Soy... ¿ El Amante De Mi Esposa?

Capítulo 17: Un peso menos

Rowan se mantuvo en silencio un par de segundos, pensaba en cuál era la mejor respuesta que podría dar, cuál sería la más creíble. Se tomó su tiempo mientras la mirada de Maliah se centraba en él, esperaba con paciencia a que su esposo abriera la boca finalmente.

—Lo supuse, saliste a buscar a alguien luego de que hablaras con él —expuso con serenidad al sonreír. 

Sentía que se salvó de un problema bastante grande. En su interior estaba librándose la lucha de si decirle que era él, era la mejor opción, o simplemente debería mantenerla al margen. ¿Qué pasaría el día en el que ella se entere de la verdadera identidad de Ángelo? ¿Su matrimonio se vería afectado para bien, o para mal?

—Tienes razón —soltó una pequeña risita, entretanto se disponía a preparar todo para poder cenar. —Lo siento, creo que estoy siendo un poco paranoica con todo esto, quizá son los nervios de tener la competencia tan cerca y Ángelo tan lejos para no poder practicar —lanzó un pesado suspiro.

En el interior de Maliah, el no poder mejorar su baile de pareja, le preocupaba. Era comúnmente conocida por su perfeccionismo, por su deseo de hacer cada cosa lo mejor posible. Esa fue la razón por la que ese día, y los siguientes cinco, se dedicó a perfeccionar eso que estaba a su alcance.

Rowan la observaba en cada práctica, como manera de apoyarla y no olvidar esa compleja rutina que ella le enseñó. 

—Deberías descansar un poco, Maliah —sugirió al notar cómo la piel de su esposa estaba cubierta por sudor. Se estaba exigiendo de más, temía que eso le pasara factura más adelante o el día de la competencia.

—Estoy… bien —aclaró con una sonrisa mientras tomaba aire entre cada palabra, su respiración era bastante rápida.

El celular de Rowan comenzó a sonar, era su madre, la cual sonaba un poco preocupada, a pesar de intentar mostrarse serena. Se encontraban en el hospital, el padre de Rowan tuvo una recaída, lo que significaba que los síntomas podrían estar dejando de responder al tratamiento.

No esperaron ni un solo minuto para correr al auto, sin siquiera para haber dado por terminada la llamada. El corazón de ambos parecía un zumbido, el miedo de que lo peor pudiera sucederle a ese hombre al que tanto admiraban era demasiado para poder soportarse.

El vehículo avanzaba a una gran velocidad, a pesar de los semáforos en rojo que pasaban sin fijarse ni un poco. Sus mentes estaban puestas en lo que el padre de Rowan podría estar pasando en ese instante, en lo que podría estar sufriendo.

Al llegar al hospital, encontraron a su esposa a las afueras de la habitación, se veía nerviosa, afectada por lo que sucedía a su alrededor. Ella amaba tanto a su esposo que no lograba imaginar una vida sin él.

La idea de perderlo le aterraba más que la muerte misma. Al ver a su hijo y nuera, su semblante cambió por completo, se mostraba un poco más paciente. Cuando se acercaron, ella les contó que los resultados de sus últimos estudios salieron no concluyentes, por lo tanto, se estaban realizando nuevamente, estaban esperando a que estos les permitan distinguir la gravedad de su estado.

El tiempo parecía ir demasiado lento, la ansiedad crecía por cada segundo que pasaba.

—Están tardando demasiado —afirmaba Maliah mientras caminaba de un lado a otro, demostrando el nerviosismo que la estaba desbordando en ese momento.

Su suegro, ese hombre que fue como un padre para ella, estaba tomando una vez más sus exámenes, luego de que el resultado anterior fuera descartado por los médicos. 

Ahora se encontraban a la expectativa de que todo hubiera sido una falsa alarma, de que todo se encontrara perfectamente en la salud de ese hombre alegre y agradable. La idea de tener que enfrentarse a una enfermedad como esas les aterrorizaba a todos, pues, ¿quién estaba preparado para una lucha de esa clase?

—Maliah, mírame —ordenó su marido poniéndose de pie, con ambas manos, a pesar de que una dolía, acunó el rostro de su esposa, centró toda su atención en la mirada de esa mujer. —Todo va a estar bien, ¿sí? Estamos juntos en esto, no están solos.

Una lágrima se deslizó por la mejilla de Rowan, en sus ojos, a pesar de estar intentando mostrarse fuerte, estaba la imagen de un hijo que temía perder a su procreador.

Esa imagen hizo que el corazón de Maliah diera un vuelco. Se estaba centrando una vez más en sus propios sentimientos, emociones, y no en los de su marido, en ese hombre que realmente estaba sufriendo al correr el riesgo de perder a su padre.

Instintivamente, las manos de Maliah fueron llevadas a las mejillas de su cónyuge, enjugaba sus lágrimas con cuidado mientras ella derramaba un par más. Era injusto para todos, pero, en mayor parte, para la mujer que compartió más de la mitad de su vida junto con él.

En el momento en que el médico salió con los documentos, toda la familia se dedicó a interrogarlo para conocer la situación del padre de Rowan. Al escuchar las palabras del médico, todos sintieron cómo la fuerza abandonaba sus cuerpos, les costaba mantenerse de pie; sin embargo, era por una situación diferente, no había ninguna razón más para preocuparse.

—¡¿Es una broma?! —cuestionó Maliah, bastante sobresaltada. —¡¿Cómo pudieron confundir los resultados de los pacientes?!




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