Narrador Omnisciente
Un paso le seguía al otro, un sentimiento llevaba al otro, una situación llevaba a otra, y una acción trae sus consecuencias, así de simple es la vida.
O así de simple creían que sería...
La vida, por más vacía que sea, por más llena, colorida, dulce, deprimente o feliz, es solo eso, una vida, lo que implica la ley de que todo lo vivo muere.
Así de simple, hoy vivían y mañana morían.
Existe la delgada línea que trazan las grandes diferencias...
Ser buena persona, o creer que son buenas personas.
Ser mala persona, o creer que son malas personas.
El dilema está ahí, en el creer.
La luz alguna vez fue oscuridad, o se dice que la Oscuridad en algún momento fue Luz...
Es el sentido de la vida, el sentido de las palabras.
Hoy son, y mañana es incierto, y eso creyeron todos cuando el caído traicionó su fe.
El mal existe porque se cree que existe, lo bueno existe porque también se cree en él.
Qué ha de ser tan retorcido en los oscuros túneles de su mente que lo llevó a caer. Y no solo cayó, con el cayó parte de la buena fe.
Porque cada cosa, por más mínima que sea en este mundo, cuenta.
Cada error, cada palabra, cada sentimiento, la esperanza...
Cada mínima cosa vale cuando la vida se acaba.
Se trata de creer, no de saber qué habrá realmente más allá...
¿Más allá de qué? De la vida...
Es como un túnel, tan largo y vacío...
No sabes cuándo bajas, no sabes cuándo subes...
De él no hay salida, de él no hay escapatoria.
Un solo camino que te llevará a un solo destino, como ya se había dicho, se trata de creer, no de saber, porque justo en ese momento, no se trata de saberlo todo, se trata de llegar a creerlo todo, todo lo que por su miserable existencia han creído que es imposible...
Pero a eso se quería llegar, al menos lo creían, posible o imposible, lo creyeron...
¿Cómo reaccionaría la mente humana al atravesar por primera vez algo que nunca creyó posible, que ignoraba saber y aceptar?
He ahí la respuesta a esa gran y complicada duda, son ignorantes a lo que sus ojos podrían ver, o no ver...
¿A dónde vamos cuándo morimos?
¿Tenemos alma?
¿Existe un más allá?
Esas son las preguntas que rondan por los humanos al pensar en la muerte.
Porque solo piensan, no creen, no aceptan, no imaginan más...
Y la única respuesta es la aceptable, sí tienen un alma, sí existe un más allá, sí existe un lugar cuando la muerte visita.
Eso fue lo que la joven dama pensó al cruzar aquel vacío, oscuro y exasperante lugar...
Las almas que fueron consumidas, las almas que fueron ignorantes, las que no creyeron, las que no aceptaron, las que decidieron perder la fe y ser devoradas por aquella que asecha en la sombras, por aquella que no espera un segundo antes de robarte como una ladrona aquel pequeño ápice de esperanza que creías ver, que creías tener.
La muerte.
En aquel lugar lleno de tanta miseria, de tanta tortura, de tantas voces, gritos, súplicas y plegarias la joven dama comenzó a creerlo totalmente.
Era verdadero.
Era real.
Las que pudieron arrastrarse hasta ella suplicaban a sus pies, y por un momento, la misericordia se apoderó de su pequeño ser...
Pero no podría hacer nada, no sabría siquiera, y ya no estaba en su deber.
Porque como se decía antes, cada mínima cosa comienza a tener su precio cuando la vida pasajera se acaba, tiene su consecuencia, tiene su advertencia y termina siendo una larga historia...
Pero es simplemente el hecho de creer o ser ignorante...
Los pasos de la joven eran débiles, tenía miedo, nunca había experimentado algo igual, y pues era muy obvio...
¿Quién ha cruzado la gran puerta de la muerte sin estar muerto?
Lo que ella no esperaba, ni mucho menos sabía era hacia dónde se estaba dirigiendo.
Creyó ir al lugar correcto, cuando realmente no era así...
Por eso se decía antes, cada paso le seguía al otro, cada situación llevaba a la otra...
Y la voz del olvido, la voz de la que asecha en las sombras, intentará robarte hasta en las más oscuras tinieblas.
— Creo que has tomado el camino equivocado...
Dijo de pronto una gran voz, tan fuerte y segura, varonil y ronca...
O mejor dicho, a los ojos de la ignorancia sería un hombre, a los ojos de la realidad era alguien importante, era algo muy especial.
Los pasos de la joven se detuvieron enseguida...
Trató de aceptar su Oscuridad para poder alcanzar la luz, pero iba por el camino totalmente equivocado, porque cada mínima distracción en la vida era una invitación para que una puerta se cierre y otra grande y totalmente equivocada se abra...
Ella sintió temor.
Pensó de pronto...
«¿Quién era éste hombre y por qué sigue mis pasos?»
Pero la realidad era, que ese gran hombre era su salvación en ese mismísimo instante.
— Cuando la luz intenta seguir un camino oscuro, las tinieblas hacen muy bien su trabajo.
La voz hizo una pausa que erizó todo su cuerpo.
— Cuando una joven dama como usted baja hasta el mismísimo sendero del abismo en busca de una respuesta, el momento perfecto entonces ha llegado...
Escuchó sus pasos cada vez más cerca y de pronto retuvo el aire en sus labios.
— Las tinieblas la atraen como un animal atrae a su presa para así, luego comérsela.
En ese momento el hombre dió un paso desde las sombras, y la joven dama decidió voltearse para reconocer quién la habría salvado.
La espesa niebla le impedía ver bien, pero ante ella, con una gran armadura tal caballero al rescate de una damisela, se encontraba un gran y alto hombre. Inspiraba calma y a la vez tormentas, inspiró poder y a la vez humildad, pero ante todo seguía inspirando eso físicamente, poder...