Narra Allison
Tan solo sé que todo se sacudió a mi alrededor como un gran parpadeo...
Al abrir los ojos él seguía agarrando mi mano, no estábamos en mi casa.
— Bienvenida a lo que llamo mi santuario.
Su sonrisa deslumbró en la oscura sala en la que nos encontrábamos.
Un olor a inciensos y velas me hizo girar la cabeza y pude observar completamente el lugar...
Paredes oscuras, luces tenues, velas encendidas en majestuosos candelabros, estantes llenos de libros y un par de sofás de un color vino, al igual de oscuro como todo lo que me rodeaba.
— Aunque el tiempo no se esté contando, igualmente corre, así que...
Su helada y pálida mano tomó nuevamente la mía haciendo estremecer cada parte de mi piel.
Y haciéndome ir tras él, nos dirigimos a una larga escalera estilo caracol que llevaba a una sala baja.
Tomé asiento y él justo al frente de mí, se sentó cómodamente cruzando sus piernas y sacando uno de los libros a su lado, y a su vez sacando de éste una especie de sobre parecido al de una carta.
— Debes tener tantas preguntas, y no lo conviertas en una escandalosa historia trágica, comenzaré por el gran inicio, el gran inicio donde mi vida comenzó...
Me miró fijamente.
Sus ojos traspasaban mi mirada más allá, sentía que leía mi alma, sentía que me podría admirar como un libro; totalmente abierto.
— Te dije la otra vez que te vería pronto, y querida la muerte no es traicionera, las promesas son palabras permanentes, porque son eso, promesas.
Sonrió causando que mi piel se erizara.
— Me he enterado que Azrrael es tu...
Estuvo a punto de hablar pero contrajo sus palabras y apretó su mandíbula mientras me estudiaba con su mirada.
— Mejor no me distraigo, y vamos al punto por el que te traje, ya que como admiras, es el único lugar donde nadie más que yo puede poner un pie, y claro las personas que traiga conmigo.
Señaló una chimenea que de pronto se encendió dando calor al gélido lugar.
— ¿Por qué me trajiste a mí?
Pregunté con firmeza.
— ¿Qué tengo que ver yo en todo esto?
Él espero que mis palabras terminaran para lograr soltar una carcajada amarga.
— Querida, tal vez sea agradable contigo; pero recuerda que soy uno de los más temidos en el mundo, aunque tú me has superado, pero eso no cuenta ahora, ¿Qué te parece si iniciamos la historia?
Soltó un gran suspiro y decidí asentir.
Algo en él me causaba un escalofrío profundo en mis pensamientos.
— Todo comenzó aquel día, aquella noche en la que tú alma se marcó, tus padres murieron, tú madre murió, y lo más extraño de todo esto es que nunca regresó, nunca escuché su voz, nunca me llamó...
Por instante sus ojos mostraron una especie de brillo que tan rápido como atravesó su mirada se desvaneció.
— Debí encontrar su alma, debí encontrar su cuerpo, pero no había nadie, no había nada más que un auto destruido en aquel lugar...
Y cuando sus manos se apretaron continuó.
— Hace más de trece años al escaparse con su amado yo estuve allí, era prácticamente su cómplice en todo, porque más allá de cualquier cosa era su guía...
Observé su mirada perdida en algún lugar, en aquellos días quizás...
— Quería advertirle que la muerte la perseguiría de por vida, porque siempre tuve el presentimiento de que algo malo sucedía, y cuando esa sensación me encuentra nunca me abandona...
Se detuvo observándome con lástima.
Una sonrisa amarga dibujó sus labios.
— Cuando las cosas andan mal siempre alguien tendría que ver en ellas, y Lucifer estaría en medio de ellas, y tú padre no era nada parecido a un gran hombre celestial y honorable; en realidad era un demonio despiadado que terminó hechizado en los encantos de tú dulce y encantadora madre, y eso fue lo que realmente ayudó; de cierta forma, a Lucifer porque, él quería a tu madre, quería todo su poder...
Mientras hablaba de mi padre una extraña sensación me recorría, sus manos se apretaban más de lo normal y algo en su mirada...
— Quería que todas las almas nunca pudiesen encontrar la rendición, quería acabarlas, corromper para poder alimentar su sangre, su maldad, pero todos sus planes fueron en vano, ya que al tu estar en el vientre de tu madre una bola de poder crecía cada vez más y eras una niña muy extraña, y veías cosas que nunca nadie comprendía.
Crucé mis brazos sobre mi vientre como si eso me diera valor para seguir escuchando.
— El primer error fue con los humanos, ya que les tienes cierto cariño, y tú alma está en tu propio control, tienes el alma de un arcángel y el corazón de un demonio de primera jerarquía, lamentablemente cualquier humano a tu alrededor saldría lastimado por el simple hecho de haber sido un completo estorbo para el Rey Oscuro...
Sus palabras no me permitían pensar, tan solo una corazonada me habitaba, me sacudía en lo más profundo haciéndome creer y pensar...
¿Por qué me decía estas cosas?
— Fuiste su obstáculo interminable, permanente y detestable, porque al intentar torturar a tu madre una fuerza los apartaba, un gran poder los torturaba, una energía los destrozaba.
Se inclinó de pronto hacia mí.
— Porque una gran e importante pieza del cielo huyó de su hogar, y una gran pieza del Infierno huyó de las tinieblas, dos grandes y poderosas piezas se unieron, y solo fue eso, construyeron su gran tablero donde un nuevo y desconocido poder surgió...
Se relamió los labios y volvió a enderezarse.
— Lucifer hará hasta lo más mínimo para tenerte entre sus manos, Allison, y es capaz de todo lo inimaginable para poder conseguir lo que quiere...
Soltó un suspiro y cerrando los ojos por un instante sacudió la cabeza, y en el instante que sus ojos penetraron en mí, me encogí.
— Lamentablemente, te quiere a tí.
No había observado el tablero de ajedrez que se encontraba en la pequeña mesilla frente a nosotros, hasta sus manos tomaron a la reina y colocándola frente a mí siguió hablando.