Aquí estaba yo, parado arriba del tejado más alto, mirando la ciudad que se abría a mis pies. Viendo un montón de humanos desperdiciando sus vidas, corriendo de un lado a otro, sin siquiera detenerse a mirar lo valioso que tienen en sus manos.
Solo se quejan del entorno, es lo único que hacen, o a veces solo le dan valor a lo que ellos quieren. Su voluntad al placer. De gozar de la vida de una manera rara y peculiar.
Solo son unos pequeños egoístas, que no se dan cuenta que tiene ante sus ojos.
Lo que pienso es que ellos deberían encontrar un sentido a su existencias, ubicarse en el mundo y preguntarse el ¿por qué? Si todo lo relacionado a su existencia tiene sentido o solo es simple sin importancia alguna. No lo sé; a veces me encuentro pensando en todo lo relacionado con ellos, y en ocasiones, envidio su capacidad de no sentir. Yo en cambio siento todo, sensaciones, sentimientos de angustia, dolor o hasta de cariño, pero de una manera intensificada, de una manera extrasensorial, que llega a ser molesto y doloroso por no decir menos.
Sentí su presencia apenas apareció, es algo inevitable de no percivir, ya que su sola esencia no corpórea desprende una energía imponente.
—¿A qué debo su presencia? —pregunté sin ánimo.
"Te necesito, tienes una misión".
Su voz retumbó en mi cabeza, casi causando una jaqueca inmediata.
—¿Así? ¿una misión? —mi voz detonó algo de ironía—. Después del término de esta misión, ¿por fin me liberaras?
"Eso depende del éxito de tu tarea".
—¿Qué quiere decir eso? —pregunté algo molesto.
"Que ahora depende de ti tener tu libertad".
—Okay, ¿ahora a quien tengo que cuidar? —le pregunté con la exasperación a flor de piel.
"Cuidar no, salvar más bien. Su nombre es Devon Scott, ve con él y procura no fallar".
Como vino, se fue dejándome allí, pensando en lo raro de todo esto. Jamás me han pedido que salve a alguien, solo que los proteja por un tiempo indeterminado. Son pequeñeces.
Salté del tejado y me mezclé con todas estas personas. Caminé largo tiempo hasta llegar a un bar que se llamaba: "Las almas del diablo", ingenioso nombre pensé con ironía. Entré en el lugar y el humo, los olores mezclados, causaron en mí un estrago, los sentía más intensificados. Las ganas de salir corriendo del local no me faltaron pero aguante mis ansias de desaparecer, en cambio busque a mi misión; camine entre los cuerpos que se amontonaban entre sí, hablando, riendo, bailando.
Lo divisé en una mesa alejada de las demás, con un grupo de personas que pueden ser sus amigos, y la mujer que tenía a su lado su novia. ¿Cómo sé que es él?, cuando me encomiendan una misión, ponen en mi mente el rostro de la persona, y tengo como una especie de GPS y por tal, sé donde se encuentran en cada momento del día.
Pero aun así, él no se notaba cómodo en el ambiente, su rostro detonaba un aburrimiento total. Para ser más exacto tenia aburrimiento hacia la cotidianidad y hacia la vida misma.
Sonreía con desgana, cada vez que alguno de sus amigos decía algo que debería ser gracioso, para él no lo era, o cuando su novia se acercaba a besarlo o decirle algo, él solo asentía o le daba alguna mueca que se suponía que debía ser agradable.
Nada en su vida ya tenía sentido, se movía entre sus pares instintivamente, lo hacía porque tenía que hacerlo así. Como comer, dormir, hablar, caminar, etc. Todo eso no era por que quisiera, sino porque debía. Hace mucho tiempo que dejó de sentirse una persona, ahora solo era un títere de la sociedad.
Se levantó de la mesa y caminó entre el gentío hasta la salida. Traté de acercarme a él, pero no pude, lo seguí en la calle, lo más cerca que pude. Aun así había como una pared bloqueándome.
—¿Qué puedo hacer?, por primera vez no sé cómo ayudar a alguien —me dije para mi mismo
"No estás intentando".
—Lo he intentado créeme, pero hay algo que me impide acercarme a Devon, me bloquea el paso —susurré molesto
"Intenta con más fuerza, solo tú puedes llegar a su ser interior".
Dicho esto se fue
Comencé a seguir de cerca al hombre que caminaba a paso rápido por el gentío tratando de alejarse lo más posible de todo. Lo seguí hasta su auto, me concentré hasta poder entrar a la parte trasera del vehículo. Mientras, él manejaba hacia donde fuera que iba a toda prisa. Me dejó sumido en mis pensamientos, necesitaba volverlo más humano, hacerle ver que la vida es valiosa, antes de que fuera demasiado tarde.