Cerveza fría
y café caliente.
Me vine arriba
lo reconozco
al verte en línea
y cerca sentirte.
Solo se trataba de arriesgar
con pablaras
esas que hace años no he utilizado
y siempre se me han trabado.
Ya te gané
y te perdí
una vez
pero el mismo hormigueo
recorría toda mi fría piel.
Si te pones a pensar
solo era cuestión de tiempo
eso de volvernos a ver.
Tú quizá
lo has estado esperando
desde el principio del final
para abofetearme la cara
y pedirme unas explicaciones
que no tengo.
Mil perdones no sanarán
un remoto tiempo.
Ese que me has concedido
y que yo no concibo.
El que me mata
al pensarlo
muy poquito a poco.
Me tiré a precipicios
después de ti:
flores pequeñas
que no llenaban más que la pituitaria
carcajadas exageradas
que ponían el foco sobre mí
y candela fría
que dibujó sueños
y pintó traición.
Y entonces te vi.
De espaldas y sentada.
Te giraste y reí.
Y allí estábamos los dos
con las mismas sonrisas de antaño
aunque
rodeadas de metal y hierro.
Fue como la primera vez.
Como siempre.
Como todas las veces.
Luego
cuando dejé de caminar a tu lado
y los dos besos de rigor
nos separaron
alegría y tristeza
me colmataron.
La primera
por lo tonto que había sido.
La segunda
por leer en tus ojos
y en tu risa
el momento vivido
y el beso no cumplido.