Sonrisa de Mil Demonios

Capítulo 17

Narra Allison

Sentía frío, demasiado para ser exacta, todo mi cuerpo temblaba, mis manos se encontraban heladas y mi piel se veía más pálida de lo normal a la luz de la luna que entraba por la ventana.

Sentía miedo, mi corazón latía tan fuerte, y mi cabeza daba tantas vueltas al recordar lo que había sido tan real...

 Lo que había sido tan siniestro.

Adrenalina.

Sentí adrenalina en mis venas, sentía que debía correr, huir, escapar...

La oscuridad me estaba controlando, la oscuridad quería arrebatarme el corazón.

Eran pasadas las tres de la mañana y no podía cerrar los ojos, porque al hacerlo esa carcajada regresaba a mí, torturando cada espacio vivo de mi ser.

Su voz, sus ojos, su mala intención y sus palabras.

No podía dejar de sentir que en algún momento todo lo poco que me quedaba sería arrebatado, mi felicidad, mi fuerza, mi alma, la poca luz que quedaba en mi vida, que alumbraba mi corazón...

¿Quién era ese hombre?

Lentamente aparté la sábana que cubría mi piel, y luego de apoyar mis pies descalzos sobre la alfombra un escalofrío recorrió mi piel.

Seguía temblando, seguía asustada, seguía con mi mente en aquel lugar, en aquellas personas, en aquel vacío...

En mi padre muerto...

En mi madre tambaleante...

En mis acciones...

En el reflejo de lo que soy, de lo que era, de lo que seré...

En la daga traspasando mi piel, traspasando lentamente cada sentimiento que cobraba vida, que me daba fuerza...

Lavé mi cara una y otra vez hasta que mi reflejo no era tan vacío.

Pensé que toda esa horrible pesadilla había terminado cuando escuché la madera de mí habitación crujir.

Inmediatamente mi corazón comenzó a latir aceleradamente, la poca fuerza que había en mí había desaparecido, todo ápice de esperanza en la vida lo divisé arrebatado.

Cerré los ojos y traté de calmar cada pequeña parte de mí.

Necesitaba a Azrrael.

Aquí y ahora.

¿Cómo me defendería de un demonio?

¿Cómo resistiría ante el dolor?

Cuando la madera dejó de crujir decidí armarme de valor, tomé la tijera que se encontraba en el baño y salí de manera amenazante.

Al sentir mi corazón bombear con fuerza y dar un recorrido por toda la habitación tratando de encontrar a alguien o mejor dicho algo, me di cuenta que la puerta estaba entreabierta, y yacía sobre mi cama un delicado sobre de color negro con una rosa a su lado.

Mis manos comenzaron a temblar, quería llorar, quería que mi vida fuese totalmente humana y normal...

¿Por qué yo?

¡Acaso no merezco redención!

Algo comenzó a vibrar, al darme cuenta mi teléfono insistente tenía tres llamadas de Azrrael, y en ese momento todo cobró vida, porque en la profundidad del vacío oscuro, una luz brotó recordándome que nunca es tarde, y que el amor también era redención.

— ¿Azrrael? 

 Mi voz como un susurro roto se escapó de mis labios.

Porque en el momento que escuché su voz todo mis sentimientos se avivaron.

Las lágrimas comenzaron a caer, mis manos seguían temblando, y mi mente se trató de aferrar a él.

— ¿Estás bien? Necesito verte, necesito asegurarme de que realmente lo estás...

Su voz estaba llena de angustia y el desespero llegó a mis oídos a través de la línea.

Pero mi voz no lograba formular palabras, los sollozos no me dejarían explicarle, mi llanto no tenía detención ni cordura.

— Allison necesito que te calmes, estoy llegando, solo cálmate por favor...

No podía seguir hablando, no podía hacerlo, tenía miedo y a la vez tranquilidad, no sabía si lloraba de alegría o de miedo.

Pero en el momento que la madera volvió a crujir el miedo que antes sentía aumentó.

No podría soportarlo más.

Me estaba rindiendo ante los fantasmas que me rodeaban, y no lo quería aceptar, era débil e inútil, ¿Cómo le enfrentaría sin salir mal?

¿Acaso yo era especial?

En el momento que la puerta se abrió y el reflejo de Azrrael llegó a mis ojos mi llanto fue más fuerte, aunque trataba de llorar silenciosamente mis sollozos resonaban en toda la habitación.

Él se acercó rápidamente hacia mí luego de cerrar la puerta, me abrazó con fuerza y reconfortó mi dolor.

— Cariño, todo está bien, aquí estoy contigo, respira con calma...

 Tomó mis mejillas y me hizo imitar su respiración, apartaba mis lágrimas con sus pulgares y mi cabello, el cual se encontraba pegado a mis mejillas por las lágrimas, lo hizo a un lado.

Trataba de seguir su respiración, me concentré en él, me aferré a él y decidí entregarle todo.

Todo lo que algún día me había marcado, todo lo que algún me convirtió en lo que hoy soy...

Cuando logré recuperar mi respiración, y dejé de temblar, depositó un tierno beso en mí frente y me abrazó.

Estaba acurrucada en su pecho, estaba tratando de calmarme con su voz...

Y cuando conseguí expresar las palabras él me observó.

— ¿Cómo llegaste tan rápido? 

Él suspiró.

— ¿Cómo sabías lo que me pasaba? 

Se apartó lentamente de mí y me miró con tristeza.

— Soy un ángel Allison, un ángel dispuesto a velar por la paz, un ángel que presiente cuando algo va a pasar...-/

Mi rostro era un poema.

Él lo sabía...

¿Entonces por qué no había dicho nada antes?

— ¿Por qué no me lo dijiste...? 

 Él negó.

— ¿Decirte qué? 

Una sonrisa sin sentimiento se escapó de sus labios.

— ¿Que sabía desde hace mucho tiempo que algo como esto sucedería?

Dio un paso lejos de mí.

— ¿Que te están persiguiendo desde hace muchos años?

 Él estaba angustiado.

Sus palabras demostraban la ansiedad que su corazón guardaba.

Pero sus palabras no ayudaban.

Al menos no en este momento, y cuando notó mi expresión su rostro se llenó de dolor.




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