Supongo que
quise desatar los nudos
con los que te dejé tirada
en aquella isla
de los desastres.
Habitada por caníbales
y dragones de dientes feroces.
No sé cómo
pero de ellos te zafaste.
Te convertiste en la guerrera
de crines dorados
que no vi
y que siempre fuiste.
A la civilización regresaste
sin rencor ni odio
a la hora de reencontrarme.
Supongo que ya lo sabes:
volví a la isla a salvarte.
Allí lloré
entre los restos que dejaste
en la arena.
Bebí ron robado a los piratas
hasta la inconsciencia
buscando morir
entre las olas inertes
de la mar serena.
Solo quise desquitarme.
Recuperarte.
Intentar remendar
errores fatales
que hoy sé
son irreversibles.
Como si fuera tan fácil
coser unas heridas
que hace largo tiempo
cicatrizaron.
Olvidar el mal
y el pasado.
No existe la máquina
que te transporte en el tiempo
no hay manera de hacerlo.
Para tener la oportunidad
de enseñarte
el puerto que de verdad tengo.
Y no estas ruinas
llenas de miedo.