Era todo desconocido.
Hacía frío
y te abrazaba
dando tumbos
por aeropuertos
y estaciones de metro.
Volvíamos creo
del mapa que
durante los últimos años
habíamos recorrido.
Volvíamos
ahora estoy seguro
a los lugares que
sí puedo darles forma
con la mente.
Volvíamos
a un hogar caliente
a una habitación
la mía
rellena de libros
y de buena suerte.
Toda ella
aunque parecía la misma
era totalmente diferente.
Más viva
más iluminada
con más porte.
Trataba de ordenarla un poco
a la vez que te escuchaba
tararear en la ducha
la canción
que nos había acompañado
durante todo nuestro viaje.
Y entonces llegaste
la línea cruzaste
con el pelo mojado
menos claro
y una sonrisa marcada
al verme.
En mi toalla envuelta y...
Y te fuiste haciendo
más pequeña.
Más borrosa.
Menos real
y más etérea.
Todavía me quedaba
por vivir mucho más
el momento
todavía me quedaba
por dejarme llevar
como me enseñaste
aquella tarde de febrero.
Todavía me quedaba
por guardar en la memoria
aquellos instantes
cada gota que te recorría el pecho
y los hombros
hasta el final de tu cuerpo.
Todavía tenía que grabar
en el recuerdo
el peso del infinito tiempo
que duró tu tímido beso.
Todavía me quedaba
por agarrarte de la cintura
y atraerte
mientras me mirabas atenta.
Me quedaba, te lo juro,
susurrarte al oído
que quería a tu lado
recorrer todo el planeta.
Todavía me quedaba tanto...
que al despertar
fue un trago demasiado amargo.
Y aquí me veo
encajando distintos pedazos de sueños
uniéndolos con el hilo de las palabras
y el recuerdo.
A ver si al menos así tengo algo nuestro
aunque solo fuera un sueño.