Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 5: le he cogido cariño a Ra pero todavía no sé cómo verlo.

Capítulo 5: le he cogido cariño a Ra pero todavía no sé cómo verlo.

Que mis amigas hayan visto a Ra se hubiera podido explicar, pero no creo que sea tan simple aclarar por qué un hombre semidesnudo está en mi sala, ¡son demasiado listas! No creerían en ninguna de mis mentiras.

Y ojo, no soy mentirosa.

—Ah, tienes visita— él gira la cabeza como si de una paloma se tratase, moviendo la mano como un gesto de despedida, se marcha con el niño a la habitación.

Ellas mirándome impactadas me jalan del brazo y me sacan del apartamento, para que el hombre no nos pueda escuchar, cierro la puerta detrás de mí:

—¡¿Quién es él?!— preguntan en unísono —Con razón estabas desaparecida— comenta Pato con las cejas en alto.

—Ah, y tú hablando de desaparecidas— recuerdo bastante bien como ella se fue de la fiesta y por más que la busqué, no la encontré —No tienes el derecho— con los ojos achicados, hago una mueca  —Me dejaste sola.

—¿Qué? Claro que no— niega dejándome boquiabierta, en lo que Pato y yo hablamos, Helena saca el celular de su bolso —Fui a saludar a algunos amigos y cuando te busqué, ya te habías ido.

—¿Cómo creerte?— cruzo los brazos.

—¡Te lo juro!— rechina —Inclusive a lo lejos llegué a escuchar tu voz, pero cuando fui no te vi por ningún lado; desapareciste.

Umh, puedo creerle, si estuviera mintiendo no tendría como saber que la estuve llamando.

—Sí, bueno, nosotras no venimos para hablar de eso, ya ese tema arreglenlo entre ustedes— corta Helena viendo su celular —Te estaba llamando porque quiero que me expliques esto— ella me presenta la pantalla de su dispositivo, en él puedo ver un video en donde aparezco yo estando con… Ay no, Leo.

Parece que el mismo es de la fiesta de anoche y alguien grabó el momento justo en que le eché toda la bebida en el rostro, lo peor de todo es que tiene dos mil visualizaciones, ¡¿por qué tantas?!

Pero hey, pude ver un comentario resaltando lo bonita que soy, debería enseñárselo a ese perro pulgoso para que vea que tiene un pésimo gusto.

Aunque no, no me puedo distraer, este asunto es más importante.

—¿Por dónde empiezo?— toso para aclarar mi garganta —¡Ese tipo es un idiota!— iniciaré con lo peor, nada de tapujos —¡Dijo que no quería que Army lo confundiera con su papá y justo en esa escena no me quería soltar del brazo así que para liberarme, le eché toda la bebida en la cara y huí!— miro a Pato —¡Después de eso te estaba buscando!

—A ver, entre toda esa carretilla que dijiste, entendí que él supone que mi hija lo vería como su papá y que intentaba sobrepasarse contigo— asiento —Entiendo, eso es todo lo  que necesito saber— suspira guardando el celular —Pato, andando.

—Espera— la detengo en el momento que iba a dar media vuelta para marcharse —¿Cómo que eso es todo lo que necesitabas saber? ¿Qué harás?

—Tengo dos reglas— arruga la frente —La primera es que nadie menciona (de mala manera) a mi niña sin sufrir las consecuencias— respira profundo —Y la segunda es que nadie se mete con mis amigos, menos con una de mis mejores amigas.

Helena es bien tranquila, pero cuando se enoja, es mejor no tenerla de enemiga.

—Tú quédate con el chico, más tarde nos das los detalles— Pato me guiña el ojo.

Me pregunto qué tienen pensado hacer.

—Está bien— suspiro —tal vez él cree que somos del tipo de amigas que se rotan al mismo hombre, patético.

—Sí que lo es— Pato se encoge de hombros —Nos vemos, recuerda hablarme del hombre que está allá dentro— por Dios, la expresión de travesura que tiene en el rostro me mata —Si quieres omite los detalles.

—No hay mucho que contar— abro la puerta haciendo varios gestos —Bye, bye.

—Interesante— suspira marchándose con Helena quien se despide moviendo la mano —¡Sé que lo hay!— juguetea a los lejos.

Lanzando un suspiro y sintiéndome aliviada porque no profundizaron en el tema de Lobo, regreso a mi apartamento; desde que entré escuché un poco de alboroto provenir de la cocina así que me dirigí hasta allá encontrándome al hombre rebuscando en mis estantes y nevera, no veo a Lobito por ningún lado.

—¿Qué tanto haces?— resueno cruzando los brazos, todavía anda con la toalla puesta; bien ni se pudo secar. Nada más hay que ver el piso empapado, veo como múltiples gotas de agua recorren su torso y espalda —¡Ya deja de andar todo encuerado! Respeta a la dama aquí presente.

—¿Dama tú?— se detiene arqueando la ceja y mirándome fijamente —Hasta donde sé las damas no gritan.

—¿Desde cuándo? ¿Desde el siglo XIX?— abucheo acercándome —¡Deja de buscar en mis cosas! O en mi comida para ser más específica.

—Si llamas a esto comida— señala al electrodoméstico el cual únicamente posee botellas de agua y restos de la pizza de anoche —¡Tenías a mi hijo pasando hambre!

—¡¿Qué?! ¿De qué rayos hablas? ¡Le di pollo!— abucheo frunciendo el ceño —Alimenté a ese niño mejor de lo que pudiste haberlo hecho tú, ¡perdedor de hijos!

—¡¿Cómo que perdedor de hijos?!— se sitúa enfrente a mí —Si quiero podría matarte.

—¿Es la única oración que te sabes? Tú perdiste a tu hijo, no tienes el derecho de juzgarme si yo fui la que lo encontró— sentencio mirando como él baja las cejas, parece que mis palabras le chocaron, lo veo en su mirada.

—Yo no perdí a mi hijo, por alguna razón desapareció— asegura en voz baja —Y lo habría encontrado más rápido si una humana entrometida no se lo hubiese llevado para su casa— suspira —Pero bueno, tú lo cuidaste así que gracias.

¿Acaso escuché bien? Este salvaje hombre me acaba de dar las gracias.

Vaya, esto es nuevo para mí.

—Apapapa— escucho que dice Ra mientras que se acerca a Lobo, él al ver al niño lo carga. El pequeño solo tiene un pantalón puesto.

—¿Qué estuviste haciendo?— le sonríe alborotándole el cabello —¿Eh?

¿Qué tendrán los hombres para verse tan bien al lado de un niño? Tengo que admitir que ver esta escena me causa un poco de «ternura», casi se me olvida lo antipático que es este sujeto.




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