Narra Allison
— ¿Allison? — Su voz resonó en mi cabeza haciendo eco.
Él seguía ahí, junto a mí, su rostro había vuelto a la normalidad, sus brazos también.
Volvía a ser mi amigo.
— ¿Qué me pasó? — Pregunté asqueada.
Él negó y se pasó las manos por la cara en un gesto de desesperación.
— Las lágrimas de un demonio alteran los recuerdos de un ser de luz. Yo te vi, a ti, admirando a una persona, un hombre que tenía mis marcas, tenía heridas y tú estabas ahí, petrificada...
Mis manos comenzaron a temblar.
— Él era mi padre, Bartók.
Yo negué lentamente.
— Mi madre me gritaba tanto... Nunca había pensado en eso, no recordaba aquel día, aquel momento...
Volví a negar.
— Si tú eres un demonio... Entonces eso quiere decir que...
Su mirada se enlazó con la mía.
Yo sabía la respuesta.
No quería aceptarlo.
¡Era tan imposible!
Pero siempre olvidaba que hasta lo imposible era posible...
— ¿Mi padre era un demonio...?
Mi voz se partió.
Christian se acercó a mí, se arrodilló ante mí y limpió mis lágrimas.
Acarició mi rostro y trató de sonreír.
— A veces Allison, nuestras vidas están llenas de cosas inexplicables... Por ejemplo, yo nací maldito.
Cerró sus ojos unos segundos.
— Cuando mi madre estaba embarazada de mí un demonio la poseyó, nací sin alma, nací tachado por la oscuridad, nací con la marca del diablo, y esas cosas nunca serán fáciles de procesar.
Él suspiró.
— Veía cosas, hacía cosas, disfrutaba al ver sufrir a las personas, amaba destruir sus mentes llenando sus pensamientos de oscuridad, de miserias, los manipulaba a tal punto que ellos mismos decidían quitarse la vida.
Él comenzó a sollozar sin poder evitarlo, rompiendo mi corazón en minúsculos pedazos.
— Soy una bestia, y eso nunca cambiará, no hay arrepentimiento alguno.
Mi corazón estaba roto al verlo llorar con tanta fuerza, así que tomé su mano y la apreté.
— Me alimento de sus almas, de sus miedos, sus debilidades... Y no sabes lo bien que me hace sentir, porque estoy maldito, soy una abominación como todos ellos...
Traté de consolarlo con palabras alentadoras, pero ninguna aplacó su dolor.
— Con esto te quiero decir, que no podemos decidir nuestro destino cuando ya está planeada desde que éramos unos simples fetos o formas indescifrables en el universo.
Volvió a negar.
— Y aunque sea un puto asco, debemos aceptarlo.
Él se puso de pie y jaló la silla de mi escritorio, se sentó justo al frente de mí y suspiró.
— Todo comenzó aquel día, en febrero entraste tú a ese asqueroso lugar, todos estaban convencidos de que tenías un trauma psicológico, el cual te estaba causando graves alucinaciones, todos estaban tan seguros de que estabas demente, que tenías episodios de esquizofrenia...
Me miró con dolor al recordar aquellos tiempos.
— Cuando la verdadera historia estaba escondida tras lo surreal.
Tomó mis manos y me miró fijamente.
— Lo que estoy a punto de decirte es completamente necesario, aunque sea muy difícil, pero si no te lo digo nadie más lo hará...
Yo asentí dudosa sintiendo como mi cuerpo comenzaba a temblar.
— Todo comenzó hace tanto tiempo que es demasiado largo, yo sabía quién eras y qué eras, mi gran tarea era hacerte caer a sus pies, llevarte a las oscuras sombras del abismo...
Hizo una pausa observándome fijamente.
— No pude, no pude hacerlo, eras tan pequeña, inofensiva, estabas tan rota y destrozada que por primera vez en mi vida sentí algo diferente, un sentimiento lleno de luz, sentí que tenía alma, me diste de tú luz, sentí compasión, sentí lo miserable que sería si no te ayudaba, porque te vi y me vi a mí mismo.
Estaba tan confundida...
— Lo rechacé, y antes de que fuera tarde tuve que escapar, aunque tarde o temprano me encontraría, hice todo lo posible por irme lejos de ti... Ahí todo cambió, él me encontró y me hizo pagar por la traición, me amarró en el pozo del infierno donde ningún alma libre sentía compasión, me sentí como una de esas personas que le vendieron sus almas, sentí cómo me arrastraba y consumía de a poco, la oscuridad me poseyó.
«Durante todo ese tiempo perdido en la oscura niebla, volví a convertirme en lo que era, un ser miserable, una bestia abominable, un demonio... Torturaba a las almas inocentes, me alimentaba de ellas y el poder que me concebían, acabé con sus vidas, las llevé más allá del abismo y pagué mi condena.
Al Rey Oscuro le fortalecía que volviera a ser yo...
Me arrastró como su fiel servidor y volví a ser un secuaz de su oscuridad.
Comencé a aprender y trabajar para su nombre...
Mi vida en el infierno se volvía cada vez más acertada. Y comencé a escuchar de él... Bartók príncipe del infierno, exiliado y buscado para condena irremediable.
Había desafiado al mismísimo Satán.
Huyó del infierno y no solo eso, unió su alma oscura a la de un ser de luz... Se casó con ella y huyeron juntos del cielo y el infierno, todo estaba mal, pero no lo estuvo completamente hasta que se oyó de un poder, un bebé que fue concebido por un ángel y un demonio...
Lo llamarían mestizo, pero sería el poder más temible del infierno si fuera luz, y el más temible para el cielo si fuera oscuridad...»
— Ese día, bajo la luz de los rayos naciste tú, Allison, de la unión de dos criaturas tan poderosas naciste tú...
No lograba procesar toda la información que acababa de caer en mi mente como un balde de agua helada.
— Tú madre era un ángel, de esos que salvaban vidas, que arrullan con su luz, y tú eres eso... Eso que todos desconocen y temen, eso que todos quieren encontrar...
Mi corazón había dejado de latir desde la primera palabra.
Mi cuerpo estaba inmóvil.