo!

— Más te vale tener una buena excusa por la cual no has respondido mis diez llamadas anteriores y estés lista para un día productivo en el bosque.

La voz chillona de Jess me hace gruñir.

— ¿Sabías tú que acabas de interrumpir mi siesta? – Me maldice en voz baja y vuelve a gritar.

¡Como en quince minutos no estés deportivamente lista en la entrada de tu casa verás quién es Jessica Mary Isabel III del escudo de la bandera de Estados Unidos!

Suelto una carcajada sin poder evitarlo.

— Jess, ¿Desde cuándo las estrellas son un escudo? – Suelta una carcajada que resuena a través de la línea.

Sinceramente, no lo sé y mucho menos me importa. Sólo prepárate que los minutos pasan volando.– Suelta un suspiro.– Por cierto, entre tus lindas cosas hay un conjunto deportivo hermoso, sabrás cuál es, y vístete con él así harás juego conmigo.

Le hago caso buscando entre todos los conjuntos.

— ¿Hablas del despampanante conjunto de mayas negras y lentejuelas? – Suelta un chillido.

— ¡Sí! Es ése, tómalo ya y pruébalo es hermoso.

— ¿Segura que vamos al bosque? Porque con esto puedo ir a una fiesta y pasar desapercibida Jess.– Ambas reímos.

Tú simplemente hazme caso, ya verás después que no te arrepentirás.

Finaliza la llamada y comienzo a vestirme, con estos ánimos no conviene llevarle la contraria a Jess, sería muerte eterna.

Las mayas negras se adhieren a mí piel, sin duda alguna hacen ver mis piernas más bonitas que nunca y el pequeño top de lentejuelas se ajusta a mí pecho como segunda piel.




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