POR UN MOMENTO, ¡APAGUEN EL MUNDO!
¿Saltar o no saltar? ¿Qué hacer?
Me dije a mi mismo luego de unos cuantos suspiros y lágrimas un poco apresuradas, estaba tan angustiado y estar en el quinceavo piso de uno de los edificios más grandes de la ciudad, no era la mejor idea.
Estaba en medio de una tormenta eléctrica y ya era muy tarde, redondeaban las doce de la noche. Es banal preguntarme como había llegado a dicho piso, sin haber sido descubierto por el personal de vigilancia, ni idea la verdad.
Quería escapar de todo, había pasado ya dos años de todo el desastre que había sucedido, porque sí, era un desastre. Cada día me preguntaba si realmente esto estaba pasando, como tan rápido las cosas habían cambiado y como ahora estoy tan devastado.
Es un poco gracioso que mi vida se sostenía de una baranda, que mis sueños y aspiraciones estaban al borde de caer, creo que esta vez si puedo usar la palabra “literalmente”, suelo usarla mal.
Estaba decidido, lo iba a hacer, mis lagrimas no paraban y alguien que transitaba en la calle me había notado, me gritó unas cuentas palabras y estaba en un limbo.
Aquel chico había alterado mi silencio, pero no, también lo había hecho una notificación de WhatsApp. Era mi tía diciéndome que la abuela estaba muy enferma y necesitaba verme, maldecí el mundo en ese instante. Por más decidido que haya estado, no podía hacerle eso a mi abuela, al menos no a la mujer que me había visto crecer y a pesar de la distancia siempre preguntaba por mí. A más de mis tres amigos, era lo único que me quedaba.
Con una sonrisa al cielo, exclame:
-Aún no es tiempo, al menos no ahora. Discúlpame madre, discúlpame Mel…- Luego de eso bajé de la baranda y corrí hacia las escaleras.
Los guardias de aquel edificio me encontraron en medio descenso y ya habían llamado a la policía, la cual me esperaba con un interrogatorio completo. No lo recuerdo, sentía mareos y solo me desmayé. Lo único que recuerdo es que aparecí algo cansado en uno de los lugares que más odio, un maldito hospital. Me sonreía una enfermera cálida y dulce, que linda chica.
Cuando salí, el sol me quemaba la vida. Solamente pensé empacar mis maletas y sin pensarlo dos veces, viajar donde la abuela, a pesar de lo lejos que estaba, necesitaba verla y creo que ella a mí también.
Particularmente la gente en algún momento de su vida ha escuchado la frase: “Paren el mundo, me quiero bajar” y creo que eso tiene mucho sentido, a veces los problemas te pueden agobiar tanto que entras en un punto donde no aguantas más y todos, absolutamente todos, podemos darnos un respiro para después bien o mal continuar.
Siempre he pensado que parar el mundo no es tan rentable, porque implica que el mismo mundo continuará su marcha cuando el decida. Por el contrario, si lo apago, yo decido cuando este continuará y me da más tiempo en recuperarme…
En estos momentos comprendo que lo he venido haciendo en estos dos años y me ha funcionado. He encontrado la manera de cómo no acabar con todo y es porque he sabido que hacer cuando apago el mundo, suena poco entendible, pero así es.
Prometo contároslo todo, absolutamente todo. Odio hacerlo porque es como partir la vida de una persona y que de esta se desprendan sus recuerdos y su realidad, veinte años antes y la mierda que le sucede en la actualidad. Sin embargo, necesitan entender todo esto, necesitan entender porque no puedo dejar todo lo que me aflige en un maldito recuerdo.
No creo en el destino, pero esta vez alguien había apagado el mundo por mí.
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reflexiones, volver a amar, muerte de las personas que mas amas
Editado: 16.07.2019