Te vi. Te vi allí.
Sí sí. A ti.
A ti pero a otra tú.
Sé que eras tú
porque vi tu reflejo futuro
en la pupila dilatada.
Yo estaba allí pero era otro yo.
Lo sé porque vi mi figura
en el espejo reflejada.
A pesar de que parecía
todo abstracto
si me fijaba
podía observar los detalles
del cuarto.
El parqué en la pared
y retratos colgados.
Música ochentera a toda voz.
Lo único que me vino a la mente
fue que aquellas melodías
estaban prohibidas
en esta parte del Muro
y sin embargo
me quitaste el miedo y el hipo
con tu baile y tu desnudo ombligo.
Te acercaste cantando
llevándote un dedo a la boca
plantándome un beso de esos
y yo luego un: estás loca.
Las pecas te recorrían la cara.
Y eras tú.
Eras tú.
Siendo diferente pero tú.
En otro cuerpo en otra vida.
En otro tiempo
en otra apariencia.
Justo como yo.
Aun así allí estábamos los dos.
Como ahora. Los dos.
Otras personas, otros rostros
pero en el fondo los mismos nosotros.
El Muro cayó
el mundo del este se desinfló.
Resurgió en lo Oriental la música pop.
La humanidad entró en un nuevo siglo
que nos sirvió de contexto para conocernos.
Otra vez.
Como creo conocerte
desde siempre.
Y si cierro los ojos
siempre
se convierte en eternamente.