Mírame ahora.
Inténtalo.
Con esos ojos
con los que solías hacerlo
con los mismos
con los que te parecía
ver al dueño del mundo.
Y eso que solo expulsaba
tristes destellos
y muchísimos tormentos.
Tan poco que no sé
cómo no te sabía a nada.
Mira y observa
la verdadera historia
del chico de las tragedias.
De las mentiras
las salidas y las bocas.
No queda orgullo
de aquel tiempo
tampoco del no contigo
aprovechado.
Las noches de paz desenfreno
y miedos.
Las del cine las chucherías
y los paseos.
También algún que otro cuento.
Las tardes llenas de rutina
tele y pocos besos.
De agarrar y oler tu rubio pelo.
De maldecir por las mañanas
a todo tu genio.
Mírame ahora por favor.
Haz un esfuerzo.
Aunque solo sea un segundo.
No pretendo traerte
malos recuerdos.
Solo los buenos momentos.
Prometo no robarte más tiempo.
Mírame.
Ya me zafé del pasado
que me tenía agarrado
y aprisionado.
Del que ingenua creías que nunca saldría
y al que estaría por siempre atado.
¿Crees que no lo sé?
¿Que no me daba cuenta
de cómo luchabas
contra viento y marea
para que de mi mente se perdiera?
Ya puedo estar tranquilo.
Se ha ido.
Ya no está
y tampoco la espero.
Por llamarla no desespero
y es a ti con quien hablar
no me atrevo.
Mírame.
He interiorizado
el dejarse llevar
de aquella tarde de febrero.
¿Por qué no lo haría?
¿Por qué no dejé que las olas
me llevaran a tu orilla?
Cuando tu querías romper
cada uno de mis miedos.
He tenido que enfrentarme
a ellos
pero han aparecido o
tros nuevos.
Mírame y dime
que todo lo que te escribí
leíste.
Que el recuerdo de mí
a pesar de todo
es grato y a veces existe.
Mírame joder
mírame
y dime que me quisiste.
Yo también lo hice.
Te dejé marchar a sabiendas
que algún día como hoy
derrocharía la tinta
que se extiende por mi pared.
Ya sabía
desde el primer día
que esto sucedería.
Que mil perdones
te pediría.
Que nunca más
volverías.
Que jamás
si me atreviera
me escucharías.
Mírame ahora.
Inténtalo.
Con esos ojos
con los que solías hacerlo
con los mismos
con los que te parecía
ver al dueño del mundo.
Y eso que solo expulsaba
tristes destellos
y muchísimos tormentos.
Tan poco que no sé
cómo no te sabía a nada.
Mira y observa
la verdadera historia
del chico de las tragedias.
De las mentiras
las salidas y las bocas.
No queda orgullo
de aquel tiempo
tampoco del no contigo
aprovechado.
Las noches de paz desenfreno
y miedos.
Las del cine las chucherías
y los paseos.
También algún que otro cuento.
Las tardes llenas de rutina
tele y pocos besos.
De agarrar y oler tu rubio pelo.
De maldecir por las mañanas
a todo tu genio.
Mírame ahora por favor.
Haz un esfuerzo.
Aunque solo sea un segundo.
No pretendo traerte
malos recuerdos.
Solo los buenos momentos.
Prometo no robarte más tiempo.
Mírame.
Ya me zafé del pasado
que me tenía agarrado
y aprisionado.
Del que ingenua creías que nunca saldría
y al que estaría por siempre atado.
¿Crees que no lo sé?
¿Que no me daba cuenta
de cómo luchabas
contra viento y marea
para que de mi mente se perdiera?
Ya puedo estar tranquilo.
Se ha ido.
Ya no está
y tampoco la espero.
Por llamarla no desespero
y es a ti con quien hablar
no me atrevo.
Mírame.
He interiorizado
el dejarse llevar
de aquella tarde de febrero.
¿Por qué no lo haría?
¿Por qué no dejé que las olas
me llevaran a tu orilla?
Cuando tu querías romper
cada uno de mis miedos.
He tenido que enfrentarme
a ellos
pero han aparecido o
tros nuevos.
Mírame y dime
que todo lo que te escribí
leíste.
Que el recuerdo de mí
a pesar de todo
es grato y a veces existe.