¿soy Diossa?

9

Liliya salía lentamente del sueño. Las visiones nebulosas, la persecución de una oscura presencia la agotaban. Pero hoy él había venido a despedirse. Samedi, el mayor temor de su vida, se desvanecía en una neblina violeta.

— Te amé. Perdóname. Perdóname por todo. Por supuesto, nunca te habría tocado ni con un dedo, aunque te prometí matarte. Esas palabras fueron dichas en un arrebato de ira. Perdóname por no dejarme entender. Perdóname por no comprender tus deseos. Perdóname por la tragedia de tu vida eterna, pues fui yo quien te otorgó la maldición de la inmortalidad. Te amé. Perdóname. Perdóname...

Su voz se fue haciendo cada vez más tenue, más lejana.

Ella abrió los ojos, aún humedecidos por las lágrimas.

— Oh, ya ha despertado. Debo informar al conde.

Liliya giró hacia la voz. Junto a la cama estaba sentada una joven rubia de rostro amable. Tocó el brazalete en su muñeca.

— Listo. Me llamo Svetlana. Soy su sirvienta, — sonrió.

— ¿Dónde estoy?

— En el Castillo Lunar.

— ¿Eso está en algún país? ¿Suiza? ¿La Riviera?

— Está en el satélite de la Tierra: la Luna.

— Creo que he oído algo sobre eso... — Liliya recorrió la habitación con la mirada perdida. Las visiones del sueño aún no soltaban su conciencia. Y entonces, en la mesita junto a la cama, vio un viejo cuaderno de notas. Sin duda, era el mismo que ella le había regalado a Samedi hacía mucho tiempo. Y de pronto, los recuerdos se precipitaron sobre ella. Ella misma había ido a él. Y además, había llevado a Román...

— Barón Samedi... — se le trabó la voz.

— No hay ningún invitado con ese nombre en el castillo, pero si quiere, puedo averiguar más detalles.

— ¿Este cuaderno?

— El conde lo dejó para usted. Pronto vendrá. ¿Desea algo?

Ella solo quería estar sola y ordenar sus pensamientos.

— No, puedes irte.

— Si me necesita, aquí tiene el brazalete. Presione la piedra en el centro y vendré, — dijo, entregándole un delicado brazalete dorado con una gran piedra azul en el centro. Luego salió de la habitación.

Liliya tomó el cuaderno de la mesa. Era, sin duda, el mismo. Pasó la mano por la piel lisa de la cubierta. ¿Qué había sucedido? Una oleada de pánico la invadió, pero luego fue cediendo mientras recuperaba sus recuerdos, hasta el momento en que Samedi impuso sus condiciones. Y después, un vacío.

Se perdió en su mente, literalmente. Cuando por fin se calmó, abrió el cuaderno.

Cada coma, cada espacio, incluso la forma de las letras tenían un significado. Comenzó a leer.

El Nombre de Dios

Al principio, existía la nada. Y la nada era Dios, Om. Y Dios no era nadie. Y Dios era Dios-Om.

Después vino la comprensión de sí mismo. La comprensión de la vida. Y Dios no vio nada.

Y Dios tuvo una voz: A-a-a. Y Dios se escuchó a sí mismo. Y Dios sintió miedo. Y este grito, sus padres lo llamaron pecado-Om.

Y así nació el nombre pecado.

Y los padres le dijeron a su Dios: Shhhhhh... Y el nombre de Dios fue (shh-ssshh), Ieshua-Ieshuma.

Y Dios tenía la palabra. Y Dios se dio la palabra. Y la palabra estaba en Dios: Ma-a-a, y otras palabras sus padres le dijeron a Dios.

Dios se oía a sí mismo, pero no se veía. Y entonces apareció la luz. Pero la luz no era nada. Y la nada en la luz era Dios-Om. Y Dios no se vio. Pero avanzó hacia la luz, porque quiso ver más. Y Dios separó la luz de la oscuridad. Y vio la Tierra. Y la luz era buena, y la oscuridad era mala.

Y Dios vino a la Tierra. Y vio que la Tierra era interesante. Y Dios se convirtió en Tierra. Y le dieron a Dios Agua para la Tierra. Y Dios se convirtió en Agua y Tierra. Y Dios separó el Agua de la Tierra, como había separado la luz de la oscuridad. Y le dieron semillas a Dios. Y las semillas brotaron en el agua. Y las semillas brotaron en la Tierra.

De las plantas surgieron los peces y los Animales. Y Dios jugaba con ellos y aprendía a crear por sí mismo. Y Dios se convirtió en el Creador. Y creó sus Criaturas Divinas. Y sus padres se alegraron, y la luz se convirtió en un arcoíris. Y Dios vio y entendió que todo lo que hacía era bueno. Y el nombre de Dios fue "Creador".

Cuando el Creador creaba, cantaba. Y la música llenaba el Todo, lo omnipresente. Y lo omnipresente respondía al Dios Creador con el viento, con el sonido del agua, con el temblor —el aliento de la Tierra. Y Dios era el Todo. Así hablaban los padres con su Hijo, su Milagro. Y Dios, el Creador, se comunicaba con sus criaturas a través de sus Padres Divinos, los "Ród-i-tílo-ma".

Y a imagen y semejanza de los Padres, Dios-Creador creó a Adán y Lilith. Y el Creador separó a Adán y Lilith.

Pero el Creador vio que en Lilith había pensamientos de otro Dios-Diosa, su hermana gemela. Y el Creador entendió: su hermana era su Hija, con el nombre de Lilith; él, el Creador, tenía el nombre de Adán. Porque los Dioses están en todas partes y, al mismo tiempo, no están en ninguna parte... Porque todo lo omnipresente es la manifestación de los Dioses-Om.

La manifestación de Dios en Adán y de la Diosa en Lilith. Y el milagro de los hijos creció y se desarrolló juntos. Porque Dios les dio la palabra, y la palabra estaba en Adán y en Lilith.

Pero en un momento, Lilith re-chazó jugar bajo sus reglas y se fue. Se arrastró como una serpiente. Y los Dioses-Primordiales dividieron la Tierra en el Paraíso-Ród y el Infierno-Om.

Y a Adán, Dios Creador le co-creó una compañera sin co-creación: Eva, de su propia costilla.

Y la Armonía desapareció. Y los Dioses-Primordiales se entristecieron, retiraron la luz del Sol y le dieron a Lilith la Luna y a Adán las Estrellas.

Y los Hijos-Dioses pensaron que la oscuridad era mala. Y encendieron la Tierra y el Agua. Y así apareció el fuego. Y el fuego estaba en Eva, y el fuego estaba en Lilith, y el fuego estaba en Adán. Y el fuego estaba en Navi —la serpiente—, en Lilith Creadora.

Y el Mundo-Fuego-Luz intentaron dividirlo los pequeños Dioses en bien (dobro) y mal (zola).



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En el texto hay: bruja, angeles, vampiro

Editado: 06.03.2025

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